tag:blogger.com,1999:blog-83028645891416223362024-03-06T05:42:00.172+01:00Desde el BauprésAnonymoushttp://www.blogger.com/profile/05567587939626351242noreply@blogger.comBlogger217125tag:blogger.com,1999:blog-8302864589141622336.post-88443013321199420432017-09-28T22:16:00.000+02:002017-09-28T22:16:19.486+02:00El héroe romántico<span style="font-family: "Calibri",sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0px;">Era de tal magnitud la impronta dejada en su ánimo
que se preguntaba si algún día ésta desaparecería por completo. Marca de
procelosas noches y reflexivas madrugadas, de onerosas diatribas entre el yo y
el nosotros y entre la dualidad adolescente del niño que juega a ser adulto.
Juegos que se demostraron inocentes de los intereses maduros, que pusieron de
relieve que seguía siendo un cándido aprendiz de la vida. Caminaba despacio
entre los árboles hoy, sí. Se adentró en las sombras, sin quejas ni lamentos.</span><b></b><i></i><u></u><sub></sub><sup></sup><strike></strike>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/05567587939626351242noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8302864589141622336.post-62643460246762828832017-09-28T19:37:00.000+02:002017-09-28T19:41:32.551+02:00De Sombras y Sonrisas<br />
<div style="margin: 0px 0px 11px; text-align: justify;">
<span style="font-family: "calibri";">>> Texto escrito tiempo atrás <<</span></div>
<div style="margin: 0px 0px 11px; text-align: justify;">
<span style="font-family: "calibri";"><br /></span></div>
<div style="margin: 0px 0px 11px; text-align: justify;">
<span style="font-family: "calibri";">Mirando hacia el parque, apoyado
en el tronco de un árbol rendido, un hombre bueno se encendía un cigarrillo. Al
tiempo que sonaba la yesca del encendedor se iluminó el rostro; calado el
sombrero a lo antiguo, esa mirada enfatizada por las sombras parecía fijarse en
un punto en la lejanía. </span></div>
<div style="margin: 0px 0px 11px; text-align: justify;">
<span style="font-family: "calibri";">A su diestra, sin duda el río
bajaría bravo tras las próximas lluvias que, como si se hicieran de rogar,
habían permitido a la tierra endurecerse de tal modo que el torrente se haría
inevitable. Como la tos que sobreviene al atragantamiento del sediento, el agua
correría sin mirar atrás, sin poder ser aprovechada. El hombre no podía dejar
de pensar en la ironía de aquel espectáculo, y en que para cuando ello
sucediera nadie sería testigo.</span></div>
<div style="margin: 0px 0px 11px; text-align: justify;">
<span style="font-family: "calibri";">El punto que tras el humo del
pitillo se dibujaba en las pupilas de nuestro hombre se movía. Una antigua
compañera de aventuras y viajes paseaba cercana a la vera, deteniéndose cada
poco para mirar a las nubes, como escudriñando un futuro que sin duda se
entremezclaba con su pasado, cuando no miraba al cielo. Él se lo preguntaba
desde el día en que marchó tomando el camino del curso, aguas abajo, allá en
donde otras orillas abrazaban aquel cauce. Se lo había preguntado incluso
cuando estaban cerca el uno del otro.</span></div>
<span style="font-family: "calibri";">Tiempo ha, ella había esperado su
llegada, mas él no había hecho acto de presencia. Tiempo en el que otras nubes
blancas aparecían como únicos huéspedes de aquel lugar. Hoy esas mismas nubes
cruzaban las crestas de la sierra cargadas de lluvia, moviéndose pesadamente,
cerniéndose despacio sobre el parque. La mujer alzó la vista y se detuvo. El
olor de la humedad le produjo inquietud, mas evocaba gratas imágenes, cuando la
lluvia resbalaba por su sonrisa. Él aguardaba.</span><br />
<span style="font-family: Calibri;"><br /></span>
<span style="font-family: "calibri";">Comenzando a llover, el recuerdo
de una promesa por cumplir la dejó vencerse a la tentación de tumbarse bajo las
gotas que, poco a poco, empapaban su rostro cada vez en mayor número. El río
cobraba vida en la lejanía y su fluir erizó su piel con emociones que creía
olvidadas tras tantos años. Sonreía —intuyendo con la milenaria serenidad que
la intuición otorga a las mujeres—, todo tenía su orden.</span><br />
<span style="font-family: Calibri;"><br /></span>
<span style="font-family: "calibri";">Extinguidas las últimas volutas
de humo en el trepidante crepitar de la lluvia contra su sombrero, el hombre se
preguntó si el río se desbordaría tras todo aquello, o si sería capaz de
conducir aquel torrente sobrevenido; si las márgenes del río asirían la lluvia
o la dejarían correr una vez más.</span><br />
<b></b><i></i><u></u><sub></sub><sup></sup><strike></strike><span style="font-family: "calibri";"></span>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/05567587939626351242noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8302864589141622336.post-66818561180078122052016-03-17T23:14:00.000+01:002016-03-17T23:16:51.166+01:00Un viajero llamado Uyuni<br />
<div style="margin: 0cm 0cm 8pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 8pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Y levantó la vista y los años de preparación, encarnando el
propio viaje desgarrando la piel de su rostro. Si —entre el polvo que levantó
al embragar— pudo haber una despedida, ésta quedó para el viento que sopló.</span></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 8pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Pájaro que volaba hacia la luz surcando las corrientes de
arena, no valiéndose de más alas que las de su propia moto; viendo amaneceres
despuntar entre torres de piedra que lo escoltaban. Allá a donde quiera que se
dirigiera en aquel tiempo, ese destino solo albergaría el impulso del nuevo
trayecto. No era, pues, ese viaje resultado de un final predicho o de una ruta
trazada, al contrario: viajaba por necesidad de sí mismo, de verse viviendo en
continuo desplazamiento. La moto, como el resto de la impedimenta, era
accesoria, si bien esta era su mejor herramienta para vivir. </span></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 8pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Se llamaba a sí mismo viajero, a sabiendas de que dicha
mención no era más que un ligero disfraz del que zafarse llegado el caso. Se
trataba de una especie de pasaporte que le permitía seguir adelante como uno
más de los muchos que recorren el mundo en moto. En el fondo él creía que
llegar significaba detener el latir del corazón bicilíndrico que lo alimentaba;
un corazón doble como dobles son los encuentros en el camino, donde el primer
beso esconde el último abrazo, y donde este último supone el primer paso del
que decide partir. Se disfrazaba de viajero circunstancial para no detenerse,
buscando no querer, deseando ser amante para siempre. </span></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 8pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Tiempo después llegaría al Salar de Uyuni. Era época de
lluvias, y la inmensa planicie boliviana se encontraba cubierta con un ligero
manto de agua. Las nubes se reflejaban en ella como si el mismo cielo hubiese
decidido partir también a su propio encuentro. Emocionado, arrancó la moto y se
adentró en el salar, perdiéndose en la fina línea horizontal que separaba el
doble corazón celeste.</span><br />
<span style="line-height: 17.12px;"><br /></span><span style="font-size: 12.0pt; line-height: 107%;"></span>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 107%;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiuF1VGu_BBjYlD_JYBFEY96CnCZ-j6FSFBrpjnqbyTKpN5qeRvRrAspfwpAIDWda5QoAE51RwUEPiA1ZlCBkceYHOYdzNZ1jYpBlxZ9GjccBjGBEq5wSoCbhLtvLGMwqWJRRIXLvHI73o/s1600/Salar-de-Uyuni-e1435769964958.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiuF1VGu_BBjYlD_JYBFEY96CnCZ-j6FSFBrpjnqbyTKpN5qeRvRrAspfwpAIDWda5QoAE51RwUEPiA1ZlCBkceYHOYdzNZ1jYpBlxZ9GjccBjGBEq5wSoCbhLtvLGMwqWJRRIXLvHI73o/s400/Salar-de-Uyuni-e1435769964958.jpg" width="400" /></a></span></div>
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 107%;"> </span></div>
<b></b><i></i><u></u><sub></sub><sup></sup><strike></strike>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/05567587939626351242noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8302864589141622336.post-79649356780181753812016-02-12T00:43:00.002+01:002016-02-12T00:46:57.956+01:00Viajando<span style="text-align: justify;">— Y tú, ¿por qué viajas?</span><br />
<div style="text-align: justify;">
— Algunos me lo preguntan, pero no creo poder responder con un porqué.</div>
<div style="text-align: justify;">
— Bien, entonces, ¿hacia dónde te diriges?<span class="text_exposed_hide">...</span></div>
<span style="text-align: justify;">— Diría que viajo hacia una proyección de mí mismo.</span><span class="text_exposed_show"></span><br />
<span class="text_exposed_show">
</span>
<div style="text-align: justify;">
<span class="text_exposed_show">— ¿Cómo lo haces? </span></div>
<span class="text_exposed_show">
<div style="text-align: justify;">
— Hace unos años aprendí que el cómo es variable. Se puede estar sin sentir, pero no se puede sentir sin estar. Viajo en permanente huida; no me busco, ruedo tras una ilusión que, precisamente por lejana, se mantiene viva. Si me acerco demasiado, huye de mí, no sin antes pasearse distraída. Viajo para llevar la maleta, para no ir a remolque.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</span><br />
<div class="text_exposed_show">
<div style="text-align: justify;">
En cierta ocasión esa ilusión estuvo a punto de quemarme. La recuerdo porque casi se hizo realidad. Entonces todos esos kilómetros, caminos y puestas de sol, esos rincones desaparecerían para mí, no serían necesarios; sentí miedo. Tiempo después me planteé si me empeñaba en mantener un orden de prioridades que ya no obedecía a mi ser, si era que el viaje había cambiado algo, y si la ensoñación ya no iba por delante mostrando la siguiente curva, sino por detrás de la estela de la moto. Si ya solo viajaba en automático. Qué hacer entonces, me dije. La duda me acompañaría durante un largo trecho. Se sucedieron las fotografías del camino: una aquí, en mi patio trasero de pinares serranos, otra allá, por paisajes más grises y pétreos, en el norte. Precisamente en uno de esos caminos rocosos, no ha mucho, despejé esa cuestión.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Sigo huyendo de mí para encontrarme en un futuro aún por escribir, porque la ilusión del principio vuelve a brillar en la lejanía, de tal manera que puedo seguir sus pasos. No me persigue. Me marca el camino por el que luego llegan los momentos y vivencias que, al caer la noche, repaso como fotografías de diversas edades. Del niño que juega al margen de la carretera, al hombre que se aparta de ella...</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
A veces miro atrás y no me reconozco, mas miro adelante y aprecio el porqué, el cómo y, sobre todo, el hacia dónde. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
— ¿Y el hasta cuándo?</div>
<div style="text-align: justify;">
— Imagino que el día que el mundo se contenga en una sonrisa.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi95OHFmyTyaqZ58yIqGxARJQuIv4Ed9U6LORGjcjHIq7OA7ITKhBtRodHbN6T-P0mFkKFthS8ubDNKU5eqAulablCcqIuA8xiD00tM7VmL5NHXiafh58ILKOPw-mGCrEBQ8CJl4orniLE/s1600/Puesta.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="275" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi95OHFmyTyaqZ58yIqGxARJQuIv4Ed9U6LORGjcjHIq7OA7ITKhBtRodHbN6T-P0mFkKFthS8ubDNKU5eqAulablCcqIuA8xiD00tM7VmL5NHXiafh58ILKOPw-mGCrEBQ8CJl4orniLE/s640/Puesta.jpg" width="640" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/05567587939626351242noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8302864589141622336.post-57975593029113147092015-12-17T23:23:00.000+01:002015-12-17T23:30:45.388+01:00El valle de Valhondillo<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPmsrG2UcaMAYxa2HQm6K38exXSxrY08_9l5JW0jRwAOCBHMyUqgMrq0tqTyEszIdt8CU884GpT9kd406d1di1OeI9H53LFnCCX1sAeCVrNrO8rhyphenhyphenc4hr1CohBWuzwBWQHrsUiOEUx5Nk/s1600/tejo.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPmsrG2UcaMAYxa2HQm6K38exXSxrY08_9l5JW0jRwAOCBHMyUqgMrq0tqTyEszIdt8CU884GpT9kd406d1di1OeI9H53LFnCCX1sAeCVrNrO8rhyphenhyphenc4hr1CohBWuzwBWQHrsUiOEUx5Nk/s320/tejo.jpg" width="320" /></a></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 8pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Cabalgando la estepa divisa al fondo una silueta que recuerda
a una dama dormida. Aprieta el paso y la dama, que no responde a este mundo de
los hombres, crece ante él. Guarda el paso de las Edades camuflada tras un halo
de espesa vegetación, escondiendo entre los pliegues de su geografía nieblas
permanentes y, tras ellas, cientos de árboles de toda condición. Diríase que el
tiempo no transcurre entre sus lomas, y que los tejos, tan míticos como
venenosos, se enraízan en la tierra con ánimo inmortal, pues muchos de ellos
superan los mil años, llegando algunos hasta los tiempos en que el Imperio
Romano trazaba sus caminos no lejos de allí.</span></div>
<br />
<div style="margin: 0cm 0cm 8pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Avanza el jinete al galope atravesando los primeros arroyos
y, al fin, se adentra en la verde espesura. Busca al decano que guarda el valle
de Valhondillo pues solo él alberga la respuesta que anhela y… Quién sabe si
algo más. Hace lustros que tuvo que marchar, pues él no era sino la sombra de
una ilusión de futuro. Una respuesta no pronunciada ante una pregunta por
formular, pero que no obstante en cada nuevo amanecer tomaba cuerpo. Por eso se
fue. No quiso correr el riesgo de ser una respuesta inconclusa. Atrás quedó
ella, su misma deidad inmortal la cual, en el último momento, le confió su
propio y largo futuro en forma de anillo; quiso asegurarse de que no la
olvidaría. Y él galopó hacia el Oeste perdiéndose tras el horizonte.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></div>
<br />
<div style="margin: 0cm 0cm 8pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Afronta ya el último quiebro del camino, una vez superada la
niebla del valle. El sol colorea el verde de naranja-promesa y todo refulge.
Desmonta del caballo y clava la bota en la misma tierra que lo vio nacer, antes
de que ella fuera siquiera una sonrisa tras un lienzo. Apurando el sendero se
presenta ante el tejo. Resuena la tierra húmeda y huele el frescor de la vida apenas
satisfecha, recién alumbrada al mundo emanando del decano y se pregunta, qué
extraño hechizo conserva aquel lugar. Terminando de fluir dichos pensamientos
roza el anillo una presencia de luz que al poco ciega al jinete. Volviéndose
ante aquello queda desarmado, pues todos los ojos de la historia de sus
antepasados, de las vidas vividas y por vivir, del tejo y de los seres de
Valhondillo se han posado sobre él y, por encima de todos ellos, se perfila
ella. En ese momento conserva la pregunta, materializada al fin tres mil leguas
atrás, mas la respuesta, deseoso de poseerla, la tiene frente a él. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></div>
<br />
<div style="margin: 0cm 0cm 8pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Ella, tan frágil y tan poderosa. Ella, tan dueña de sí que se
dejó guardar por algo menor que sí misma. Ella, no otra sino la deidad de las
crónicas, de la estirpe protectora de todo lo vivo que puebla la creación.
