Titanic


Nacerá de nuevo la brizna,
Volverá a reír el niño,
Que, por sueño del sino,
Huérfano dormía.

Así he comenzado hoy a escribir, consciente de que todo a mi alrededor es caduco y marchito, más aún, zafio, vulgar y carente de estilo.

La realidad muestra continuamente su lado amargo, su cara triste y de facciones primitivas, mientras nos mira con una copa en una mano y un revólver en la otra.

Nacemos, crecemos, nos integramos, casi sin darnos cuenta vamos siendo introducidos en la cadena de montaje del fajo de billetes del poder.

Una vez metidos en el cenagal en que se ha convertido nuestra vida, ahogados por la necesidad artificial, por deudas imposibles de saldar, por auténticas rémoras internas que nos parasitan cada día, nos es casi imposible salir de él.

Lo triste es que no nos damos cuenta casi nunca, debido a nuestra educación alienada en la masa, pensamos que mañana será un día mejor, que el euríbor bajará, que nuestra mujer estará ahí, que nuestro jefe reconocerá nuestro trabajo, que, que y que… patrañas.

Sólo unos pocos se enteran de la fiesta, pero se hunden siendo conscientes de la traición a la que han sido sometidos, cuando ya es demasiado tarde para hacer nada.

Están embarcados en el Titanic a pocos minutos de su triste final y, aunque tratan de escapar de las gélidas aguas del fracaso moral, espiritual y personal, encaramándose a la popa, saben que sus esfuerzos son baldíos, sus intentos inútiles y sus súplicas, ignoradas.

Mas aún algunos estamos a tiempo de romper el billete de la perdición, de dar marcha atrás y huir lo antes posible del puerto infecto en que se ha convertido nuestra sociedad.

Tenemos tres opciones, embarcar en primera clase, creer que es imposible hundirse y que todo es de color de rosa, mientras te fumas un habano en honor al maquiavélico patrón, embarcar en tercera y llegado el ocaso ver que no hay escapatoria, porque las verjas se hallan cerradas, mientras te ahogas maldiciendo tu estupidez o, en la pasarela del cíclope, dar media vuelta y correr, correr y correr lo más rápido posible en busca de los prados y colinas repletos de vida, en busca de la salvación de tu persona.

Jugando con las cartas marcadas es más fácil sacar tajada.
¿Qué decides?

Posted by Unknown |

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