El linaje agnaticio familiar: Miranda

Comienza aquí una serie de entradas exponiendo parte de nuestra genealogía. Aparecerá primero, como no podía ser de otro modo, nuestro linaje agnaticio. La ascendencia genealógica de la rama Miranda de nuestro linaje. 


MIRANDA

1) Significado: Apellido de origen asturiano. Pasó a Galicia, Castilla, País Vasco, Aragón, Navarra y América. Se tiene por fundador de este linaje a don Alvar Fernández de Miranda, caballero que gozó de la confianza del Rey don Ramiro I, hasta el punto que influyó poderosamente para que el citado monarca se negara a pagar a los moros el tributo de cien doncellas cristianas con el que, en el año 783, el usurpador del trono, Mauregato, había comprado la alianza y ayuda de Abderramán I. Fue también uno de los guerreros que más valientemente combatió en la memorable batalla de Clavijo entre los ejércitos de don Ramiro y los de Abderramán y cuyo resultado fue la abolición de tan odioso tributo impuesto a los reinos de Asturias y León. Sobre ese tributo, entendemos de interés reproducir aquello que escribe Tirso de Avilés: "Y parece que los Concejos de Cangas y Tineo debían por su rata –parte proporcional- cinco doncellas hijasdalgo y llevándolas cinco moros a quien se habían entregado, en la ribera del río Sil; viniendo de romería de Santiago, un Álvaro Fernández de Miranda, se hincaron las doncellas, de rodillas ante él, pidiéndole las librase de los moros, el cual entró en batalla con ellos y los mató y libró a dichas doncellas y las volvió a sus padres y de allí se fue al Rey don Ramiro, pidiéndole de merced que no se pagasen de allí en adelante aquellas cien doncellas, mediante ser un menosprecio de la honra de Dios y suya, y a esto le ayudaron entre otros caballeros dichos, Ponce de León. Por ánimo suyo, el Rey don Ramiro, juntó a su gente y salió de León contra los moros, los cuales ya venían contra él por haber negado dicho tributo y en la villa de Clavijo fueron vencedores los de don Ramiro con la ayuda del apóstol Santiago que milagrosamente apareció en la batalla, como cuenta la historia del Rey don Ramiro I y fue redimido el tributo. Y en memoria de esto se hace una fiesta de las doncellas en la ciudad de León, día de Nuestra Señora de Agosto. Y por esta batalla de dichos cinco moros, de los cuales libró a las doncellas el tal Miranda, fueron dadas por armas a los de Miranda y a los Ponce de León las cinco doncellas".

2) Casa solar: Nuestro linaje agnaticio o de varonía constatado documentalmente se remonta al siglo XIV. Tiene su origen y casa solar en la Merindad de Río Ovierna, en Quintana Ortuño, Burgos, desde donde los miembros más antiguos del linaje partieron hacia las ciudades más importantes de Castilla, Burgos y Valladolid. Reproduciremos aquí parte del estudio que don Luis de Roa y Ursúa realizó a mediados del siglo pasado.

3) Armas: De gules, cinco bustos de doncella puestas en sotuer, y cuatro veneras de plata puestas en cruz; en orla dos sierpes de sinople con las cabezas y colas cruzadas, en el jefe aquéllas y éstas en la punta.

4) Antepasados: Este linaje comienza con Lope García Salón, señor en la Merindad de Río Ovierna en 1341. Destacamos que el apellido Salón proviene del arroyo de este nombre que bañaba extensos territorios de esta familia. Y el de Paz, palabra que va a figurar en el escudo nobiliario de los Miranda, proviene de los montes de Paz por una batalla que allí tuvieron los de este apellido. Posteriormente adoptarían el apellido Miranda de la mujer de uno de nuestros ancestros, Gonzalo García Salón de Paz y de Lerma. Así, los Miranda Salón continuaron su tránsito por la Historia, hasta que uno de ellos, Pedro de Miranda Salón, llegó a Baza, y los Miranda de ahí pasaron después a Gor y Guadix.