Ella, tan bella e inmaculada, tomándolo de las manos y sonriendo. </span></div>
<br />
<div style="margin: 0cm 0cm 8pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Nunca una pregunta llegó tan lejos. </span></div>
<b></b><i></i><u></u><sub></sub><sup></sup><strike></strike>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/05567587939626351242noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8302864589141622336.post-57565214055300166772015-11-20T00:35:00.000+01:002015-11-20T00:35:00.114+01:00Complejidad
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 8pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: Calibri;">Si, pensando que hoy somos complejos, caemos en la cuenta de
que hace años también lo éramos y, aun así, nos sentimos diferentes a entonces,
podemos concluir que la diferencia entre nosotros y el mundo quizá no se
encontrara en la dificultad de nuestro mundo interior, como en su día creímos. </span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 8pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: Calibri;">Puede simplemente ocurrir que seamos conscientes de que no
somos tan especiales, que seguramente los demás —y a su manera— experimenten lo
mismo, aun de manera imperceptible. Es la broma de la experiencia. Aquella
sonrisa sardónica del Destino que pensábamos condescendiente. Y lo mejor es,
qué duda cabe, que seguimos cambiando. Mañana no seremos “especialmente
complejos”, resultaremos potencialmente capaces de manejar nuestro yo desde nuevas
perspectivas. Del joven que se cuestiona al adulto que analiza la madurez prematura
con una visión no necesariamente subjetiva. He ahí que podremos ser mejores. Tenderemos
a ser “complejos humildes”. </span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 8pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: Calibri;">¡Qué irónica secuencia la de clavar los ojos a través de los
años y comprobar la relación entre juventud y soberbia! Qué sorpresiva se
demuestra la realidad de nuestro ahora, tan, en suma, parecida y tan diferente
a la de entonces —pues no somos sino menos soberbios que ayer pero más que
mañana—. Y viviendo nuestras contradicciones de ayer saboreamos los matices que
nos estaban vedados, disfrutándolos como si fueran hoy y sonriendo aun en los
más amargos; el tiempo no sana, enseña a construir andamiajes para emociones
que nos engañan por nuestra soberbia. La sencillez con la que podemos mirar
atrás y discernir lo que parecía una madeja de pensamiento es la señal del
cambio, cuántico si se quiere, por cuanto la única herramienta de la intuición
alcanza cotas que estaban lejos del alcance de la razón. No éramos ni somos
complejos, solo vivimos construyendo un sentido que tiende a lo simple y que se
revela mirando nuestras huellas. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 8pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: Calibri;">Como siempre, lo más grande se refugia en lo más pequeño. La
intuición no solo advierte, moldea y aclara. Construye nuestro yo iluminando
las claves que, en conjunto, simplifican y dotan de sentido a nuestra
existencia. Y nunca se detiene. Nos lleva a lo simple, que no es sino decir,
con la madurez. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></span></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/05567587939626351242noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8302864589141622336.post-9713139250313589782015-10-23T00:08:00.000+02:002015-10-23T00:08:33.320+02:00El hombre cano y el vaso de leche
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 8pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: Calibri;">El hombre cano tras la ventana miraba sin ver. Sus ojos
perdían la verdad ante sí en favor de la imagen paralela de lo que fue. En
aparente fuga la realidad, que sin duda existía aunque no fuera tangible, se
deslizaba entre las copas de los árboles de la vera del río. </span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 8pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: Calibri;">Se trataba de un amanecer de octubre, de esos en los que el
frescor de la noche rasa comienza a adueñarse del paisaje, deslizando el ocre
de las hojas hacia su aparente fin. La noche anterior se había revelado
insuficiente y, con pereza, comenzaba a despedirse al tiempo que él contemplaba
cómo la rueda del nuevo día se ponía en marcha. De pie, vaso de leche en mano
—tal que en aquel tiempo, mas sin cigarrillo—, sentía tras de sí la atención
que penetra de un recuerdo que él creía ya olvidado. </span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 8pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: Calibri;">Desviando la mirada de soslayo intuyó la presencia de una
forma que, de pura luz, dejaba en sombra lo demás. Bebiendo un sorbo y sin
volverse, sintió el frío del vaso de cristal entre sus dedos y éste se expandió
por todo su cuerpo como el escalofrío de una certeza inesperada. No parecía
estar loco si conjugaba las sombras con el recuerdo y la luz con la sonrisa, y
cómo ambos universos del ayer y del frustrado mañana corrían de la mano como
entidades únicas. Por eso no se volvió. Porque sabía que aún juntos seguirían
separados. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 8pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: Calibri;">Volviendo la vista hacia el río los pájaros se arremolinaban
caóticamente en torno a las ramas más provechosas; el sol ya despuntaba por su
izquierda y teñía de dorado el malva, por lo que el hombre cano, saliendo
camino del paisaje que lo rodeaba dejó atrás el frío vaso para respirar el aire
del nuevo día. Crujían la tierra y la arena bajo él. Estaba vivo y eso era lo cierto.
<o:p></o:p></span></span></div>
<span style="font-family: "Calibri",sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">Iluminado por la luz del sol, la sombra quedando a su
derecha, el ayer detrás. Sonreía. </span>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/05567587939626351242noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8302864589141622336.post-20457387108734999262015-01-03T20:22:00.000+01:002015-01-05T09:36:44.701+01:00Nuevas luces acerca de Carlos Fernando de Austria<div abp="16">
<div abp="607">
Transcripción del artículo escrito por mí acerca de la vida del canónigo don Carlos Fernando de Austria (*1639, +1696), publicado el 2 de enero de 2015 en la revista anual "Nieve y Cieno" de Guadix y comarca.</div>
</div>
<div abp="17">
<div abp="609">
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<div abp="19" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
<div abp="612">
<b abp="20" style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span abp="21" style="font-size: 14pt; line-height: 115%;"><span abp="22" style="font-family: Calibri;">NUEVAS LUCES ACERCA DE
CARLOS FERNANDO DE AUSTRIA<o:p abp="23"></o:p></span></span></b></div>
</div>
<div abp="24">
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<div abp="25" align="right" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: right;">
<div abp="619">
<span abp="26" style="font-family: Calibri;">Por: <b abp="27" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Marcelo Fernando Miranda Rivas</b><o:p abp="28"></o:p></span></div>
</div>
<div abp="29">
</div>
<div abp="30" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div abp="625">
<span abp="31" style="font-family: Calibri;"><b abp="32" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Carlos Fernando de Austria</b>, canónigo de
la catedral de Guadix, había nacido en 1639 fruto de los amores entre el rey <b abp="33" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Felipe IV</b> y la vizcaína <b abp="34" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Casilda Manrique de Luyando y Mendoza</b>,
Guarda Mayor de las damas de su primera mujer, la reina <b abp="35" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Isabel de Borbón</b>. A los pocos meses de nacer, y como era costumbre,
fue apartado de su madre y enviado a Flandes a cargo de su tío el Cardenal
Infante don <b abp="36" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Fernando de Austria</b>. A
la muerte de éste en 1641 fue llamado criar por el Rey y traído de vuelta a la
capital de España, en donde fue mantenido y educado en secreto. Sabíamos que
había casado con una madrileña de nombre <b abp="37" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Francisca
Díaz Cabantero</b>, de cuyo seno nacieron tres hijos, uno de las cuales resultó
ser una niña nacida en torno a 1668 llamada <b abp="38" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Mariana Fernando de Austria</b>. Conocíamos también que al fallecer su
mujer, Carlos Fernando fue ordenado sacerdote por el obispo de Palacio y
enviado a ocupar una canonjía vacante en Guadix. Allí, junto a su hija se
instaló en 1691, donde tres años después ésta contrajo matrimonio con <b abp="39" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Juan Manuel de Cea Carvajal</b>. Carlos
Fernando continuó sus labores como canónigo hasta su muerte en la misma ciudad en
1696, antes de conocer a su nieta <b abp="40" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Francisca</b>,
llamada así en honor a su abuela, que nacería en 1701 en Guadix e iniciaría la
descendencia accitana del linaje. Estos eran los datos que sabíamos hasta hoy,
y que ahora completamos.<o:p abp="41"></o:p></span></div>
</div>
<div abp="42">
</div>
<div abp="43" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div abp="639">
<span abp="44" style="font-family: Calibri;">La vida de
este personaje ha sido tratada en el pasado por diversos investigadores,
historiadores, escritores o personas interesadas en nuestro canónigo. Cabe
citarse, entre otros, a <b abp="45" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Carlos Asenjo
Sedano</b>, <b abp="46" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Sergio A. Rodríguez Sánchez</b>,
<b abp="47" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Antonio Enrique</b>, <b abp="48" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Francisco José Fernández Segura</b> y, muy
especialmente, <b abp="49" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Sergio A. Rodríguez Leyva</b>
y <b abp="50" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Carmen Hernández Montalbán</b>, sin
cuya labor el relato de su biografía estaría aún dando sus primeros pasos.
Todos ellos han ido poco a poco aportando nuevos y reveladores documentos y datos
sobre la vida de <b abp="51" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Carlos Fernando de
Austria</b> que, como no podía ser de otra manera, suscitan hoy un nuevo
interés entre sus descendientes e historiadores.<o:p abp="52"></o:p></span></div>
</div>
<div abp="53">
</div>
<div abp="54" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div abp="651">
<span abp="55" style="font-family: Calibri;">El hallazgo
hace unas semanas de un documento inédito ha redoblado los esfuerzos por
profundizar en la vida de este “pequeño secreto” de <b abp="56" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Felipe IV</b>. Se trata del testamento ológrafo del propio Carlos
Fernando, que abre nuevas vías y posibilidades de investigación. Una casualidad
me llevó a dar con el mismo, al encontrarlo referenciado en una publicación
cordobesa de 1954. Gracias a la inestimable ayuda de <b abp="57" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Sergio A. Rodríguez Leyva</b>, conseguimos ponernos en contacto con el
archivo que lo custodia en la ciudad de Córdoba. Entonces no lo sabíamos, pero
Córdoba se iba a revelar como uno de los hitos más importantes en la vida del
canónigo Austria. <o:p abp="58"></o:p></span></div>
</div>
<div abp="59">
</div>
<div abp="60" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div abp="658">
<span abp="61" style="font-family: Calibri;">El testamento,
otorgado ante el escribano de Córdoba, está fechado el día 20 de febrero de
1690 en dicha ciudad y se compone de siete folios manuscritos por Carlos
Fernando. En él se detallan tanto sus últimas voluntades como los
acontecimientos más importantes de su vida, aportando nuevos datos que
clarifican episodios de los que hasta hoy solo teníamos ciertos indicios. Además,
del propio testamento se han derivado otra serie de documentos que ayudan a
definir la historia del canónigo. Pasaremos pues a relatar su vida apoyados en
los nuevos cimientos hallados.<o:p abp="62"></o:p></span></div>
</div>
<div abp="63">
</div>
<div abp="64" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div abp="663">
<span abp="65" style="font-family: Calibri;"><b abp="66" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Felipe IV</b> era un rey apuesto, que
además de las funciones de Gobierno gustaba del llamado galanteo con las damas.
Fruto del mismo ya había tenido sonados deslices que habían provocado los
rumores de la Corte, las iras de la Reina y el alejamiento del niño, si lo
hubiere, como sucedió con el conocido <b abp="67" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Juan
José de Austria </b>diez años antes, habido con la actriz <b abp="68" style="mso-bidi-font-weight: normal;">María Inés Calderón</b>, y apartado a Ocaña; como bien relató <b abp="69" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Sergio A. Rodríguez Leyva</b> en este mismo
medio el año pasado. También explica cómo <b abp="70" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Casilda
Manrique de Luyando y Mendoza</b>, en estado de temprana viudez, terminó siendo
nombrada en 1634 Señora de Honor y Guarda Mayor de las damas de la reina <b abp="71" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Isabel</b>. El Rey pudo fijarse en ella
desde el principio, y por el año 1638, ya con dilatada experiencia palaciega,
Casilda debió de ir cediendo poco a poco a las finezas del monarca. Fruto de
estos encuentros nació al año siguiente nuestro canónigo, a quien se le bautizó
con los nombres de los dos hermanos del Rey: <b abp="72" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Carlos Fernando de Austria</b>. <o:p abp="73"></o:p></span></div>
</div>
<div abp="74">
</div>
<div abp="75" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div abp="675">
<span abp="76" style="font-family: Calibri;">Ante tal
acontecimiento, y siguiendo la costumbre, se tomó la decisión de alejar al
recién nacido, encomendándole dicha misión al hermano del Rey, el Cardenal
Infante <b abp="77" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Fernando de Austria</b> quien,
según relata el testamento y memoriales, lo llevó consigo a Bruselas, en los
Estados de Flandes, siendo como era Gobernador General de los Países Bajos
Españoles. Casilda, apartada de su niño, continuaría ejerciendo su cargo en
Palacio. Un escenario que no se alargaría. Corría el año 1641 cuando en el día
9 del mes de noviembre, el Cardenal Infante enferma y muere en el transcurso de
una batalla. Ante tal situación a principios de 1642, y siempre según el relato
testamentario y del de los memoriales, el niño que apenas tendría tres años, es
reclamado por el Rey y traído a la Corte con el fin de ser alimentado y educado
con el amparo de la Casa Real. <o:p abp="78"></o:p></span></div>
</div>
<div abp="79">
</div>
<div abp="80" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div abp="681">
<span abp="81" style="font-family: Calibri;">Sin embargo,
el feliz encuentro de Carlos Fernando con su madre Casilda duró unos meses,
pues a finales de año ésta debe partir a la Corte austriaca en compañía de su
hija Francisca, en calidad de Señora de Honor de la emperatriz <b abp="82" style="mso-bidi-font-weight: normal;">María Ana de Austria</b>. En la Corte
extranjera, Casilda fue los primeros cuatro años Señora de Honor entre las
damas españolas de la Emperatriz, pero al fallecer ésta en mayo de 1646, por
Real Cédula fue nombrada Guarda Mayor al servicio de la infanta y futura reina
consorte <b abp="83" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Mariana de Austria</b>, de apenas
trece años de edad. En 1649 regresó con el mismo cargo a España, acompañando a
Mariana en sus esponsales de Navalcarnero con su tío, el rey <b abp="84" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Felipe IV</b>. <o:p abp="85"></o:p></span></div>
</div>
<div abp="86">
</div>
<div abp="87" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div abp="689">
<span abp="88" style="font-family: Calibri;">Pasaron los
años y Carlos Fernando maduró y creció. Así, declara en su testamento que
contrajo un primer matrimonio en Madrid —que debió producirse entre 1657 y
1661— con doña <b abp="89" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Isabel Garrido Muñoz</b>,
hija legítima de don <b abp="90" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Alonso Garrido</b>
y de doña <b abp="91" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Isabel Muñoz</b>, vecinos de
Huete, Cuenca. Declara asimismo que su mujer no trajo dote alguna a su
matrimonio, y que cuando falleció le quedaron muy pocos bienes: “como constará
por el inventario que hice de ellos en la Villa de Madrid ante <b abp="92" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Gabriel Pacheco</b>, Escribano de su
Majestad y juez de ella”. De este primer matrimonio, entre los años 1657 y 1665
nació su primer hijo, llamado <b abp="93" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Francisco
Fernando de Austria</b> que, andando el tiempo, sería “religioso agustino
calzado de la provincia de Castilla”, que a fecha del testamento tenía su “conventualidad”
en el colegio de doña María de Aragón, Madrid. Sin embargo, el matrimonio de <b abp="94" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Carlos Fernando de Austria</b> con su
primera mujer duró poco, pues ésta murió antes de 1665 en Madrid. No es difícil
imaginar las dificultades que atravesaría nuestro canónigo. No obstante al año
siguiente, en 1666 casó por segunda vez. En esta ocasión se trató de doña <b abp="95" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Francisca Díaz de Lavandero y Córdoba</b>
—escrito indistintamente como Díez de Labandero—, pariente del primer <b abp="96" style="mso-bidi-font-weight: normal;">marqués de Torrenueva</b>, e hija de don <b abp="97" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Jerónimo Díaz de Lavandero</b>, natural de
las “montañas de Burgos”, Cantabria, del valle de Cabezón de la Sal, y de doña <b abp="98" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Juana de Córdoba</b>, natural de Toledo, ambos
vecinos de Madrid. Carlos Fernando declaró asimismo que doña Francisca Díaz de
Lavandero trajo de dote veinte mil setenta y tres reales, “como constará de la
Carta Dotal que a su favor otorgué ante <b abp="99" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Juan
Reales</b>, Escribano de su Majestad y juez de Madrid, de fecha en dicha villa
en treinta de enero del año de mil seiscientos sesenta y seis”. De esta manera,
Carlos Fernando llega al año 1668 cuando tiene un nuevo vástago, que en esta
ocasión se tratará de una niña, a la que llamó <b abp="100" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Mariana Fernando de Austria</b> en honor y sin duda buscando la
protección de la Reina Regente <b abp="101" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Mariana
de Austria</b>, quien tenía muy buena relación con <b abp="102" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Casilda Manrique de Luyando</b>, su madre, desde los tiempos de la
Corte austriaca. Aún tendría un tercer hijo, como declara su testamento, que
debió de nacer entre los años 1669 y 1671, y que llamó <b abp="103" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Antonio Fernando de Austria</b>. Con los años también este hijo varón
se haría religioso, en este caso trinitario calzado en el convento de la
Santísima Trinidad de Calzados de la ciudad de Córdoba. <o:p abp="104"></o:p></span></div>
</div>
<div abp="105">
</div>
<div abp="106" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div abp="709">
<span abp="107" style="font-family: Calibri;">El año 1670
será sin duda muy triste para Carlos Fernando. Sabedor de la fragilidad de su
madre Casilda, que empezaba a dar muestras de quebranto en su salud, y
consciente del incierto futuro que podía depararle al ser hijo natural del
fallecido rey <b abp="108" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Felipe IV</b>, y por tanto
medio hermano del desvalido rey <b abp="109" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Carlos
II</b>, en el mes de mayo obtiene una reserva de plaza para su hija Mariana, de
apenas dos años, en la iglesia de San Nicolás de Madrid, nombrándola en una de
las dotes de la memoria que para remediar huérfanas fundó en dicha iglesia don <b abp="110" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Juan de Herrera</b>, nombramiento que a su
favor hizo el licenciado don <b abp="111" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Gregorio de
Anguiano</b>. Además, años después consiguió con la intermediación del <b abp="112" style="mso-bidi-font-weight: normal;">marqués del Carpio</b> la posibilidad de
entrar como religiosa en el convento de Jesús Crucificado de Córdoba, en la
primera plaza que vacase, si así era su voluntad. De esta manera empezamos a
ver la preocupación que sentía Carlos Fernando por el futuro de su hija. Llegó
el mes de agosto y su madre <b abp="113" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Casilda
Manrique de Luyando</b> muere en Madrid. <o:p abp="114"></o:p></span></div>
</div>
<div abp="115">
</div>
<div abp="116" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div abp="720">
<span abp="117" style="font-family: Calibri;">En la
ejecución testamentaria de su madre, estudiada por <b abp="118" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Sergio A. Rodríguez Leyva</b>, aparece nombrado Carlos Fernando como
criado de Casilda. Se trataría pues de una forma de poder recibir algo de su
madre, en concepto de criado, sin que de esta forma pudiera reconocerse su
filiación. A este respecto, conviene apuntar que hasta la muerte de su madre,
Carlos Fernando firmaba solo con su nombre, sin el propio apellido Austria,
como también vemos en la carta dotal que firmó en el año 1666 a favor de su
segunda mujer. En ella, para desviar rumores, se decía ser natural de Alemania.
No obstante, su delicada letra puesta de manifiesto en su testamento ológrafo,
en sus firmas, y en el testimonio que aparece escrito por él mismo detrás del
certificado de defunción de Casilda, indica a las claras su esmerada educación.
En este último documento deja entrever ya que la finada era su madre,
anotándolo con una abreviatura. <span abp="119" style="mso-spacerun: yes;"> </span><span abp="120" style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p abp="121"></o:p></span></div>
</div>
<div abp="122">
</div>
<div abp="123" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div abp="728">
<span abp="124" style="font-family: Calibri;">Con motivo de
esta muerte, casado y con tres hijos, en el año 1671 se ve obligado a escribir
a la <b abp="125" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Reina Regente</b> un memorial
pidiendo acomodo y ocupación en cualquier asunto que dispusiera Su Majestad. Lo
pide en razón de haberse criado con el amparo de la Casa Real y por hallarse en
condiciones para cumplir cualquier encargo que ésta pudiera hacerle merced. <o:p abp="126"></o:p></span></div>
</div>
<div abp="127">
</div>
<div abp="128" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div abp="734">
<span abp="129" style="font-family: Calibri;">El año 1675
constituirá otro periodo de cambios para nuestro canónigo. Su mujer muere en
Madrid. Pero Carlos Fernando, antes del fallecimiento de <b abp="130" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Francisca</b>, obtiene un poder de ella para que, en su nombre,
otorgase testamento en Madrid, lo que así hizo ante el escribano de Su Majestad
don <b abp="131" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Jerónimo de Espinosa</b>, quien
asistía en el Consejo Real de las Indias, con fecha 24 de abril de 1675. En el
propio testamento de Carlos Fernando de 1690, declara que la última voluntad de
Francisca está cumplida. <o:p abp="132"></o:p></span></div>
</div>
<div abp="133">
</div>
<div abp="134" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div abp="741">
<span abp="135" style="font-family: Calibri;">Ante su nueva
e inesperada viudedad, en el año 1676 se vio por segunda vez obligado a
escribir a la <b abp="136" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Reina Regente</b> un
memorial en atención a su mucha necesidad, y “por no haber tenido efecto
cuantos decretos hizo a mi favor Su Majestad”. Nuevamente pide ayuda a la Reina
para que mande al Mayordomo Mayor que le ocupe en cualquier asunto. A la vista
de este segundo memorial y de lo que el propio Carlos Fernando declara en su
testamento, en donde dice que el rey Felipe y la Reina Regente continuaron
alimentándole y amparándole, se deduce que este memorial surtió algún efecto
positivo en la vida de nuestro canónigo. <o:p abp="137"></o:p></span></div>
</div>
<div abp="138">
</div>
<div abp="139" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div abp="747">
<span abp="140" style="font-family: Calibri;">Después del
año 1677 y en todo caso antes de 1685, <b abp="141" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Carlos
Fernando de Austria</b> es ordenado sacerdote por el obispo de Palacio, <b abp="142" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Antonio de Benavides y Bazán</b>, amigo de
su madre, patriarca de Indias y arzobispo de Tiro. Posteriormente fue enviado
por una Real Cédula a Córdoba para ocupar una canonjía vacante en la “Iglesia
Real y Colegial del Señor San Hipólito”, hoy llamada Real Colegiata de San
Hipólito, instalándose en la colación de San Nicolás. Es en esta ciudad en
donde se encontraba, como dijimos, su hijo menor Antonio. Sabemos que el 8 de
febrero de 1685 otorgó un poder a favor de <b abp="143" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Martín
Gavilán y Tello</b> para que en su nombre cobrase del Consejo de la ciudad de
Málaga 200 ducados que por Real Cédula le había hecho gracia el Rey, “sobre los
propios y rentas de la ciudad”. Así, en su oficio como canónigo en Córdoba
pasaron tres años más, hasta que en 1688 volvemos a encontrar una referencia
suya en la renuncia a la legítima paterna y materna que a 8 de abril del mismo,
hizo su hijo fray Antonio ante el escribano público <b abp="144" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Juan de Paniagua</b> en favor de su hermana Mariana, que por entonces
seguía viviendo con su padre. Esta renuncia se sumaría a la que en su día
hiciera su hijo mayor, Francisco. <span abp="145" style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p abp="146"></o:p></span></div>
</div>
<div abp="147">
</div>
<div abp="148" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div abp="757">
<span abp="149" style="font-family: Calibri;">Llegamos al
año 1690. Carlos Fernando debía sentir que le fallaban las fuerzas, tenía 51
años cuando otorgó su testamento en la ciudad de Córdoba el 20 de febrero. En
él, hace referencia a su cuidado durante tres años por parte del <b abp="150" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Cardenal Infante</b>, probándolo con una
información que muestra ante “el señor <b abp="151" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Don
Juan del Corral Paniagua</b>, siendo alcalde de la Corte en el oficio de <b abp="152" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Pedro de Careaga</b>, Escribano de
Provincia, y ante <b abp="153" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Pedro del Pozo</b>,
Escribano de su Majestad”. Relata también que su vuelta a España se produjo por
mandato del rey <b abp="154" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Felipe IV</b> y su
posterior educación, cuidado y alimentación corrieron por parte del mismo y de
la reina regente Mariana. Hace alusión a su fervorosa fe, pide a Dios por la
salvación de su alma y manda misas de Réquiem, ordena limosnas, manda cobrar a
sus albaceas lo que se le deba, y pagar lo que conste que se debe. Manda
también que su cuerpo sea enterrado en la Iglesia de San Hipólito, y que
muriendo fuera de la dicha ciudad de Córdoba, se realice allá en donde él tenga
cargo u ocupación. Manda además que se digan trescientas misas por su ánima y
las de sus dos mujeres, que se manden cien reales para una alhaja que sirva en
la sacristía de la iglesia de San Hipólito, que se den tres ducados de limosna
a la iglesia donde estuviere, uno a la Fábrica, otro a la Casa Santa de
Jerusalén y otro destinado a la redención de los cristianos cautivos en tierras
de infieles. En el citado testamento, nombra tutor y curador de la persona y
bienes de <b abp="155" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Mariana Fernando de Austria</b>,
su hija, a <b abp="156" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Nicolás Díaz de Lavandero</b>,
oficial mayor de la secretaría de Alcántara y Calatrava y juez de la villa de
Madrid, rogando que no se pidan garantías al mismo por constarle a él su
calidad, además de ser el tío de su hija. Manda también que, una vez fallecido,
se escriba un memorial al rey <b abp="157" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Carlos II</b>
y a la <b abp="158" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Reina Madre</b>, en el que conste
el desamparo y soledad en que quedará su hija Mariana, para que así le hagan
merced de dar alguna ayuda de costa para tomar estado. También pide al
presbítero canónigo de San Hipólito, <b abp="159" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Cristóbal
Tejero de Almogávar</b>, que cuide de su hija para que esté con la debida
decencia en el internado al que se dispone a llevarla su tío. Declara también
que deja un libro de “cubierta de pergamino” escrito de su mano y firmado, siendo
su voluntad que se cumpla lo que en él se contenga, además de que se cumpla el
memorial o memoriales que en su caso y de su mano estuvieren escritos y
fueren presentados por dos de sus hermanos canónigos en el plazo de seis días
desde su muerte. Ordena que a las criadas y al paje que estuvieran a su
servicio al momento de su muerte, se les pague lo debido y dos meses más de
ración, además de asignarles ciertos objetos. Para pagar todo lo mandado,
ordena a sus albaceas y heredera que dispongan de sus bienes y hacienda, y
sobrando algo una vez cumplido, instituye única y universal heredera a su hija,
<b abp="160" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Mariana Fernando de Austria</b>, no
llamando a sus dos hermanos a la herencia por tenerla renunciada en su momento.
Termina revocando y anulando cualquier testamento, manda o legado escrito con
anterioridad a éste. Da fe el escribano de la ciudad de Córdoba, siendo
testigos don <b abp="161" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Antonio de Abendaño</b>,
Clérigo Capellán, <b abp="162" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Alonso de Molina Enciso</b>,
Procurador del Número de la ciudad de Córdoba y <b abp="163" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Francisco Alonso</b>, maestro albardonero, vecinos de Córdoba. </span></div>
</div>
<div abp="231" class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a abp="232" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjC5aE34i1pHDx9rFu9NXLIwRe_-ILjfYkIFNnx88mmGSvCjVpFg3ClKgwmLZSSW8E8eeTYP4q5F7-PL-9zICYiu89QLG2LoMlZin1NzQJzw8l1GS0rP4BlkoCwWIhMOSMxrQvImOIPKco/s1600/firma2.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img abp="233" border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjC5aE34i1pHDx9rFu9NXLIwRe_-ILjfYkIFNnx88mmGSvCjVpFg3ClKgwmLZSSW8E8eeTYP4q5F7-PL-9zICYiu89QLG2LoMlZin1NzQJzw8l1GS0rP4BlkoCwWIhMOSMxrQvImOIPKco/s1600/firma2.jpg" height="129" width="320" /></a></div>
<div abp="776" align="center" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: center; text-indent: 14.2pt;">
<div abp="777">
<span abp="778" style="font-family: Calibri;">Firma
personal de Carlos Fernando de Austria.</span></div>
</div>
<div abp="779" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div abp="780">
<span abp="781" style="font-family: Calibri;">Pareciera que
nuestro canónigo fuese a morir en Córdoba, sin embargo una Real Cédula de fecha
6 de diciembre de 1690 iba a dar un inesperado giro final a su vida, y con ella
se hilvanara su historia en la de Guadix, que no es sino decir, con todos
nosotros.</span></div>
</div>
<div abp="782" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div abp="783">
<span abp="784" style="font-family: Calibri;">Como decimos,
el 6 de diciembre de 1690 se expide Real Cédula con un destinatario, <b abp="785" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Carlos Fernando de Austria</b>, canónigo de
la Iglesia Real y Colegial de San Hipólito de Córdoba, medio hermano del Rey.
Muy posiblemente dicha cédula fuera consecuencia de las influencias que don <b abp="786" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Antonio de Benavides</b>, obispo de
Palacio, tenía en la Corte y en el propio Guadix, con fuertes vínculos
familiares. Ante tal nombramiento, Carlos Fernando otorgó un poder con fecha 23
del mismo mes, designando al arcediano de la catedral de Guadix, doctor don <b abp="787" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Francisco Delgado</b>, para que en su
nombre tomase colación y posesión de la prebenda que le había concedido el Rey,
que no era otra que la de ocupar una canonjía vacante en el cabildo de dicha
catedral. Entre tanto y hasta su instalación definitiva en Guadix, pasaron los
meses de invierno en los que se detendría en cerrar los diferentes asuntos que
le tuviesen ocupado al tiempo de la recepción de dicha Real Cédula. </span></div>
</div>
<div abp="788" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div abp="789">
<span abp="790" style="font-family: Calibri;">Con el mes de
marzo, llega el día en que <b abp="791" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Carlos
Fernando de Austria</b> por fin llega a Guadix para instalarse. Era el día 7 de
marzo de 1691 y con él trae también a su hija Mariana. Unos días más tarde, el
19, tomaba posesión de su canonjía en el cabildo catedralicio, donde
desempeñaría sus funciones con gran diligencia, como por ejemplo su mediación
ante los orfebres de Córdoba para la adquisición, por parte del cabildo, de la
Custodia para la festividad del Corpus Christi, que había sido diseñada por <b abp="792" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Alonso Cano</b>. En tiempos de su llegada a
Guadix, la catedral estaba aún en construcción, si bien la importancia de dicha
sede episcopal era y es máxima, por tratarse de la primera diócesis de España,
fundada por <b abp="793" style="mso-bidi-font-weight: normal;">San Torcuato</b> en la
antigua Acci en tiempos de los siete varones apostólicos, de los que él era el
primero de ellos, durante el siglo I d.C. Circunstancia que tal vez ponderaría
para decidirse a venir a la, de alguna manera, diócesis “primada” de España. </span></div>
</div>
<div abp="794" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div abp="795">
<span abp="796" style="font-family: Calibri;">Tres años
después, el 20 de febrero de 1694 su hija Mariana casaría en la catedral con <b abp="797" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Juan Manuel de Cea Carvajal</b>, nacido el
13 de mayo de 1658 en la misma ciudad, hijo de <b abp="798" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Gregorio de Cea</b> y de <b abp="799" style="mso-bidi-font-weight: normal;">María
de Cea</b>, y nieto de <b abp="800" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Gabriel de Cea</b>
y <b abp="801" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Francisca de Palencia</b>. </span></div>
</div>
<div abp="802" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div abp="803">
<span abp="804" style="font-family: Calibri;">Finalmente,
nuestro canónigo murió a las nueve de la noche del 31 de marzo de 1696 en
Guadix, y su cuerpo fue inhumado en la cripta de la catedral. En su acta de
defunción se puede leer: “fue muy ajustado sacerdote y de ejemplar vida y
costumbres”, y en el acta de entierro se lee: “En dos de abril de mil seiscientos
noventa y seis años. Falleció en esta parroquia mayor de la Ciudad de Guadix don
<b abp="805" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Carlos de Austria</b> canónigo de esta
Santa Iglesia. Recibió todos los Santos Sacramentos, testó ante don <b abp="806" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Gabriel de Freile</b>, dejó trescientas
misas, le acompañó su cuerpo el Ilustrísimo y Reverendísimo el Sr. <b abp="807" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Fray Pedro de Palacios</b> (Obispo) y el
Deán y Cabildo. Fue sepultado en sepultura propia, dejó por sus albaceas al Sr.