I. Lope García Salón (17º abuelo de Jesús Miranda Cánovas). Era natural de la Merindad de Río Ovierna, de donde fue señor e hijodalgo en 1341. Tuvo a:

II. Juan García Salón (16º abuelo). Caballero   muy    poderoso.  Señor de la Casa y de la dehesa de Salón en  Quintana  Ortuño, Merindad de Río Ovierna. De tanta autoridad   gozaba  que  él  era quien  allí  componía  los  bandos  y  ordenaba   las  treguas. Vivió en tiempos de don Juan I y de don Enrique II.

III. Fernán García Salón (15º abuelo). Del linaje y solar más antiguo  de la región, según informaciones en la Real Chancillería de  Valladolid, contrajo matrimonio con doña Inés de Paz y Laloó, que era de solar y hacienda en Villaverde de Peñahorada, Río Ovierna. Estos de Paz tenían en la ciudad de Burgos casas principales en la calle de las Armas, inmediatas al castillo. Éstas se incendiaron luego en el  cerco que los Reyes Católicos pusieron a dicho castillo. Poseían su capilla de enterramiento en Santa María la Blanca, a mano derecha como se entraba. Había sobre él dos estatuas, bultos yacentes de alabastro, guerreros del linaje, capilla fundada por Pedro Mazuelo de Paz, Capitán del Duque de Borgoña. Las armas de Salón fueron un cuartelado, en el 1º y 4º de oro y cuatro bandas de sinople, y 2º y 3º un águila coronada.

IV. Gonzalo García Salón de Paz (14º abuelo). Contrajo matrimonio con doña Inés de Lerma, de antiguo linaje en Castilla, y señora de Villaverde de Peñahorada, próximo a Burgos. Tuvieron a:

V. Gonzalo García Salón de Paz y de Lerma (13º abuelo). Nació antes de 1420 en Burgos y falleció en 1482. Tuvo grado de Licenciado en Leyes y gozó de alta reputación en Castilla. Contrajo matrimonio con doña Constanza de Miranda, hija del Doctor Miranda, vecino de Medina del Campo, capitán del duque de Borgoña, y luego en Burgos inquisidor del Santo Oficio, previas las informaciones de limpieza de sangre de rigor. Gonzalo es conocido en la Historia como el “Licenciado de Burgos, el viejo”, o también, el “Licenciado de la Cadena”, en atención a que siempre lucía sobre su pecho una hermosa cadena de oro, regio presente que le otorgó Enrique IV en gratitud por haber reconciliado con él al infante don Alfonso. Gonzalo moraba en Valladolid, en casa inmediata a la de las Aldabas donde naciera Enrique IV, y era parroquiano de San Salvador. Poseía mucha hacienda en Wamba, Gratón, Cigales, Cabezón, Villaverde de Peñahorada y en Quintana Ortuño, origen de nuestro linaje. Murió en Valladolid en 1482 y se le enterró en el convento de San Francisco, sito en la Plaza Mayor, al pie del altar de San Antonio, cuya hermosa escultura se admira hoy en el museo de la ciudad. Tuvo con Constanza de Miranda:

VI. Pedro de Miranda Salón (12º abuelo). Natural de Valladolid, regidor de esta villa, señor de la Casa y heredamiento en Villaverde de Peñahorada, que vendió a don Pedro López de Padilla, adelantado mayor de Castilla. Murió en Valladolid el 21 de junio de 1523. Casó con doña Isabel de España y Castillo, fallecida el 3 de enero de 1508 en Valladolid, hija legítima de Simón de España y de Constanza Martínez del Castillo. Sepultados en San Salvador, pasaron más tarde, en 1577, a la capilla de Miranda que se construyó en el convento de San Francisco, en el arco segundo del lado del Evangelio, por mandato testamentario de un hijo de ellos, el abad de Salas. Hijo de Pedro y Constanza, distinto del abad, fue:

VII. Pedro de Miranda Salón y España (11º abuelo). Vecino de Valladolid, ganó ejecutoria de hidalguía en 1558. Fue regidor de Valladolid. En 1547 fundó mayorazgo en la villa de Mojados. Contrajo matrimonio con doña Inés de la Bandera, hija legítima de Antonio de la Bandera y de Ana López del Águila. Fueron parroquianos de Santiago, Valladolid. Tuvieron, entre otros, a:

VIII. Pedro de Miranda Salón (10º abuelo). Vecino de Valladolid, donde fue bautizado el 25 de noviembre de 1545. Pasó a Andalucía, más concretamente a Baza, Granada, de donde fue corregidor y reformó en 1592 el ayuntamiento, donde existe placa con leyenda y el escudo heráldico de Pedro de Miranda Salón. Desconocemos el nombre de su mujer, mas tuvo a:

IX. Pedro de Miranda (9º abuelo). Natural de Baza. Casó el 7 de octubre de 1618 con Ana Martínez de Ábalos. Empadronado hijodalgo en Baza en 1638. Falleció en 1657 en la misma ciudad. Tuvo por hijo a:

X. Miguel de Miranda (8º abuelo). Había nacido el 18 de septiembre de 1634 en Baza. El 1 de octubre de 1653 casó en Baza con María Marín, hija de Alonso Marín y de Melchora de Almeida, casados en Baza el 12 de marzo de 1630, y muerta Melchora en 1663 en el mismo lugar. Miguel de Miranda murió en Baza en 1684, dejando por hijo, entre otros, a:

XI. Lucas de Miranda y Marín (7º abuelo). Nació en Baza en torno a 1655. Desconocemos el nombre de su mujer. Tuvo por hijo a:

XII. Máximo de Miranda (6º abuelo). Nació en Baza en torno a 1680. Casó con Antonia Zurana. Engendraron a:

XIII. Tomás Luis de Miranda (5º abuelo). Nació el 20 de diciembre de 1702 en Baza. Era cirujano. El catastro de Ensenada nos dice que vivía en Gor junto a su mujer e hijos. Su mujer era Ana María García-Villapalacios. Tuvieron tres hijos, de los que sigue Juan Ramón:

XIV. Juan Ramón Miranda García (4º abuelo). Nació en Gor el 13 de febrero de 1739, y fue bautizado el 21 de dicho mes. En 1793 aparece en diversos documentos siendo cirujano, como su padre. Casó el 28 de enero de 1772 en Guadix con Rosa Ruiz del Peral y López. Tuvieron a:

XV. Tomás Victoriano Miranda Ruiz (3º abuelo). Nació el 24 de marzo de 1784 en Guadix, y fue bautizado dos días después con los nombres de Tomás Victoriano Cayetano Antonio. Fue escribano, notario y corregidor de la ciudad de Guadix. Murió el 1 de junio de 1845, se le hizo funeral en la Iglesia de Santiago y se enterró en la bóveda del Carmen de la Iglesia de San Francisco. Casó muy joven, a la edad de 16 años en 1803, con María Dolores Aguilera Duarte. Tuvieron a:

XVI. José María Miranda Aguilera (2º abuelo). Nació el 21 de junio de 1805 en Guadix, en la casa que tenían sus padres en la calle de la Botica (Requena Espinar). Fue bautizado como José María Ramón Luis. En 1809 se mudan a la casilla de Santa Ana, probablemente la de la calle Carrasco. Casó a las diez de la mañana del 28 de junio de 1830 en San Agustín con Joaquina García Casas. Joaquina había nacido en 1805 en Guadix, y era hija de Joaquina Casas Sánchez, quien murió el 21 de febrero de 1845. José María enfermó, y sufrió dos operaciones a cargo del cirujano don Miguel Valero, la primera el 15 de mayo de 1831 y la segunda el 7 de octubre de 1857. Murió a las once menos cuarto de la noche del 23 de septiembre de 1858, a los 53 años. Su mujer murió años más tarde, en 1873. De su matrimonio nació:

XVII. José Antonio Miranda García (abuelo de Jesús). Nació el 3 de septiembre de 1838. En la familia es llamado “Papá Miranda” debido a que de él surgieron distintas ramas Miranda que en ocasiones entroncaron entre sí, como en el caso de nuestra madre. El 1 de octubre de 1842 comienza a asistir a la escuela de Oliva. El 25 de enero de 1847 pasó a la escuela de Antonio Aguilera. El 14 de enero de 1850 estudia Gramática con Tomás de Ávila y en julio con Mariano Córcoles. El 23 de agosto de 1847 se compró un piano por 280 pesetas. El 25 de febrero de 1848 comenzó las clases de piano. El 21 de mayo de 1850 se confirma. Mismo mes y año se confirmaría con los mismos padrinos la que sería su esposa Clotilde Muñoz. El 17 de diciembre de 1852 recibe a cargo del obispo Juan Arbolí la primera tonsura, pero el dos de junio del año siguiente deja de asistir al coro por, según dice, causa legítima. Casó el día de San Sandalio de 1857 en Guadix con Clotilde Rosa Muñoz Porcel. Falleció en Guadix el 3 de marzo de 1906. Tuvo nueve hijos, pero solo seis llegaron a adultos. Entre los hijos, fueron dos de los que descendemos:

XVIII. A) María Catalina Miranda Muñoz (madre de Juan Bautista Casas Miranda, abuelo de nuestra madre). Nació el 17 de junio de 1858. Casó con Juan Ramón Casas Gallardo. Murió a los treinta años, en 1888.

XVIII. B) José María Miranda Muñoz (padre de Jesús). Nació el 3 de mayo de 1874 en Guadix. Era propietario. Casó en diciembre de 1891 con Enriqueta Cánovas Rodríguez. Murió el 4 de agosto de 1950 en Guadix. Tuvieron seis hijos, entre ellos nuestro abuelo, que sigue:

XIX. Jesús Miranda Cánovas (nuestro abuelo). Nació en 1892 en Guadix. Se licenció en Derecho en Granada y fue inspector del cuerpo general de policía en la misma ciudad. En 1922 casó en Guadix con Angustias Laó Fernández, con la que tuvo tres hijos, entre ellos nuestro padre, Torcuato Miranda Laó. Murió el 23 de julio de 1936 en Guadix durante los primeros días de la guerra civil.

XX. Torcuato Miranda Laó (nuestro padre). Nació el 8 de abril de 1935 en Guadix. Se licenció en Derecho en 1957 y accedió al cuerpo de intervención de la Armada, retirándose con el empleo de Coronel. Casó en 1964 con María del Carmen Rivas Casas, con la que tuvo siete hijos:

XXI.
  • Ana Patricia Miranda Rivas
  • Carmen María Miranda Rivas
  • Torcuato José Miranda Rivas
  • Jesús Miranda Rivas
  • Rafael Miranda Rivas
  • María del Rocío Miranda Rivas
  • Marcelo Fernando Miranda Rivas

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En clave de dos, Guadix

Al caer la noche, la Tierra se alboroza en un anhelo. Es la humedad marina viniendo. Al otro lado de Sulayr, hacia el Sur, ésta se encarama cual escalador en busca de su objetivo. Nunca las barreras físicas fueron óbice para el encuentro entre dos elementos tan distintos. Agua y Tierra. La y Él, no siendo ya sino ELLA. Truena en las cumbres en señal de lo que está por venir.