<b abp="808" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Francisco de Estudillo</b> racionero de
esta Santa Iglesia y a <b abp="809" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Antonio de Molina</b>
y a <b abp="810" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Juan Manuel de Cea</b>, herederos: doña
<b abp="811" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Mariana de Austria</b>, su hija. Firma
Licenciado don <b abp="812" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Juan de Freyle</b>,
cura”. <span abp="813" style="mso-spacerun: yes;"> </span><span abp="814" style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></div>
</div>
<div abp="815" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div abp="816">
<span abp="817" style="font-family: Calibri;">Termina la
vida de nuestro ilustre canónigo, mas no su legado, que ha llegado hasta
nuestros días gracias a los archivos tan bien y celosamente custodiados en una
labor ímproba por parte de todas las personas que acceden voluntariamente a
custodiar, ordenar y ayudar a difundir nuestro pasado. Tampoco terminó su
legado familiar, pues la descendencia de <b abp="818" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Carlos
Fernando de Austria</b> floreció en esta ciudad de Guadix y ha llegado
documentada hasta nuestros días. Desde <b abp="819" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Mariana
Fernando de Austria</b> que, como dijimos, casó en 1694 con <b abp="820" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Juan Manuel de Cea</b>, y que falleció en
Guadix el 12 de septiembre de 1729, dejando por hija a <b abp="821" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Francisca de Cea</b>, nacida en 1701, cuatro años después de la muerte
de su abuelo el canónigo Austria, hasta doña <b abp="822" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Elena Rodríguez Navarro</b>, nacida en 1858 en Guadix. Cuya
descendencia a través de sus hijos <b abp="823" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Enriqueta</b>,
<b abp="824" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Avelino</b> y <b abp="825" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Ángel Cánovas Rodríguez</b> puebla y retoña en, entre otros, el mismo
Guadix al que, un 7 de marzo de 1691, don <b abp="826" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Carlos
Fernando de Austria</b> saludara desde la distancia.<span abp="827" style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></div>
</div>
<div abp="828" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
<div abp="829">
<u abp="830"><o:p abp="831"><span abp="832" style="text-decoration: none;"><span abp="833" style="font-family: Calibri;"> </span></span></o:p></u></div>
</div>
<div abp="164" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
</div>
<div abp="835" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
<div abp="836">
<u abp="837"><span abp="838" style="font-family: Calibri;">REFERENCIAS:<o:p abp="839"></o:p></span></u></div>
</div>
<div abp="164" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
</div>
<div abp="841" class="MsoListParagraphCxSpFirst" style="margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<div abp="842">
<!--[if !supportLists]--><span abp="843" style="font-family: Wingdings; mso-bidi-font-family: Wingdings; mso-fareast-font-family: Wingdings;"><span abp="844" style="mso-list: Ignore;">Ø<span abp="845" style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 7pt/normal "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span abp="846" style="font-family: Calibri;"><b abp="847" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Aguilar Priego, Rafael</b>. Boletín de la
Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes, número 70,
año 1954.<o:p abp="848"></o:p></span></div>
</div>
<div abp="164" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
</div>
<div abp="850" class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<div abp="851">
<!--[if !supportLists]--><span abp="852" style="font-family: Wingdings; mso-bidi-font-family: Wingdings; mso-fareast-font-family: Wingdings;"><span abp="853" style="mso-list: Ignore;">Ø<span abp="854" style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 7pt/normal "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span abp="855" style="font-family: Calibri;"><b abp="856" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Asenjo Sedano, Carlos</b>, 1979. "Por
tierras de Granada". ISBN: 84-85551-14-1<o:p abp="857"></o:p></span></div>
</div>
<div abp="164" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
</div>
<div abp="859" class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<div abp="860">
<!--[if !supportLists]--><span abp="861" style="font-family: Wingdings; mso-bidi-font-family: Wingdings; mso-fareast-font-family: Wingdings;"><span abp="862" style="mso-list: Ignore;">Ø<span abp="863" style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 7pt/normal "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span abp="864" style="font-family: Calibri;"><b abp="865" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Rodríguez Sánchez, Sergio Antonio</b>: “Un
canónigo de la Catedral de Guadix era hijo de Felipe IV”. Revista “Nieve y
Cieno”, opúsculo anual, Guadix, nº 46, año 2001, págs. 111-112.<o:p abp="866"></o:p></span></div>
</div>
<div abp="164" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
</div>
<div abp="868" class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<div abp="869">
<!--[if !supportLists]--><span abp="870" style="font-family: Wingdings; mso-bidi-font-family: Wingdings; mso-fareast-font-family: Wingdings;"><span abp="871" style="mso-list: Ignore;">Ø<span abp="872" style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 7pt/normal "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span abp="873" style="font-family: Calibri;"><b abp="874" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Asenjo Sedano, Carlos y Asenjo Fenoy, María
Dolores</b>, 2004. “Nobleza y Heráldica en Guadix”. Editorial Port Royal, ISBN:
84-89739-63-3<o:p abp="875"></o:p></span></div>
</div>
<div abp="164" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
</div>
<div abp="877" class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<div abp="878">
<!--[if !supportLists]--><span abp="879" style="font-family: Wingdings; mso-bidi-font-family: Wingdings; mso-fareast-font-family: Wingdings;"><span abp="880" style="mso-list: Ignore;">Ø<span abp="881" style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 7pt/normal "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span abp="882" style="font-family: Calibri;"><b abp="883" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Enrique, Antonio</b>, 2009. ”La espada de
Miramamolín". Editorial Roca, ISBN: 978-84-92429-77-6<o:p abp="884"></o:p></span></div>
</div>
<div abp="164" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
</div>
<div abp="886" class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<div abp="887">
<!--[if !supportLists]--><span abp="888" style="font-family: Wingdings; mso-bidi-font-family: Wingdings; mso-fareast-font-family: Wingdings;"><span abp="889" style="mso-list: Ignore;">Ø<span abp="890" style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 7pt/normal "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span abp="891" style="font-family: Calibri;"><b abp="892" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Hernández Montalbán, Carmen</b>, 2013.
"Sangre de Reyes". Periódico "Ideal", Granada. 12/01/2013,
página 22.<o:p abp="893"></o:p></span></div>
</div>
<div abp="164" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
</div>
<div abp="895" class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<div abp="896">
<!--[if !supportLists]--><span abp="897" style="font-family: Wingdings; mso-bidi-font-family: Wingdings; mso-fareast-font-family: Wingdings;"><span abp="898" style="mso-list: Ignore;">Ø<span abp="899" style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 7pt/normal "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span abp="900" style="font-family: Calibri;"><b abp="901" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Rodríguez Leyva, Sergio Antonio</b>:
"La madre del canónigo Austria". Revista "Nieve y Cieno",
opúsculo anual, Guadix, nº 60, año 2014, págs. 93-107.<o:p abp="902"></o:p></span></div>
</div>
<div abp="164" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
</div>
<div abp="904" class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<div abp="905">
<!--[if !supportLists]--><span abp="906" style="font-family: Wingdings; mso-bidi-font-family: Wingdings; mso-fareast-font-family: Wingdings;"><span abp="907" style="mso-list: Ignore;">Ø<span abp="908" style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 7pt/normal "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span abp="909" style="font-family: Calibri;"><b abp="910" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Rodríguez Leyva, Sergio Antonio</b>:
“Antepasados del canónigo Austria: fallecimiento y entierro de su madre”.
Periódico “Wadi As”, Guadix. 12/04/2014<o:p abp="911"></o:p></span></div>
</div>
<div abp="164" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
</div>
<div abp="913" class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<div abp="914">
<!--[if !supportLists]--><span abp="915" style="font-family: Wingdings; mso-bidi-font-family: Wingdings; mso-fareast-font-family: Wingdings;"><span abp="916" style="mso-list: Ignore;">Ø<span abp="917" style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 7pt/normal "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span abp="918" style="font-family: Calibri;"><b abp="919" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Memoriales de Carlos Fernando de Austria</b>.
Archivo: Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional. Signatura: OSUNA,
CT.286(BIS), D.7<o:p abp="920"></o:p></span></div>
</div>
<div abp="164" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
</div>
<div abp="922" class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<div abp="923">
<!--[if !supportLists]--><span abp="924" style="font-family: Wingdings; mso-bidi-font-family: Wingdings; mso-fareast-font-family: Wingdings;"><span abp="925" style="mso-list: Ignore;">Ø<span abp="926" style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 7pt/normal "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span abp="927" style="font-family: Calibri;"><b abp="928" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Testamento de Carlos Fernando de Austria</b>.
Archivo Histórico Provincial de Córdoba, Protocolos, oficio 39, tomo 20, folio
41.<o:p abp="929"></o:p></span></div>
</div>
<div abp="164" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
</div>
<div abp="931" class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<div abp="932">
<!--[if !supportLists]--><span abp="933" style="font-family: Wingdings; mso-bidi-font-family: Wingdings; mso-fareast-font-family: Wingdings;"><span abp="934" style="mso-list: Ignore;">Ø<span abp="935" style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 7pt/normal "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span abp="936" style="font-family: Calibri;"><b abp="937" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Poder de Carlos Fernando de Austria a favor
de Martín Gavilán y Tello</b>. Archivo Histórico Provincial de Córdoba,
Protocolos, oficio 1, tomo 130, folio 49.<o:p abp="938"></o:p></span></div>
</div>
<div abp="164" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
</div>
<div abp="940" class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<div abp="941">
<!--[if !supportLists]--><span abp="942" style="font-family: Wingdings; mso-bidi-font-family: Wingdings; mso-fareast-font-family: Wingdings;"><span abp="943" style="mso-list: Ignore;">Ø<span abp="944" style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 7pt/normal "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span abp="945" style="font-family: Calibri;"><b abp="946" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Poder de Carlos Fernando de Austria a favor
del arcediano Francisco Delgado</b>. Archivo Histórico Provincial de Córdoba,
Protocolos, oficio 39, tomo 20, folio 276.<o:p abp="947"></o:p></span></div>
</div>
<div abp="164" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
</div>
<div abp="949" class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<div abp="950">
<!--[if !supportLists]--><span abp="951" style="font-family: Wingdings; mso-bidi-font-family: Wingdings; mso-fareast-font-family: Wingdings;"><span abp="952" style="mso-list: Ignore;">Ø<span abp="953" style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 7pt/normal "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span abp="954" style="font-family: Calibri;"><b abp="955" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Renuncia a la herencia por parte de fray
Antonio Fernando de Austria</b>. Archivo Histórico Provincial de Córdoba,
Protocolos, oficio 7, tomo 101, folio 9.<o:p abp="956"></o:p></span></div>
</div>
<div abp="164" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
</div>
<div abp="958" class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<div abp="959">
<!--[if !supportLists]--><span abp="960" style="font-family: Wingdings; mso-bidi-font-family: Wingdings; mso-fareast-font-family: Wingdings;"><span abp="961" style="mso-list: Ignore;">Ø<span abp="962" style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 7pt/normal "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span abp="963" style="font-family: Calibri;"><b abp="964" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Nombramiento como canónigo de Carlos
Fernando de Austria</b>, 19/03/1691. Archivo diocesano de Guadix.<o:p abp="965"></o:p></span></div>
</div>
<div abp="164" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
</div>
<div abp="967" class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<div abp="968">
<!--[if !supportLists]--><span abp="969" style="font-family: Wingdings; mso-bidi-font-family: Wingdings; mso-fareast-font-family: Wingdings;"><span abp="970" style="mso-list: Ignore;">Ø<span abp="971" style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 7pt/normal "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span abp="972" style="font-family: Calibri;"><b abp="973" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Acta de defunción de Carlos Fernando de
Austria</b>, 31/3/1696. Archivo capitular de la catedral de Guadix, libro 24,
número 3009.<o:p abp="974"></o:p></span></div>
</div>
<div abp="164" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
</div>
<div abp="976" class="MsoListParagraphCxSpLast" style="margin: 0cm 0cm 10pt 36pt; mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<div abp="977">
<!--[if !supportLists]--><span abp="978" style="font-family: Wingdings; mso-bidi-font-family: Wingdings; mso-fareast-font-family: Wingdings;"><span abp="979" style="mso-list: Ignore;">Ø<span abp="980" style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 7pt/normal "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span abp="981" style="font-family: Calibri;"><b abp="982" style="mso-bidi-font-weight: normal;">Expediente de defunción de Carlos Fernando
de Austria</b>, 02/04/1696. Archivo diocesano de Guadix, libro sexto de
bautismos, desposorios y defunciones 1688-1710, parroquia del Sagrario de
Guadix.<o:p abp="983"></o:p></span></div>
</div>
<div abp="164" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div abp="985">
</div>
</div>
<div abp="986">
<span abp="165" style="font-family: Calibri;"></span><div abp="164" align="justify" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: center; text-indent: 14.2pt;">
<div abp="989">
<span abp="165" style="font-family: Calibri;"> </span></div>
</div>
<span abp="165" style="font-family: Calibri;">
<o:p abp="168"><div abp="164" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div abp="994">
<span abp="995" style="font-family: Times New Roman;">
Presente artículo: <strong abp="996">Miranda Rivas, Marcelo Fernando</strong>: "Nuevas luces acerca de Carlos Fernando de Austria". Revista "Nieve y Cieno", opúsculo anual, Guadix, nº 61, año 2015. ISSN: 1697 - 1647</span></div>
</div>
<div abp="997" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div abp="998">
<o:p abp="999"></o:p> </div>
</div>
<div abp="164" align="justify" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: center; text-indent: 14.2pt;">
<div abp="1001">
<span abp="1002" style="font-family: Times New Roman;">
</span></div>
</div>
</o:p><div abp="164" align="justify" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: center; text-indent: 14.2pt;">
<div abp="1004">
</div>
</div>
</span><div abp="1005">
<br /></div>
<div abp="164" align="justify" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: center; text-indent: 14.2pt;">
<div abp="1007">
</div>
</div>
<div abp="169">
<div abp="1009">
</div>
</div>
</div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/05567587939626351242noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8302864589141622336.post-47838041804459550902014-12-17T00:41:00.003+01:002014-12-17T00:41:46.839+01:00Caminando despacio
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Caminaba despacio, entre los
árboles que, de un modo u otro, siempre parecían interponerse en el sendero por
el que un día decidió adentrarse para perder de vista, quizá, atardeceres hoy
ya lejanos. Llevaba consigo una pequeña maleta, lo justo que necesitaba para
apretar el paso si terciaban los recuerdos en forma de quiebros del camino. Vestía
ligero, ágil manera de seguir adelante descubierta a los pocos días del
comienzo de esta historia, cuando reparó en que demasiadas capas de ropa le
impedían despojarse del calor y de la época que pretendía dejar tras de sí,
pese a los fríos que prometían aparecer. Apenas sí llevaba un reloj que, dando
la hora al son del tic tac impulsaba el corazón de nuestro protagonista. Era un
reloj acerado pese al poco peso que importaba, aluminio cepillado por el paso
del tiempo. Un reloj que no marcaba el presente, sino que prometía en
permanente singladura un futuro que por más que llegase, no se instalaba. Continua
promesa del errante porvenir que nos envuelve. Anhelo, en fin, de asir el mañana
y dejar viejas aspiraciones aparcadas en uno de aquellos quiebros. <o:p></o:p></span></div>
<span style="font-family: inherit;">
</span><br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Pese al camino recorrido no
sentía un alivio significativo, si acaso una ligera distracción momentánea que
le permitía dar unos pasos libre de las motivaciones que precipitaron dicha
decisión. Era de tal magnitud la impronta dejada en su ánimo que se preguntaba
si algún día ésta desaparecería por completo. Marca de procelosas noches y
reflexivas madrugadas, de onerosas diatribas entre el yo y el nosotros y entre
la dualidad adolescente del niño que juega a ser adulto. Juegos que se
demostraron inocentes de los intereses maduros, que pusieron de relieve que
seguía siendo un cándido aprendiz de la vida. Caminaba despacio entre los
árboles hoy, sí.<o:p></o:p></span></div>
<span style="font-family: inherit;">
</span><br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Si de algo había servido el
sendero era para poner en valor las enseñanzas de sus antepasados que, uno de
esos días, acertó a descubrir prestos a echarle una mano con el relato de sus
memorias. Historias de amores, decepciones, intereses y pasiones, de miedos y
huidas, pero también de valor, de grandeza y sabiduría derramada con sus actos
y recogida hoy en unos humildes legajos archivados en el bosque. Enseñanzas que
parecían reverdecer el camino con su respaldo y que daban esperanza. Nuestro
protagonista no dejó de reparar en esa circunstancia. Esperanza manada del
vacío y de la ausencia de quienes protagonizaron historias. Podía haber un
final del camino diferente al preconizado en origen.<o:p></o:p></span></div>
<span style="font-family: inherit;">
</span><br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Calibri;"><span style="font-family: inherit;">Pese a ello caminaba despacio,
saboreando ahora un pasado tan poderoso que capaz era de dotar al presente de
sus valores y enseñanzas. Si el pasado y la marcha de los que le precedieron
proyectaban luz que empoderaba, podía haber esperanza en su propia historia. En
esas cavilaba nuestro errante viajero. Quizá su propio pasado y lo que dejó
atrás también gozase de tal característica, puede que su propia ausencia
posibilitase la germinación del desenlace que siempre había buscado. Y no
estaría delante, sino tras él. Pese a todo continuó caminando contumaz en sus
pasos, convencido de que una intuición no bastaba para desandar el camino.</span><span style="font-size: 12pt; line-height: 115%;"> <span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></span></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/05567587939626351242noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8302864589141622336.post-21854948488453506342013-12-10T18:42:00.000+01:002013-12-10T18:58:43.861+01:00El linaje agnaticio familiar: Miranda<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Comienza aquí una serie de entradas exponiendo parte de nuestra genealogía. Aparecerá primero, como no podía ser de otro modo, nuestro linaje agnaticio. La ascendencia genealógica de la rama Miranda de nuestro linaje. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>MIRANDA<o:p></o:p></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjl6Bjvc8P6rC0fenE4XzO-UcdQwpMhJkSJo9tK2xIYGpdt_4lVKn77sD38ip8wEM8tnMH-CfLzKInp_P_MJhpc2iCzwKBuc3EO745qL7wOw9omE4RIIuxOQMfUZuS8_9yaHFKcQdJis_8/s1600/miranda.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; text-align: justify;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjl6Bjvc8P6rC0fenE4XzO-UcdQwpMhJkSJo9tK2xIYGpdt_4lVKn77sD38ip8wEM8tnMH-CfLzKInp_P_MJhpc2iCzwKBuc3EO745qL7wOw9omE4RIIuxOQMfUZuS8_9yaHFKcQdJis_8/s200/miranda.jpg" width="167" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
1) <b>Significado: </b>Apellido
de origen asturiano. Pasó a Galicia, Castilla, País Vasco, Aragón, Navarra y
América. Se tiene por fundador de este linaje a don Alvar Fernández de Miranda,
caballero que gozó de la confianza del Rey don Ramiro I, hasta el punto que influyó
poderosamente para que el citado monarca se negara a pagar a los moros el
tributo de cien doncellas cristianas con el que, en el año 783, el usurpador
del trono, Mauregato, había comprado la alianza y ayuda de Abderramán I. Fue
también uno de los guerreros que más valientemente combatió en la memorable
batalla de Clavijo entre los ejércitos de don Ramiro y los de Abderramán y cuyo
resultado fue la abolición de tan odioso tributo impuesto a los reinos de
Asturias y León. Sobre ese tributo, entendemos de interés reproducir aquello
que escribe Tirso de Avilés: "Y parece que los Concejos de Cangas y Tineo
debían por su rata –parte proporcional- cinco doncellas hijasdalgo y
llevándolas cinco moros a quien se habían entregado, en la ribera del río Sil;
viniendo de romería de Santiago, un Álvaro Fernández de Miranda, se hincaron
las doncellas, de rodillas ante él, pidiéndole las librase de los moros, el
cual entró en batalla con ellos y los mató y libró a dichas doncellas y las
volvió a sus padres y de allí se fue al Rey don Ramiro, pidiéndole de merced
que no se pagasen de allí en adelante aquellas cien doncellas, mediante ser un
menosprecio de la honra de Dios y suya, y a esto le ayudaron entre otros
caballeros dichos, Ponce de León. Por ánimo suyo, el Rey don Ramiro, juntó a su
gente y salió de León contra los moros, los cuales ya venían contra él por
haber negado dicho tributo y en la villa de Clavijo fueron vencedores los de
don Ramiro con la ayuda del apóstol Santiago que milagrosamente apareció en la
batalla, como cuenta la historia del Rey don Ramiro I y fue redimido el
tributo. Y en memoria de esto se hace una fiesta de las doncellas en la ciudad
de León, día de Nuestra Señora de Agosto. Y por esta batalla de dichos cinco
moros, de los cuales libró a las doncellas el tal Miranda, fueron dadas por
armas a los de Miranda y a los Ponce de León las cinco doncellas". <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
2) <b>Casa solar:</b>
Nuestro linaje agnaticio o de varonía constatado documentalmente se remonta al
siglo XIV. Tiene su origen y casa solar en la Merindad de Río Ovierna, en
Quintana Ortuño, Burgos, desde donde los miembros más antiguos del linaje
partieron hacia las ciudades más importantes de Castilla, Burgos y Valladolid.
Reproduciremos aquí parte del estudio que don Luis de Roa y Ursúa realizó a
mediados del siglo pasado. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
3) <b>Armas:</b> De
gules, cinco bustos de doncella puestas en sotuer, y cuatro veneras de plata
puestas en cruz; en orla dos sierpes de sinople con las cabezas y colas
cruzadas, en el jefe aquéllas y éstas en la punta.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
4) <b>Antepasados:</b>
Este linaje comienza con Lope García Salón, señor en la Merindad de Río Ovierna
en 1341. Destacamos que el apellido Salón proviene del arroyo de este nombre
que bañaba extensos territorios de esta familia. Y el de Paz, palabra que va a
figurar en el escudo nobiliario de los Miranda, proviene de los montes de Paz
por una batalla que allí tuvieron los de este apellido. Posteriormente
adoptarían el apellido Miranda de la mujer de uno de nuestros ancestros,
Gonzalo García Salón de Paz y de Lerma. Así, los Miranda Salón continuaron su
tránsito por la Historia, hasta que uno de ellos, Pedro de Miranda Salón, llegó
a Baza, y los Miranda de ahí pasaron después a Gor y Guadix. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
I. <b>Lope García Salón</b>
(17º abuelo de Jesús Miranda Cánovas). Era natural de la Merindad de Río
Ovierna, de donde fue señor e hijodalgo en 1341. Tuvo a:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
II. <b>Juan García Salón</b>
(16º abuelo). Caballero muy poderoso.
Señor de la Casa y de la dehesa de Salón en Quintana
Ortuño, Merindad de Río Ovierna. De tanta autoridad gozaba
que él era quien
allí componía los
bandos y ordenaba
las treguas. Vivió en tiempos de
don Juan I y de don Enrique II. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
III. <b>Fernán García
Salón</b> (15º abuelo). Del linaje y solar más antiguo de la región, según informaciones en la Real
Chancillería de Valladolid, contrajo
matrimonio con doña Inés de Paz y Laloó, que era de solar y hacienda en
Villaverde de Peñahorada, Río Ovierna. Estos de Paz tenían en la ciudad de
Burgos casas principales en la calle de las Armas, inmediatas al castillo.
Éstas se incendiaron luego en el cerco
que los Reyes Católicos pusieron a dicho castillo. Poseían su capilla de
enterramiento en Santa María la Blanca, a mano derecha como se entraba. Había
sobre él dos estatuas, bultos yacentes de alabastro, guerreros del linaje,
capilla fundada por Pedro Mazuelo de Paz, Capitán del Duque de Borgoña. Las
armas de Salón fueron un cuartelado, en el 1º y 4º de oro y cuatro bandas de
sinople, y 2º y 3º un águila coronada. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
IV. <b>Gonzalo García
Salón de Paz</b> (14º abuelo). Contrajo matrimonio con doña Inés de Lerma, de
antiguo linaje en Castilla, y señora de Villaverde de Peñahorada, próximo a
Burgos. Tuvieron a:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
V. <b>Gonzalo García
Salón de Paz y de Lerma</b> (13º abuelo). Nació antes de 1420 en Burgos y
falleció en 1482. Tuvo grado de Licenciado en Leyes y gozó de alta reputación
en Castilla. Contrajo matrimonio con doña Constanza de Miranda, hija del Doctor
Miranda, vecino de Medina del Campo, capitán del duque de Borgoña, y luego en
Burgos inquisidor del Santo Oficio, previas las informaciones de limpieza de
sangre de rigor. Gonzalo es conocido en la Historia como el “Licenciado de
Burgos, el viejo”, o también, el “Licenciado de la Cadena”, en atención a que
siempre lucía sobre su pecho una hermosa cadena de oro, regio presente que le
otorgó Enrique IV en gratitud por haber reconciliado con él al infante don
Alfonso. Gonzalo moraba en Valladolid, en casa inmediata a la de las Aldabas
donde naciera Enrique IV, y era parroquiano de San Salvador. Poseía mucha
hacienda en Wamba, Gratón, Cigales, Cabezón, Villaverde de Peñahorada y en
Quintana Ortuño, origen de nuestro linaje. Murió en Valladolid en 1482 y se le
enterró en el convento de San Francisco, sito en la Plaza Mayor, al pie del
altar de San Antonio, cuya hermosa escultura se admira hoy en el museo de la
ciudad. Tuvo con Constanza de Miranda:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
VI. <b>Pedro de Miranda
Salón</b> (12º abuelo). Natural de Valladolid, regidor de esta villa, señor de
la Casa y heredamiento en Villaverde de Peñahorada, que vendió a don Pedro
López de Padilla, adelantado mayor de Castilla. Murió en Valladolid el 21 de
junio de 1523. Casó con doña Isabel de España y Castillo, fallecida el 3 de
enero de 1508 en Valladolid, hija legítima de Simón de España y de Constanza
Martínez del Castillo. Sepultados en San Salvador, pasaron más tarde, en 1577,
a la capilla de Miranda que se construyó en el convento de San Francisco, en el
arco segundo del lado del Evangelio, por mandato testamentario de un hijo de
ellos, el abad de Salas. Hijo de Pedro y Constanza, distinto del abad, fue:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
VII. <b>Pedro de Miranda
Salón y España</b> (11º abuelo). Vecino de Valladolid, ganó ejecutoria de
hidalguía en 1558. Fue regidor de Valladolid. En 1547 fundó mayorazgo en la
villa de Mojados. Contrajo matrimonio con doña Inés de la Bandera, hija
legítima de Antonio de la Bandera y de Ana López del Águila. Fueron
parroquianos de Santiago, Valladolid. Tuvieron, entre otros, a:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
VIII. <b>Pedro de
Miranda Salón</b> (10º abuelo). Vecino de Valladolid, donde fue bautizado el 25
de noviembre de 1545. Pasó a Andalucía, más concretamente a Baza, Granada, de
donde fue corregidor y reformó en 1592 el ayuntamiento, donde existe placa con
leyenda y el escudo heráldico de Pedro de Miranda Salón. Desconocemos el nombre
de su mujer, mas tuvo a:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
IX. <b>Pedro de Miranda</b>
(9º abuelo). Natural de Baza. Casó el 7 de octubre de 1618 con Ana Martínez de
Ábalos. Empadronado hijodalgo en Baza en 1638. Falleció en 1657 en la misma
ciudad. Tuvo por hijo a:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
X. <b>Miguel de Miranda</b>
(8º abuelo). Había nacido el 18 de septiembre de 1634 en Baza. El 1 de octubre
de 1653 casó en Baza con María Marín, hija de Alonso Marín y de Melchora de
Almeida, casados en Baza el 12 de marzo de 1630, y muerta Melchora en 1663 en
el mismo lugar. Miguel de Miranda murió en Baza en 1684, dejando por hijo,
entre otros, a:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
XI. <b>Lucas de Miranda
y Marín</b> (7º abuelo). Nació en Baza en torno a 1655. Desconocemos el nombre
de su mujer. Tuvo por hijo a:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
XII. <b>Máximo de
Miranda</b> (6º abuelo). Nació en Baza en torno a 1680. Casó con Antonia
Zurana. Engendraron a:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
XIII. <b>Tomás Luis de
Miranda</b> (5º abuelo). Nació el 20 de diciembre de 1702 en Baza. Era
cirujano. El catastro de Ensenada nos dice que vivía en Gor junto a su mujer e
hijos. Su mujer era Ana María García-Villapalacios. Tuvieron tres hijos, de los que sigue Juan
Ramón:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
XIV. <b>Juan Ramón
Miranda García</b> (4º abuelo). Nació en Gor el 13 de febrero de 1739, y fue
bautizado el 21 de dicho mes. En 1793 aparece en diversos documentos siendo
cirujano, como su padre. Casó el 28 de enero de 1772 en Guadix con Rosa Ruiz
del Peral y López.
Tuvieron a:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
XV. <b>Tomás Victoriano
Miranda Ruiz</b> (3º abuelo). Nació el 24 de marzo de 1784 en Guadix, y fue
bautizado dos días después con los nombres de Tomás Victoriano Cayetano
Antonio. Fue escribano, notario y corregidor de la ciudad de Guadix. Murió el 1
de junio de 1845, se le hizo funeral en la Iglesia de Santiago y se enterró en
la bóveda del Carmen de la Iglesia de San Francisco. Casó muy joven, a la edad
de 16 años en 1803, con María Dolores Aguilera Duarte. Tuvieron a:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
XVI. <b>José María
Miranda Aguilera</b> (2º abuelo). Nació el 21 de junio de 1805 en Guadix, en la
casa que tenían sus padres en la calle de la Botica (Requena Espinar). Fue
bautizado como José María Ramón Luis. En 1809 se mudan a la casilla de Santa
Ana, probablemente la de la calle Carrasco. Casó a las diez de la mañana del 28
de junio de 1830 en San Agustín con Joaquina García Casas. Joaquina había
nacido en 1805 en Guadix, y era hija de Joaquina Casas Sánchez, quien murió el
21 de febrero de 1845. José María enfermó, y sufrió dos operaciones a cargo del
cirujano don Miguel Valero, la primera el 15 de mayo de 1831 y la segunda el 7
de octubre de 1857. Murió a las once menos cuarto de la noche del 23 de
septiembre de 1858, a los 53 años. Su mujer murió años más tarde, en 1873. De
su matrimonio nació:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
XVII. <b>José Antonio
Miranda García</b> (abuelo de Jesús). Nació el 3 de septiembre de 1838. En la
familia es llamado “Papá Miranda” debido a que de él surgieron distintas ramas
Miranda que en ocasiones entroncaron entre sí, como en el caso de nuestra madre.
El 1 de octubre de 1842 comienza a asistir a la escuela de Oliva. El 25 de
enero de 1847 pasó a la escuela de Antonio Aguilera. El 14 de enero de 1850
estudia Gramática con Tomás de Ávila y en julio con Mariano Córcoles. El 23 de
agosto de 1847 se compró un piano por 280 pesetas. El 25 de febrero de 1848
comenzó las clases de piano. El 21 de mayo de 1850 se confirma. Mismo mes y año
se confirmaría con los mismos padrinos la que sería su esposa Clotilde Muñoz.
El 17 de diciembre de 1852 recibe a cargo del obispo Juan Arbolí la primera
tonsura, pero el dos de junio del año siguiente deja de asistir al coro por,
según dice, causa legítima. Casó el día de San Sandalio de 1857 en Guadix con
Clotilde Rosa Muñoz Porcel. Falleció en Guadix el 3 de marzo
de 1906. Tuvo nueve hijos, pero solo seis llegaron a adultos. Entre los hijos, fueron dos de los que
descendemos:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
XVIII. A) <b>María
Catalina Miranda Muñoz</b> (madre de Juan Bautista Casas Miranda, abuelo de nuestra madre). Nació el 17
de junio de 1858. Casó con Juan Ramón Casas Gallardo. Murió a los treinta años,
en 1888. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
XVIII. B) <b>José María
Miranda Muñoz</b> (padre de Jesús). Nació el 3 de mayo de 1874 en Guadix. Era
propietario. Casó en diciembre de 1891 con Enriqueta Cánovas Rodríguez. Murió el 4 de agosto de 1950
en Guadix. Tuvieron seis hijos, entre ellos nuestro abuelo, que sigue:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
XIX. <b>Jesús Miranda
Cánovas</b> (nuestro abuelo). Nació en 1892 en Guadix. Se licenció en Derecho
en Granada y fue inspector del cuerpo general de policía en la misma ciudad. En
1922 casó en Guadix con Angustias Laó Fernández, con la que tuvo tres hijos, entre ellos nuestro padre,
Torcuato Miranda Laó. Murió el 23 de julio de 1936 en Guadix durante los
primeros días de la guerra civil.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
XX. <b>Torcuato Miranda
Laó</b> (nuestro padre). Nació el 8 de abril de 1935 en Guadix. Se licenció en
Derecho en 1957 y accedió al cuerpo de intervención de la Armada, retirándose
con el empleo de Coronel. Casó en 1964 con María del Carmen Rivas Casas, con la que tuvo siete hijos: <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
XXI. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
</div>
<ul>
<li><b>Ana Patricia Miranda Rivas</b></li>
<li><b>Carmen María Miranda Rivas</b></li>
<li><b>Torcuato José Miranda Rivas</b></li>
<li><b>Jesús Miranda Rivas</b></li>
<li><b>Rafael Miranda Rivas</b></li>
<li><b>María del Rocío Miranda Rivas</b></li>
<li><b>Marcelo Fernando Miranda Rivas</b></li>
</ul>
<br />Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/05567587939626351242noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-8302864589141622336.post-30241704594876194892013-11-14T15:56:00.000+01:002013-11-14T15:56:12.977+01:00En clave de dos, Guadix<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Al caer la noche, la Tierra se alboroza en un anhelo. Es la
humedad marina viniendo. Al otro lado de Sulayr, hacia el Sur, ésta se encarama
cual escalador en busca de su objetivo. Nunca las barreras físicas fueron óbice
para el encuentro entre dos elementos tan distintos. Agua y Tierra. La y Él, no
siendo ya sino ELLA. Truena en las cumbres en señal de lo que está por venir. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">El calor de la tierra anima a la humedad en su búsqueda, una
lo siente, otro la aspira. Abajo, el tiempo parece detenerse cuando lo que está
en juego es la magia de la dualidad creadora. La Tierra vibra cuando al Agua se
encuentra, y el escalofrío la recorre vereda abajo. Despacio, con delicadeza,
el agua comienza a deslizar desde lo alto antes de abrazarla. Poco a poco, la
escorrentía da paso al torrente entre los montes y las ramblas, que un día
llamarán de Cea y Galamar. El Agua, donde la Tierra la abraza, nunca en otro
lugar sino allí, en aquel momento en donde la primera va esculpiendo con
suavidad a la segunda. Cíclicamente las venidas colman de sensaciones a la
Tierra, la llenan de vida en cada oquedad, de tal modo que con el tiempo
surgirá la creación de su encuentro en la memoria futura de sus próximos
moradores. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">El estruendo de su unión colma la suavidad anterior, y todo
se acelera en pos de un final imaginado durante eones, mas nunca vivido. El
clímax, imbuido del nómada espíritu, llega como de improviso. El Agua, torrente
de la lluvia, enfila el Wadi. La Tierra respira y cobra vida durante el
encuentro, moldeada, amasada como si el Demiurgo la estuviera observando, y
adopta nuevas formas que le recordarán el encuentro, vibrantes y llenas de
emoción. Todo aquel que pose mañana su fina mirada entre sus pliegues entenderá,
al fin, lo que en ese momento ocurre. </span></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Testigos de excepción serán en el futuro los vecinos y
paseantes de Wadi As, no otra sino Guadix, ELLA. <i>Río de vida,</i> pues fruto del encuentro de esta noche <i>será</i>. Y con su nombre homenajeará a aquellos
dos jóvenes elementos que una noche se encontraron tras los convencionalismos,
al abrigo de Sulayr. <o:p></o:p></span></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/05567587939626351242noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8302864589141622336.post-26264740043941892402013-01-26T09:13:00.001+01:002013-01-26T09:13:28.712+01:00Papeles en el viento
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMYsHWUmeuGj8zm7fTcNXHpg9CXWLuHVY1vQ34Lxx2jTvjbWY6htMhm_kA-U9OSyT3r-G0zzCngy5XBLL9Vl3elX76Jv1LVCr8Sak2OPbIfi6lBGcgZMYZl-MTm0oWYsYiL61EsrwXZFk/s1600/viktor-e_-frankl.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMYsHWUmeuGj8zm7fTcNXHpg9CXWLuHVY1vQ34Lxx2jTvjbWY6htMhm_kA-U9OSyT3r-G0zzCngy5XBLL9Vl3elX76Jv1LVCr8Sak2OPbIfi6lBGcgZMYZl-MTm0oWYsYiL61EsrwXZFk/s200/viktor-e_-frankl.jpg" width="137" /></a><span style="font-size: 12pt; line-height: 115%;"><span style="font-family: Calibri;">Los papeles revolotean al viento, en círculos, como vórtices
de la voluntad arbitria del mismo. He visto esa imagen y pienso. De dónde sale,
qué es lo que ocurre para que me lleve a preguntar por ella. Es acaso un ardid
de la ilusión, o por el contrario metafórica certeza; la del tiempo. <o:p></o:p></span></span></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 115%;"><span style="font-family: Calibri;">Pienso, como digo, en ello al compás de las notas de un
tiempo pasado, que por voluntad esta noche revivo. Lo traigo al presente como
muestra del deseo de la perpetuidad de su huella. El compás del giro del papel
marca el tempo necesario, entre vuelta y vuelta, de las preguntas que en este
momento se amontonan en mí. ¿Pueden las personas cambiar si éstas no lo desean?