El calor de la tierra anima a la humedad en su búsqueda, una lo siente, otro la aspira. Abajo, el tiempo parece detenerse cuando lo que está en juego es la magia de la dualidad creadora. La Tierra vibra cuando al Agua se encuentra, y el escalofrío la recorre vereda abajo. Despacio, con delicadeza, el agua comienza a deslizar desde lo alto antes de abrazarla. Poco a poco, la escorrentía da paso al torrente entre los montes y las ramblas, que un día llamarán de Cea y Galamar. El Agua, donde la Tierra la abraza, nunca en otro lugar sino allí, en aquel momento en donde la primera va esculpiendo con suavidad a la segunda. Cíclicamente las venidas colman de sensaciones a la Tierra, la llenan de vida en cada oquedad, de tal modo que con el tiempo surgirá la creación de su encuentro en la memoria futura de sus próximos moradores.

El estruendo de su unión colma la suavidad anterior, y todo se acelera en pos de un final imaginado durante eones, mas nunca vivido. El clímax, imbuido del nómada espíritu, llega como de improviso. El Agua, torrente de la lluvia, enfila el Wadi. La Tierra respira y cobra vida durante el encuentro, moldeada, amasada como si el Demiurgo la estuviera observando, y adopta nuevas formas que le recordarán el encuentro, vibrantes y llenas de emoción. Todo aquel que pose mañana su fina mirada entre sus pliegues entenderá, al fin, lo que en ese momento ocurre.  

Testigos de excepción serán en el futuro los vecinos y paseantes de Wadi As, no otra sino Guadix, ELLA. Río de vida, pues fruto del encuentro de esta noche será. Y con su nombre homenajeará a aquellos dos jóvenes elementos que una noche se encontraron tras los convencionalismos, al abrigo de Sulayr.  

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Papeles en el viento


Los papeles revolotean al viento, en círculos, como vórtices de la voluntad arbitria del mismo. He visto esa imagen y pienso. De dónde sale, qué es lo que ocurre para que me lleve a preguntar por ella. Es acaso un ardid de la ilusión, o por el contrario metafórica certeza; la del tiempo.

Pienso, como digo, en ello al compás de las notas de un tiempo pasado, que por voluntad esta noche revivo. Lo traigo al presente como muestra del deseo de la perpetuidad de su huella. El compás del giro del papel marca el tempo necesario, entre vuelta y vuelta, de las preguntas que en este momento se amontonan en mí. ¿Pueden las personas cambiar si éstas no lo desean? Acaso semejan estas dudas la desesperanza de un hombre, o son, por el contrario, luz refulgente de la experiencia. Puede que ambas deban ir de la mano esta noche si deseo responder, o es posible que puedan, y no deban. Que las dudas ante desesperanza o experiencia se resuelvan con una posibilidad en lugar de un fatídico destino.

Me decanto por rechazar esta última opción, y orientarme hacia la posibilidad. La vida no deja de ser, en este momento, revisión de determinismo. Por tanto, si desesperanza y experiencia pueden o no ir de la mano, existe la posibilidad de una nueva reflexión. ¿Pueden las personas cambiar si éstas no lo desean? La pregunta se repite, mas ahora suena diferente, por cuanto que alejando la desesperanza, la experiencia toma el control de la cuestión. ¿Y qué alega? Que la voluntad, firme reflejo del YO, es capaz de generar, de imaginar mundos, de crear realidades intrínsecas al ser que se aboca al enconamiento. La voluntad del no, de negar el cambio porque es éste precisamente quien amenaza la construcción de la voluntad, es lo que empuja a pensar, como papel que en vórtice gira tendiendo al infinito, en la posibilidad de una respuesta negativa a esta pregunta.
La voluntad, según Frankl, empujaba a los hombres hacia la salvación o hacia su perdición; tendería ésta a ser decisiva. Pues bien. Así es. Para bien y para mal, la voluntad nos define como personas, y solo de nosotros depende domarla para tender y crear, para aprender y soñar, para crecer y cambiar, como papeles en el movimiento perpetuo de la existencia.   

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