Acaso semejan estas dudas la desesperanza de un hombre, o son, por el
contrario, luz refulgente de la experiencia. Puede que ambas deban ir de la
mano esta noche si deseo responder, o es posible que puedan, y no deban. Que
las dudas ante desesperanza o experiencia se resuelvan con una posibilidad en
lugar de un fatídico destino. <o:p></o:p></span></span></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 115%;"><span style="font-family: Calibri;">Me decanto por rechazar esta última opción, y orientarme
hacia la posibilidad. La vida no deja de ser, en este momento, revisión de
determinismo. Por tanto, si desesperanza y experiencia pueden o no ir de la
mano, existe la posibilidad de una nueva reflexión. ¿Pueden las personas
cambiar si éstas no lo desean? La pregunta se repite, mas ahora suena
diferente, por cuanto que alejando la desesperanza, la experiencia toma el
control de la cuestión. ¿Y qué alega? Que la voluntad, firme reflejo del YO, es
capaz de generar, de imaginar mundos, de crear realidades intrínsecas al ser
que se aboca al enconamiento. La voluntad del no, de negar el cambio porque es
éste precisamente quien amenaza la construcción de la voluntad, es lo que
empuja a pensar, como papel que en vórtice gira tendiendo al infinito, en la
posibilidad de una respuesta negativa a esta pregunta. <o:p></o:p></span></span></div>
<span style="font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 12pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">La voluntad, según Frankl, empujaba a los hombres
hacia la salvación o hacia su perdición; tendería ésta a ser decisiva. Pues
bien. Así es. Para bien y para mal, la voluntad nos define como personas, y
solo de nosotros depende domarla para tender y crear, para aprender y soñar,
para crecer y cambiar, como papeles en el movimiento perpetuo de la existencia.
<span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/05567587939626351242noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8302864589141622336.post-82435101417508914832012-04-01T17:19:00.000+02:002012-04-01T17:19:13.123+02:00La ceguera del alcotán<div class="separator" style="clear: both; text-align: left;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1mLd7Ya3e1T9_CxR6AlqtF0gCp7xQhec69RvCw-m6kKRprsNR8azTsU4v7XroncAxfK9kz_vzI95rDxvWWWQ18U4-d0i65MrbaFQP-qopH1hIRbH4yRWqezZmu5bR1pktRDeIDShqYZs/s1600/you+set+me+free.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"></a></div>
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1mLd7Ya3e1T9_CxR6AlqtF0gCp7xQhec69RvCw-m6kKRprsNR8azTsU4v7XroncAxfK9kz_vzI95rDxvWWWQ18U4-d0i65MrbaFQP-qopH1hIRbH4yRWqezZmu5bR1pktRDeIDShqYZs/s1600/you+set+me+free.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="220" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1mLd7Ya3e1T9_CxR6AlqtF0gCp7xQhec69RvCw-m6kKRprsNR8azTsU4v7XroncAxfK9kz_vzI95rDxvWWWQ18U4-d0i65MrbaFQP-qopH1hIRbH4yRWqezZmu5bR1pktRDeIDShqYZs/s320/you+set+me+free.JPG" width="320" /></a><span style="font-family: "Calibri","sans-serif";"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">El teniente
Diego Rivas llevaba cartas de una joven llamada Laura, estudiante de posgrado
en <st1:personname productid="la Universidad Complutense" w:st="on"><st1:personname productid="la Universidad" w:st="on">la Universidad</st1:personname>
Complutense</st1:personname> de Madrid. No eran cartas de amor, pero el
teniente Rivas no perdía las esperanzas, así que las guardaba dobladas y
envueltas en plástico en el fondo de la mochila. Al caer la tarde, después de
un día de marcha, cavaba su pozo de tirador, se lavaba las manos bajo una
cantimplora, desenvolvía las cartas, las sostenía con las puntas de los dedos y
se pasaba la última hora de luz cortejándola. Imaginaba románticas acampadas en
las verdes dehesas del sur de España. A veces deslizaba las yemas de sus dedos
por los márgenes de las cartas, porque sabía que sus manos se habían detenido
allí. Por encima de todo, deseaba que Laura lo amara como él lo hacía, pero en
sus cartas, por lo general alegres, no se atisbaba alusión alguna a nada que
tuviera que ver con el amor. La muchacha era muy optimista, tanto que a veces
pareciera rondar la ingenuidad, el teniente estaba casi seguro de ello. Años
atrás había viajado fuera del país para estudiar y aprender inglés, y hablaba
bien de la vida, de sus profesores, de su perro, y de sus vivencias cotidianas.
Eso al teniente lo hacía volar por inexplorados senderos, lejos de las minas,
del frío, del sudor, y de las caminatas por inhóspitos lugares. Citaba versos
con frecuencia; nunca mencionaba la guerra, salvo para decir: “Diego, cuídate”.
Las cartas aparecían amarillentas, como si los miles de kilómetros que los
separaban tiñeran de atardecer el contenido de las mismas, como si las
envolvieran en una especie de melancolía de hechos nunca vividos. Estaban
firmadas “con amor, Laura”, pero el teniente Rivas comprendía que “amor” era
solo un modo de despedirse, y no significaba lo que él a veces quería creer.
Cuando empezaba a caer la noche, devolvía las cartas con cuidado a la mochila.
Lentamente, un poco distraído, se levantaba y deambulaba entre sus hombres
revisando las posiciones; después, en plena oscuridad, regresaba a su pozo y
vigilaba la noche mientras se preguntaba si Laura sería ingenua. </span></span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: left;">
<br /></div>
<div style="text-align: left;">
<span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">
</span></div>
<div style="text-align: left;">
<span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">
</span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: left;">
<span style="font-family: "Calibri","sans-serif";"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">Los días se
sucedían entre interminables reconocimientos y esperas. Además del equipo
reglamentario, todos llevaban diverso material como complemento. El sargento
Alberto Ramos llevaba tres pares de calcetines como precaución contra el pie
de trinchera. El soldado Rubén Linares no movía una hoja sin la pequeña Biblia
que le había regalado su madre. Óscar Márquez, que no olvidaba fácilmente,
llevaba siempre papeles de reserva para anotar cualquier suceso, hasta que le
pegaron un tiro en la cabeza y no llegó a tiempo de terminar su última libreta.
Todos eran conscientes de eso, de que la muerte podía sobrevenir sin avisar. “Pam”,
y dejabas atrás todas aquellas montañas, y humedades, y ríos interminables, y
noches estrelladas semiocultas tras la vegetación. Todos lo sabían, pero
callaban. Incluso en los breves momentos posteriores después de que Márquez
dejara de escribir, y el sargento Ramos acabara con el pequeño soldado
responsable mediante una eficaz descarga. Nadie habló cuando lo transportaron a
través del bosque, ni cuando lo izaron hacia el helicóptero que se lo llevó. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: left;">
<span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">
</span></div>
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
<div style="text-align: left;">
<span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">
</span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: left;">
<span style="font-family: "Calibri","sans-serif";"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">Aquella
noche, el teniente mandó instalar el campamento en la ladera de una colina, al
borde de la línea de bosque, con un verde prado a sus pies, y una razonable
barrera vegetal a la espalda que los protegía. A la espalda. Todos cargaban
algo en ella, pero unos más que otros, se decía. Él, además de la vida de sus
hombres, clavaba los ojos a través de su memoria y la sonrisa de Laura lo
fijaba al mañana. Eso era algo complicado en aquellos parajes. Portaba consigo
una única fotografía de ella. Lucía una media melena sujeta por apenas un lazo,
la piel tersa y blanca y ojos color miel, y según descendía la mirada unos
labios entreabiertos que desafiarían en misterio a la propia Gioconda. Aparecía
descansada en el marco de una puerta, con el codo izquierdo apoyado en él; en
el reverso rezaba “con amor”, pero él no se hacía ilusiones. No al menos hasta
que no volara de regreso a España, y el presente hubiérase tornado en pasado,
donde el crujir de los pasos, dados como autómata sin futuro sobre los
cristales rotos, fuesen apenas una pesadilla. La imagen mostraba también su
muñeca izquierda. El teniente recordaba aquella muñeca. La había tenido entre
los dedos de su mano una noche de septiembre en la sierra de Madrid. Fue en una
plaza a oscuras, y Laura llevaba una chaqueta de cuero que se abría en los
puños, durante los fuegos artificiales de las fiestas de aquel pueblo en el que
se conocieron, mucho antes de ese momento y de ese prado verde que se tendía
ahora a sus pies. Fue entonces, durante los últimos fuegos y el ruido de las
explosiones, cuando rozó aquella muñeca. Ella se volvió y le dirigió una mirada
compungida que le hizo retirar la mano, pero siempre recordaría el tacto de
aquella chaqueta y de la muñeca que escondía. Recordaba haberse despedido de
ella con un beso en la puerta de su coche, casi con prisa. Debería haber hecho
algo valeroso. Debería haberla llevado en brazos hasta su cuarto, atarla a la
cama y tocar su muñeca toda la noche. Debería haberse arriesgado. Cada vez que
miraba aquella fotografía se le ocurrían nuevas cosas que debería haber hecho.<o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: left;">
<span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">
</span></div>
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
<div style="text-align: left;">
<span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">
</span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: left;">
<span style="font-family: "Calibri","sans-serif";"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">Meses más
tarde la mañana amaneció gris. En la guerra, el tiempo parece transcurrir al
margen de los amaneceres que se vislumbran. Los días se convierten en segundos,
cuando son el tiempo necesario para reaccionar ante una emboscada en la que
nadie pronostica más allá del latido acelerado de su corazón, o pueden parecer
años, si el tedio de la guardia y los mosquitos se instalan en el mismo. El
soldado Rubén Linares opinaba que la guerra era un juego de movimientos en el
que los humanos creían tomar el papel de dioses, pero el teniente Rivas
ignoraba cuánto de Dios habría en aquel juego. Sólo sabía de la certeza de
saberse muerto a cada instante. Como en aquella ocasión. Comenzaron a moverse
de la posición en fila india, entre los arrozales. Llevaban puesto el poncho
que los protegía de la humedad y avanzaban lentamente. Linares se adelantó a
reconocer el terreno más allá de unas pequeñas rocas que obstaculizaban la
visión, y en segundos saltó hacia lo alto de aquellas rocas entre humo y calor.
Calor. Nunca olvidaría el calor que golpea la cara cuando estalla una mina, y
todo se vuelve negro y cientos de esquirlas vuelan en todas direcciones, como
cortando la negrura, como tarjetas de visita de Caronte. Y después: silencio… y
Laura. Laura, y silencio. Pensaba en todo ello el teniente días más tarde. La
guerra. Era difícil recordar buena parte de ella, pese a estar copados por la
misma. Trataba de escribir a Laura una carta de esperanza, pero a cada idea le
seguía la imagen de Márquez agarrando el lápiz tendido en el suelo, o la de
Linares saltando hacia las rocas. El acto de recordar se convierte en una
especie de reacontecer. Márquez escribiendo al sol, Linares prestándose
voluntario para reconocer el terreno y después desapareciendo. Así que una vez
más desistió, y trató con todas sus fuerzas de que su amor por ella cruzara el
océano limpio y no se diluyera jamás, pues ella era la única razón, ella era su
propio y singular juego de dioses. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: left;">
<span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">
</span></div>
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
<div style="text-align: left;">
<span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">
</span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: left;">
<span style="font-family: "Calibri","sans-serif";"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">Una cruz
apareció pintada en la puerta de una choza y el teniente avanzó hacia ella. Era
una cruz limpia, blanca, similar a las cruces que ornamentaban cada esquina del
pueblo que dejó atrás un día, cuando el atardecer marcó la dirección que él
mismo seguiría al día siguiente, embarcara, y se plantase de nuevo ante la cruz
de ese lugar, lejos de él, y de Laura, lejos de la memoria. La cruz lo mantuvo
por unos instantes anclado en aquel punto, como tratando de recordar escenas de
un pasado que ya no estaba seguro de haber vivido, que más parecía una
pesadilla abrumadora y violenta que de tanto en tanto, cada noche, lo
atenazaba. La choza aparecía desierta y el teniente, volviendo en sí, convino
en que aquel lugar sería adecuado para montar el puesto de observación,
distante apenas unas millas del frente del que se habían alejado días atrás. Y entonces
sucedió. Surgió de la nada y el tiempo se detuvo. Llevaba un par de horas
escasas en el puesto cuando el muchacho abrió la puerta, iluminando la estancia
en la que el teniente se encontraba. Quizás fue un acto reflejo, o quizás no.
Quizás la guerra se trataba de eso, de dejar en casa la razón y cargar en el
petate apenas una dosis de reflejos. El desconocido se detuvo helado antes de
caer fulminado. Se trató de una caída fría y seca, desprovista de todo. No hubo
tiempo para pensar, el teniente —o la guerra— no lo permitió. Cayó a los pies
de la cruz blanca, sin tiempo de hacer o decir nada más. El fusil del teniente
aún humeaba cuando éste reaccionó para acercarse al chico. Tendría apenas
veinte años, puede que menos, y por supuesto no era un enemigo. Yacía con la
última expresión que acertó a mostrar tan pronto como abrió la puerta y la luz,
seguida de la oscuridad, lo envolviera. Una expresión de sorpresa y miedo
encima de un cuerpo grácil y atlético, acostumbrado a moverse con soltura por
aquellos parajes que lo vieron nacer. Seguramente su madre esperaba que algún
día prosperase, que abandonara aquel lugar en donde su familia llevaba desde
hacía generaciones para estudiar en la ciudad. Seguramente, se dijo, el chico
de la cruz blanca era ingenuo. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: left;">
<span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">
</span></div>
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
<div style="text-align: left;">
<span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">
</span><span style="font-family: "Calibri","sans-serif"; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">Esa noche el teniente no pudo dormir. El recuerdo de lo sucedido clavaba
su mirada a través de las estrellas, fijando su alma, y la de todos sus hombres
a cada una de ellas, como tratando de agarrarse a un infinito en donde se
encontraría con Laura. En la duermevela de la ensoñación, la guerra parecía detenerse
y sólo quedaban en el cielo unas pocas nubes blancas livianas. Pero el teniente
lo sabía, ya era consciente de ello apenas sí pisó aquella región. Sabía que
algún día volvería sobre sus pasos y, caminando entre los helechos, dejaría a
un lado a Márquez con su libreta, y a Linares y a sus rocas, y al chico de la
cruz blanca, no siendo ya sino un hombre. Todos lo mirarían cuando se
encontrase con Laura. En ocasiones, el sudor frío lo sorprendía recitando de
memoria las palabras que ella había dejado escritas en aquellas amarillentas
páginas, e imaginando que la tomaba de la muñeca.</span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></div>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/05567587939626351242noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8302864589141622336.post-46790868143341648892011-12-21T00:48:00.000+01:002011-12-21T00:51:21.977+01:00La Mar<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgq9YA4t4vw4Qq4tU-VJQo7abnrFbOecRlnqHOUkPeAgUO4gIjCkr6OREcW6xASO3omnCEpo2vL0WKlQrXc2vOsUmQoYe1_CbQuTwCvV-sSbIo2M-mEhFoO6Sjwapy1q9XAkYBQUU_BsvY/s1600/EL-SAN%257E1.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="104" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgq9YA4t4vw4Qq4tU-VJQo7abnrFbOecRlnqHOUkPeAgUO4gIjCkr6OREcW6xASO3omnCEpo2vL0WKlQrXc2vOsUmQoYe1_CbQuTwCvV-sSbIo2M-mEhFoO6Sjwapy1q9XAkYBQUU_BsvY/s200/EL-SAN%257E1.JPG" width="200" /></a></div>
La mar, desafío permanente, fiera, pero amiga, resulta desde tiempo
inmemorial reclamo de la persona que, en virtud de sus deseos e
intereses, decide adentrarse en las aguas para surcar sus derrotas y
arribar al puerto que sí misma escoge. Al exceso y desafío que supone,
el Hombre ha sabido dar —con su libre albedrío y voluntad— cumplida
respuesta en toda Edad y Tierra toda, como la Historia demuestra y el
Hoy evidencia. La influencia de la mar en el devenir del Hombre toma
forma en el análisis que A.T. Mahan realiza en su obra "Influencia del
Poder Naval en la Historia, 1660-1783", obra plenamente vigente en tanto
que dominar la mar, ese elemento excesivo y hostil, es controlar el
futuro. Un hombre es, por tanto, y más allá de condicionantes o
diferencias, dueño de su Destino si por tal se tiene, si su ánimo no
desmerece a sus sueños.<br />
<br />
La mar pues, en su eterno
vaivén, encierra la clave del éxito terrenal de todo Hombre y toda
Nación, a resultas de que la libertad que ofrece posibilita —y no
condiciona— los nuevos horizontes que la Humanidad siempre ha deseado
para sí. Es, de ese modo, partícipe en mayor o menor medida de todas las
vicisitudes que se presenten en la Historia.<br />
<br />
Y una voz se alza en la lejanía:<br />
<br />
¡Hombre libre, tú siempre am<span style="font-family: inherit;">arás la mar!
</span>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/05567587939626351242noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8302864589141622336.post-28787687849514676012011-11-07T02:09:00.004+01:002013-06-16T23:46:52.558+02:00Sobre escritores y mazmorras<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhbLsMoVJQvJqvHCsFSrVaHvQRpBDqOxAMtCwo-QEs4_FbmOxzpYB8gY716o4j-jfqvpGq7eCR1gUtxQOYaUMMZjhwHBtvzl4nPmxRiuYLzUWv5RK6W5xI3RSAEiye3AJk9oBgnwCaRzTQ/s1600/killjoy.JPG"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5672055350604400946" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhbLsMoVJQvJqvHCsFSrVaHvQRpBDqOxAMtCwo-QEs4_FbmOxzpYB8gY716o4j-jfqvpGq7eCR1gUtxQOYaUMMZjhwHBtvzl4nPmxRiuYLzUWv5RK6W5xI3RSAEiye3AJk9oBgnwCaRzTQ/s200/killjoy.JPG" style="cursor: hand; cursor: pointer; float: right; height: 138px; margin: 0 0 10px 10px; width: 200px;" /></a><br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
"¿No se lee en este país porque no se escribe, o no se escribe
porque no se lee? Esa breve dudilla se me ofrece por hoy, y nada más. Terrible
y triste cosa me parece escribir lo que no ha de ser leído...".<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El amigo Larra no andaba desencaminado cuando —ya en su época— dudaba de
la utilidad de la pluma. Una tesitura a la que todos, en mayor o menor medida, llevamos enfrentándonos desde
que se difundiera el uso de la imprenta, y con ella se generalizaran las
letras. El problema aparece irremisiblemente después de una temporada poniendo
negro sobre blanco una parte de ti mismo, de disfrazar con la retórica muchas
vidas y experiencias. Momentos plasmados —reales— que de otro modo no
existirían. Llega el día en que te lo preguntas: ¿sirve de algo, acaso me
comprenden? Caes después, inexorablemente, en retorcidas aseveraciones entre el
ser y el no ser, que no es sino decir entre uno mismo, o la fachada que implica
el ribete del nombre de un autor; en este caso, tú. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El problema va mucho más allá del alcance que puedas llegar a tener. Eso
es lo de menos. Puedes conseguir llegar a millones de personas de diferentes
partes del globo, ser traducido a veinte idiomas que, aún así, te preguntes lo
mismo, ¿sirve? El acto de la escritura, como expresión artística, implica
bastante más que unos números fríos. Lo que todo escritor acaba por preguntarse
en alguna ocasión se reduce a si las personas que ama —y en menor medida los
desconocidos que posan sus manos por sus escritos— lo “comprenden”. Ésa
espectacular razón inconsciente, y no otra, es la mecha que prende y empuja a
todo ser humano hacia la expresión creativa. Así, puede llegar la conclusión de
que se escribe para desahogar, para soltar en un cajón de papel y cartón los
sentimientos, emociones, vivencias o aventuras. De que, en fin, la escritura
acaba siendo un grito al viento escuchada por unos pocos capaces de
“comprenderla”.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Los hechos y conclusiones expresados por el autor, aun respondiendo a un
factor irreal fruto de la creatividad del mismo, son en buena medida hijos de
la experiencia, a resultas de que el mismo no sería él sin el camino que dejó
atrás, y que lo conformó como persona, como un individuo singular que enmascara
los recuerdos con metáforas y personajes. Por desgracia, son escasas las veces
en que esto es entendido por el lector, quien observa con ojos glaucos tan solo
una historia rubricada tras un título y un nombre o un seudónimo que lo
enmascara. Un creador, en resumen, vaciado, desprovisto de su ser, travestido
en “canal”. Es comprensible por otra parte que resulte ser así. La mente humana
se acerca a lo desconocido tendente hacia la fantasía o la suposición. Por ese
motivo no sorprende que el autor, a ojos del conjunto de receptores, no sea
nada más que visto como el medio catalizador que hace posible el propio vuelo a
través de unas experiencias noveladas y urdidas en la obra.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
De ahí, imagino, las inquietudes que ya Larra sentía al decir lo que
dijo. La vida de un escritor anónimo —o pintor, escultor, romántico en fin—
puede desembocar en esos breves momentos de melancolía, en los que se añore la
felicidad del niño que un día se fue; de un pasado arropado y protegido en su
totalidad. Y es que él, al descubrir hoy al mundo su caja fuerte —la propia
vida reflejada en sus personajes—, corre el riesgo de ser cosificado
paradójicamente por expresar y ser más humano. El miedo, la inquietud, la duda
de la despersonificación por parte de un receptor que no conoce la historia del
autor puede conducir al mismo a un más que probable ánimo decaído, y
considerarse máquina que pulsa teclas con mayor o menor precisión.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Pero es entonces, en esas horas bajas, cuando se obra el milagro y el
guiño de la intuición pasa de puntillas sobre el hombro del abatido quien,
apenas si viéndola desaparecer en la niebla, puede acertar a comprender que lo
verdaderamente relevante en la vida del romántico no se sea llegar a dejar
huella en un ente anónimo llamado audiencia sino, bajando la mirada, encontrar
los referentes que desde un principio siguieron ahí; en quienes y por ellos,
puede sostener los pasos que lo encaminan hacia el futuro. Los referentes
apuntalan con su existencia los vaivenes del camino. Con ellos, en el viaje
romántico o en nómada singladura, el escritor se buscará a sí mismo en una
permanente fuga, pero habrá “Triunfado” ante sí mucho antes de poder siquiera
perder la vista.<o:p></o:p></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/05567587939626351242noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8302864589141622336.post-54895312740077094302011-11-04T01:07:00.003+01:002011-11-04T01:14:12.767+01:00Una ilusión imperfecta<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiNtj0JOTpqFllgjTlJvFY7ojns-Y2pY4g39vc4RO2-51RPfYKQvrgVQQDJ-QfX58HvEO9TcwEcGVMvJ6Mm3kFxfg9fnzU1_Zuby9cQp84KfSwtkqsaoCPL0lx-PVMDdrBDnYAk-obnWSg/s1600/gaze+2.JPG"><img style="MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 211px; FLOAT: left; HEIGHT: 140px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5670926068696612578" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiNtj0JOTpqFllgjTlJvFY7ojns-Y2pY4g39vc4RO2-51RPfYKQvrgVQQDJ-QfX58HvEO9TcwEcGVMvJ6Mm3kFxfg9fnzU1_Zuby9cQp84KfSwtkqsaoCPL0lx-PVMDdrBDnYAk-obnWSg/s200/gaze+2.JPG" /></a><br />Cuánto tiempo. O no. El instante es el primero, mas el transcurrir entre los sucesivos momentos difiere en definitiva con lo que se me antoja. El ahora, como hecho, es nada. No obstante lo es todo, por cuanto que lo vivido permanece, el porvenir espera para acontecer… y nosotros caminamos. Lo más grande resulta de una acumulación de diferentes pequeños instantes, como si el río no fuera tal sino una suma de sus gotas. Y sin embargo fluye.<br /><br />Esa especie de suma maestra que conforma la ilusión que llamamos consciencia —como progresión aritmética— no puede ser irrefutable, pues de serlo anularía un hecho: la constatación de que en la vida, como en los sueños, la realidad se dota de una “chispa” que lo cambia todo. Y vemos que no es así. Todo difiere.<br /><br />La simetría aparente es difusa, no hay blancas ni negras, ni siquiera una gama de grises comprendida entre ellas. Las personas, como hechos singulares, administran con su existencia la inmortalidad que se intuye si disociamos perfección y simetría, entre curva y círculo.<br /><br />Nada, como comprobamos, es idéntico a lo anterior, ni las gotas antes mencionadas, ni mucho menos las personas. Por ello, se vuelve necesario reflexionar si, en la diferencia, pueda hallarse el secreto de que el instante irreal del presente transfigure la imperfección, vistiéndola de gala, preparándonos para el mañana.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/05567587939626351242noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8302864589141622336.post-87301606445194307942011-05-16T22:01:00.002+02:002013-06-16T23:47:59.986+02:00Ya disponible para su libre descarga.No son motivo de mi afán el éxito o la fama, por lo que he subido el archivo (pdf) a Megaupload para su libre distribución. Tan solo, quizás, espero que a todo aquel que se anime a echarle un vistazo, éste le sea ameno y provechoso; tanto como fue para mí el escribirlo. Ha sido y es un alivio -como siempre lo fue- comprobar que el trabajo y el esfuerzo allanan el camino que todos recorremos, y ayudan a hacer del mismo algo por lo que abrir cada mañana los brazos al mundo.<br />
<br />
Éste es el enlace: http://db.tt/gUPSkS4p<br />
<br />
Muchas gracias a todos.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/05567587939626351242noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8302864589141622336.post-60359603737194099052011-04-22T13:35:00.003+02:002011-04-22T13:40:04.886+02:00Desde el Bauprés<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyl8QrxeUiYaV-bmHOG-A8PTk9wPw6xBcnf-iv2uwcf8QLEF_yFu_EMr65R0amYnqIKBofdiAHN3xGHQubVkgEf-3GOpf6UBfoGzteCDho_bGOFFQoy8b_t-IuytilP16rUsF4SY97Vvs/s1600/Entero.jpg"><img style="MARGIN: 0px 0px 10px 10px; WIDTH: 320px; FLOAT: right; HEIGHT: 214px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5598370382139716930" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyl8QrxeUiYaV-bmHOG-A8PTk9wPw6xBcnf-iv2uwcf8QLEF_yFu_EMr65R0amYnqIKBofdiAHN3xGHQubVkgEf-3GOpf6UBfoGzteCDho_bGOFFQoy8b_t-IuytilP16rUsF4SY97Vvs/s320/Entero.jpg" /></a><br /><br /><div>Por fin, tras muchos meses de esfuerzo y por qué no decirlo, de espera, puedo decir que el trabajo ha finalizado. </div><br /><div></div><br /><div>Hoy es día muy especial para mí, y por ello quiero presentar las tapas de la que será mi "ópera prima".</div><br /><div></div><br /><div>A falta de unos pequeños ajustes, éste será el resultado.</div><br /><div></div><br /><div>Un saludo y gracias por el interés.</div><br /><div></div><br /><div>Marcelo. </div>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/05567587939626351242noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8302864589141622336.post-32910701289089638242011-01-18T21:03:00.003+01:002011-01-18T21:14:47.044+01:00Ensayo 2011<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEidKBtCGIHrEmgmbSzTXVtGog2fmSmmVh26G-FWUAsHfZmO2aV1ls2zrsiQ-voiuWngKrKmPBkWeaLbnZqVZ4_tON_7KzQlwWo0wq0U9IBZSgOj8kM5XKHHVoz119Tn4m_YN87kfpUxmbw/s1600/documento35170.jpg"><img style="MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 149px; FLOAT: left; HEIGHT: 147px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5563619180251985234" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEidKBtCGIHrEmgmbSzTXVtGog2fmSmmVh26G-FWUAsHfZmO2aV1ls2zrsiQ-voiuWngKrKmPBkWeaLbnZqVZ4_tON_7KzQlwWo0wq0U9IBZSgOj8kM5XKHHVoz119Tn4m_YN87kfpUxmbw/s200/documento35170.jpg" /></a><br />En vista de que tengo el blog bastante abandonado, diré que me encuentro desde hace tiempo enfrascado en la culminación del ensayo que ideé hace más de un año, del cual expuse aquí parte de su prólogo, y que pretendo presentar a los Premios Literarios de la UCM de 2011.<br /><br />La finalidad que persigo no es la de ganar el primer premio, sino la de poder rematar al fin un proyecto que nació con ilusión y que tras múltiples y diversas vicisitudes no pude culminar.<br /><br />Es por ello por lo que no puedo evitar cierto sentimiento de nostalgia cada vez que visito este blog y no puedo colgar ningún escrito nuevo, pero las circunstancias mandan y la meta ya se vislumbra.<br /><br />Así pues, pido disculpas a todo aquel que siga o haya entrado aquí buscando novedades. Unas novedades que pronto llegarán.<br /><br />Un saludo a todos.<br /><br />Malatesta.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/05567587939626351242noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8302864589141622336.post-58264543478889734372010-11-27T16:08:00.002+01:002010-11-27T16:13:30.873+01:00Noviembre<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqa0AHpSyQrvPqpQKzZoR8WQXMSQhpsfJ2wjINx77TOiKoYmzrre2X_L9I9nFmIVjY19I20zvsgjzaTwOtkXQmflA1qmviBUPn72EyNIUdDCiQ2SCqnLdB6-tUI_i23hnYwPc5SSDD_zc/s1600/sin+titulo+4.JPG"><img style="MARGIN: 0px 0px 10px 10px; WIDTH: 136px; FLOAT: right; HEIGHT: 200px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5544247801349923138" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqa0AHpSyQrvPqpQKzZoR8WQXMSQhpsfJ2wjINx77TOiKoYmzrre2X_L9I9nFmIVjY19I20zvsgjzaTwOtkXQmflA1qmviBUPn72EyNIUdDCiQ2SCqnLdB6-tUI_i23hnYwPc5SSDD_zc/s200/sin+titulo+4.JPG" /></a>El primer día de la semana se escapa por la ventana. Es ocho de noviembre, hace frío y el cielo es gris. Ante nosotros se vislumbra una semana oscura; la culminación —para bien o para mal— de varios años de incertidumbre. Noviembre: cruce de avisos y caminos que el Destino nos ha puesto en medio de la nada, tal si se tratara de una especie de luz para conciencias despiertas, desperezándose entre la cotidianeidad y el pulso contra la crisis. Son tiempos de cambio y de reajuste en lo personal y en lo colectivo. Asisto —con permanente sorpresa— a una serie de inquietantes acontecimientos que no parecen desembocar en algo provechoso. La mencionada crisis va mucho más allá de la simple quiebra económica de un sistema, sino que extiende sus tentáculos por todo occidente, despojándolo de las referencias que hasta la fecha le han permitido seguir latiendo. Nos vemos inmersos en otra quiebra —la de los valores, y no precisamente económicos— que relativiza al futuro e ignora el pasado amparándose en el ahora, consecuencia sin duda de los desasosegados días que atravesamos.<br /><br />Me siento y enciendo un cigarrillo. Las volutas enturbian el ambiente, siendo éstas cruel símil de la cegada realidad que la sociedad constituye al desayunar cada mañana.<br /><div></div>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/05567587939626351242noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8302864589141622336.post-46983063370292423222010-10-21T22:37:00.003+02:002010-10-21T22:40:20.731+02:00Es la hora<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpd2aMG5fUQ8ux-MdTXiN-7gVulN8l_gM-jfbLCuTr3Jzjiv422RsiuMPoRylmTl4iO6nESpGo8x-tynwWGCMVjmE0z66bTdEXZs-k3UECCy_MxrKP1S1l_gZ3ScV7tdcXtv_I50MpCfI/s1600/sin+titulo+20.JPG"><img style="MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 200px; FLOAT: left; HEIGHT: 176px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5530601536403456610" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpd2aMG5fUQ8ux-MdTXiN-7gVulN8l_gM-jfbLCuTr3Jzjiv422RsiuMPoRylmTl4iO6nESpGo8x-tynwWGCMVjmE0z66bTdEXZs-k3UECCy_MxrKP1S1l_gZ3ScV7tdcXtv_I50MpCfI/s200/sin+titulo+20.JPG" /></a><br /><div>A la diestra una sombra ríe al tiempo que se pone en pie…<br /><br /><br /><br /><br /><br /></div><div></div><div></div><div></div><div></div><div></div><div>…y Malatesta me tiende el acero.</div>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/05567587939626351242noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-8302864589141622336.post-45775046625091745522010-06-08T23:55:00.006+02:002010-06-09T00:39:06.056+02:00Nothing happens<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLxSgKxv4s2lXN9o3SzV_HeJRXEXpL_W4VnIqZxHbijeRf24ZPV2F-Qzs5uv3UfJK3fFde4sovV8sQBHCfLc104_LpBf1tUyeK6OfAJaERXZDu5KrzUL9FZ8DUpJzKQIPjsKvpF9MTJJ8/s1600/tempestad.jpg"><img style="MARGIN: 0px 0px 10px 10px; WIDTH: 200px; FLOAT: right; HEIGHT: 130px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5480525441891662994" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLxSgKxv4s2lXN9o3SzV_HeJRXEXpL_W4VnIqZxHbijeRf24ZPV2F-Qzs5uv3UfJK3fFde4sovV8sQBHCfLc104_LpBf1tUyeK6OfAJaERXZDu5KrzUL9FZ8DUpJzKQIPjsKvpF9MTJJ8/s200/tempestad.jpg" /></a><em>No pasa nada</em>. Debe de ser algo innato en el ser humano dar más importancia de la necesaria a temas banales. El modo de vida, cultura, acciones, provocan que a menudo se sitúen ciertas menudencias en la cota de lo insalvable. Nos fijamos en chorradas y olvidamos lo sustancial, vivir sin miedo.<br /><br />No controlar nuestro alrededor genera incertidumbre, y ésta desemboca en el miedo. A menudo, algunos —la mayoría— hacen un mundo de cualquier nimio contratiempo, discusión, o desavenencia. He podido comprobar —yo mismo fui uno de ellos— que las personas se disgustan y sufren por pequeñas cosas secundarias que no deberían ocupar más espacio en nuestro ánimo del que reside entre dos palabras; <em>no importa</em>. Casos que hacen flaquear el aplomo como, por ejemplo, la histeria al descubrir una mancha en el vestido antes de una fiesta, y por ende pensar que van a ser infravalorados si no cumplen los requisitos que la moral establecida dicta sobre lo “adecuado”; o torturarse pensando si el novio ha dicho esto o aquello con sus amigos, obviando el disfrute que supone compartir voluntariamente su vida con él. En ambos casos están desviando la mirada de lo verdaderamente fundamental, que no es sino disfrutar del fin en sí mismo —la fiesta, o la carrera de larga distancia que implica una relación—. Supone visualizar la vida siendo consciente de que el todo es mayor que la suma de las partes. Si pensamos así, sabremos estar por encima de cualquier escollo que se nos presente. Ampliaremos horizontes.<br /><br />En otras ocasiones vuelven a sufrir —o a pensar más de lo debido— dando significación no ya a algunos contratiempos, sino a “lo que se supone que debe ser”. Me estoy refiriendo a fijar referencias que deben cumplirse para que lo que tenemos entre manos funcione. Pongo por ejemplo otro caso muy común: pensar que una relación sin sexo no se disfruta, y que la falta de éste o su poca presencia implica que “algo falla”. Es evidente que el sexo es valioso y nunca está de más, pero, si inconscientemente marcamos un mínimo, estaremos dando prevalencia al número en lugar de al acto en sí. Dicho de otra manera, erraremos el tiro; no viviremos “la” relación, sino que viviremos “para” la relación.<br /><br />De igual modo y por alguna extraña razón, muchos de los de antes tienden a mitificar el sexo otorgándole unos atributos que le son ajenos. A un acto de cariño entre dos personas que deciden compartir algo más que un buen rato, se lo engrandece como si fuera tabú, como algo cuasi prohibido en donde las palabras normalidad y natural no pudieran existir. Así mismo y por ese motivo existen infinitas barreras psicológicas en torno a él. Pero eso nos llevaría muy lejos…<br /><br />Todo lo anterior se trata con ejemplos, pero la idea principal subyace:<br /><br />— Vive tu vida y aquello en lo que creas como un todo.<br />— No pasa nada, deja de preocuparte y saborea el ahora.<br /><br />Pero es igual, porque cada cual obra según su parecer, y así ha sido siempre. Por eso esta reflexión final no puede albergar sino el fomento de la individualidad de las personas, el ánimo al librepensamiento y la condena hacia toda clase de alienación de la voluntad o dogmatización de la conducta.<br /><br />Por ello, animo a todo aquel que lea estas letras a que por encima de todo sea libre. Pues, como dijo un día Chateaubriand, <em>“son el resultado de mi cambiante fortuna, de la incoherencia de mi suerte. Sus tempestades no me han dejado a menudo más mesa para escribir que la roca contra la cual naufragaba”.</em><br /><br /><br /><br /><br /><br /><object width="353" height="132"><embed src="http://www.goear.com/files/external.swf?file=e1f083a" type="application/x-shockwave-flash" wmode="transparent" quality="high" width="353" height="132"></embed></object>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/05567587939626351242noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-8302864589141622336.post-42414734512954371182010-06-03T21:03:00.006+02:002010-06-06T10:58:22.615+02:00El eco del paria<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAL7sksHowfdQm-6VvRX0Na777yyUXTEhPQcjU3pu9jnkuR2UXI33hi3g6tdVSpEOLtohimv-8fZ-rgeMjnO_BYLeQ-G0eZHpxoArSO7N8xXZlHOTpLdggYE6VT_poGdv7I6uDJ3voJRc/s1600/hopper.jpg"><img style="MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 200px; FLOAT: left; HEIGHT: 136px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5478626206022346994" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAL7sksHowfdQm-6VvRX0Na777yyUXTEhPQcjU3pu9jnkuR2UXI33hi3g6tdVSpEOLtohimv-8fZ-rgeMjnO_BYLeQ-G0eZHpxoArSO7N8xXZlHOTpLdggYE6VT_poGdv7I6uDJ3voJRc/s200/hopper.jpg" /></a>Hace ya mucho de esta historia. Demasiado quizá para poner nombre al protagonista, ahora que han pasado tantos meses como años. Tanto, que en la mirada arrugada por el desgarro del tiempo ya no asoma ápice de inocencia; mas en él no existe atisbo de olvido ni rémora de conciencia. Cambió, eso es todo.<br /><br />La huella del neumático recuerda cuando apenas era un joven imberbe de casco en mano y mochila al hombro, en el que en uno de sus viajes y quiebros del Destino fue a dar con el misterio de las relaciones humanas, con la gran aventura que supone parar la moto y decir aquí estoy. Era época de grandes ideales, de —ahora fútiles— esperanzas, cuando bregaba denodadamente convencido del provecho de la palabra y el artículo, cuando en fin, era un idealista. Pensaba de tal modo nuestro personaje que, al fijar la vista en un cabello cobrizo, no hizo más que plantar el sello de otra cicatriz más sobre el lomo. La miraba de lejos en primera instancia, observando como ordenaba sus cosas en el bolso o encendía un cigarrillo sentada al sol, mirando al infinito tras un baño en el río. La imaginaba guardiana de inhóspitos mundos interiores, de crueles dolencias y sutiles vivencias. Se convirtió para él en un reto, un enigma por resolver. ¿Qué escondía esa enigmática y circunspecta mirada, en ocasiones posada sobre él?<br /><br />Pasó el tiempo y entre viaje y viaje la vio crecer, a la par que él también lo hacía. La muchacha continuaría orillada en aquel río. Cada vez que nuestro héroe visitara la ciudad no podría evitar hacer una visita a donde ella siempre había estado para, de lejos, analizar sus movimientos y escuchar su risa. Se sentía adalid de dos Destinos entrelazados pero nunca unidos.<br /><br />Leyó, viajó, adquirió experiencias e ideas y perdió otras, conoció terceras orillas del río. Pasados los años y detenido nuevamente sobre la moto, volvió a ver brillar el cabello reflejado en la visera del sempiterno casco. El viejo amigo oculto tras la oscura fachada de un desconocido. Pero ahora todo era diferente. Resultaba imposible buscar en ella a la muchacha de cabello cobrizo. Era irreconocible en su totalidad. Al crecer y madurar, las ilusiones se diluyen en la praxis del ensueño, y él ahora no veía más que una pesadilla abrumadora y violenta en la que —de cuando en cuando, al volver a verla— se adentraba tratando de seguir teniéndola en el olimpo de lo imposible. Todo eso había terminado, ya no quedaban pedestales en los que encaramar su sonrisa. Perdió la inocencia. Tampoco él reconocía al hombre que tras la visera miraba sentado sobre la moto.<br /><br /><object width="353" height="132"><embed src="http://www.goear.com/files/external.swf?file=7cfd087" type="application/x-shockwave-flash" wmode="transparent" quality="high" width="353" height="132"></embed></object>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/05567587939626351242noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8302864589141622336.post-79107629315139763332010-05-20T23:17:00.002+02:002010-05-20T23:23:45.774+02:00Born to be wild<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXjq61ecHMBT6jxQSBuCKXqfZC3kYvYC8Gjac-nKr6ukCFbG2WVR29q-kbndFqk-dod4rpMxQWm8_Vi0Yj4KPSogz0mi_nQYSuwZqN81C1EZFVlV0MG6xy-fE5SLyvUhbjUr1gCN3GdtI/s1600/Foto02032.jpg"><img style="MARGIN: 0px 0px 10px 10px; WIDTH: 320px; FLOAT: right; HEIGHT: 240px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5473464750645250130" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXjq61ecHMBT6jxQSBuCKXqfZC3kYvYC8Gjac-nKr6ukCFbG2WVR29q-kbndFqk-dod4rpMxQWm8_Vi0Yj4KPSogz0mi_nQYSuwZqN81C1EZFVlV0MG6xy-fE5SLyvUhbjUr1gCN3GdtI/s320/Foto02032.jpg" /></a>A lo lejos la moto espera entre brumas y silencio, relegada al polvoriento olvido. Sus cromados refulgen al sol con un deje de anacrónico pasado, como si sus destellos acompasados al movimiento del astro rey —el único viaje que hasta ahora conoce— marcaran al diapasón de los tiempos su existencia silenciosa.<br /><br />Corre una ligera brisa vespertina. Viene del oeste, me pregunto qué vivencias, qué palabras, qué risas y qué silencios trae consigo flotando en la hipnosis del presente memorando. Las cigarras tocan a ceremonia, hace calor. Entro en la característica duermevela —cuasi olvidada— de quien se aproxima a un momento decisivo. Todo parece deslizarse despacio, ralentizado al son del crujir de las piedras del camino, y al llegar a mi destino, esa nueva compañera de doble ventrículo que es la chopper se torna magnánima, casi inocente y virginal.<br /><br />Deslizo los dedos por su lomo de metal y se dibujan sobre ella mis primeras caricias. La siento delicada, mas su inocente y pacífico aspecto evidencian lo equivocado de tales aseveraciones. En verdad es bella.<br /><br />Es al introducir la llave cuando revive en mí un pasaje olvidado de la humanidad, el famoso Carpe diem, o el nómada espíritu. Cada clic de la cerradura aumenta las pulsaciones, y un torrente de adrenalina se desborda por mi interior, estremeciéndose. Ha llegado el momento de dar vida al alma de Noa. Dos intentos bastan para atronar conciencias apoltronadas en su conformismo; todo vibra, suena, quema. El viento de poniente ahora azota enfurecido como enojado por esta súbita alteración en su discurrir, y el todo vuélvese ocre. Me ajusto las gafas de sol, ahora no viajará sola aquella enigmática y cegadora luz.<br /><br />La primera engrana con una sonora coz y todo parece dar vueltas. El faro alumbra el oscuro infinito de la incertidumbre y el valor de los hechos se abre paso. Miro al horizonte y me pregunto, qué nos aguarda, y quién de nosotros volverá algún día para contar que una tarde en mitad de ninguna parte, la razón daba paso a la intuición, mientras la locura y la cordura se abrazaron en la inhóspita aventura de la búsqueda del yo…<br /><div></div><br /><br /><object width="353" height="132"><embed src="http://www.goear.com/files/external.swf?file=9768fc8" type="application/x-shockwave-flash" wmode="transparent" quality="high" width="353" height="132"></embed></object>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/05567587939626351242noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8302864589141622336.post-18811591364110077372010-05-17T22:08:00.004+02:002010-05-17T22:26:08.942+02:00Aprender, aunque sea para olvidar<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjcc1YqQbBK7Cd-lHckPJDRvUSevQj-SXk9UtJOfvxxkKIQGmrNeLfVFMIIDQdkREUDTJpK5-qFbcZmzye_FQCQTAskw04DS4U7WEPEGnutyMjyEtAK1UqJ7wvU24qY5Sk-dXI7qGzOlXY/s1600/noche20oscura.jpg"><img style="MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 200px; FLOAT: left; HEIGHT: 165px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5472334840183188930" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjcc1YqQbBK7Cd-lHckPJDRvUSevQj-SXk9UtJOfvxxkKIQGmrNeLfVFMIIDQdkREUDTJpK5-qFbcZmzye_FQCQTAskw04DS4U7WEPEGnutyMjyEtAK1UqJ7wvU24qY5Sk-dXI7qGzOlXY/s200/noche20oscura.jpg" /></a>Nunca había conocido a una persona tan ingenua, tan confiada, tan ignorante de las fuerzas oscuras que obraban en el mundo. Unas veces, se preguntaba si no era simplemente estúpida. Otras veces, parecía estar poseída de una sabiduría singular, refinada. Y en algunas ocasiones, cuando se volvía a mirarlo con aquella expresión intensa y obstinada en los ojos, Héctor creía que se le iba a romper el corazón. En eso consistió la paradoja del año que pasó en Spokane. Nora le hacía la vida intolerable, y sin embargo ella era lo único por lo que vivía, el único motivo por el que no había hecho la maleta para largarse.<br /><br />No habría sido tan terrible si ella no le hubiera gustado tanto, si una parte de él no se hubiera enamorado de ella el primer día que la vio. Y sin embargo siguió acudiendo a su casa todos los martes y jueves por la noche, muriendo un poco cada vez que ella se sentaba a su lado en el sofá y recostaba su cuerpo de veintidós años en los cojines de terciopelo color vino. Qué fácil habría sido extender el brazo, acariciarle la nuca, cogerla del hombro, volverse, y besarle las pecas de la cara.<br /><br />Pero sabía que por mucho tiempo que pasara con ella, estaría siempre solo cuando estuvieran juntos.<br /><br /><div align="right">(P.A.)</div>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/05567587939626351242noreply@blogger.com3