Noviembre

El primer día de la semana se escapa por la ventana. Es ocho de noviembre, hace frío y el cielo es gris. Ante nosotros se vislumbra una semana oscura; la culminación —para bien o para mal— de varios años de incertidumbre. Noviembre: cruce de avisos y caminos que el Destino nos ha puesto en medio de la nada, tal si se tratara de una especie de luz para conciencias despiertas, desperezándose entre la cotidianeidad y el pulso contra la crisis. Son tiempos de cambio y de reajuste en lo personal y en lo colectivo. Asisto —con permanente sorpresa— a una serie de inquietantes acontecimientos que no parecen desembocar en algo provechoso. La mencionada crisis va mucho más allá de la simple quiebra económica de un sistema, sino que extiende sus tentáculos por todo occidente, despojándolo de las referencias que hasta la fecha le han permitido seguir latiendo. Nos vemos inmersos en otra quiebra —la de los valores, y no precisamente económicos— que relativiza al futuro e ignora el pasado amparándose en el ahora, consecuencia sin duda de los desasosegados días que atravesamos.

Me siento y enciendo un cigarrillo. Las volutas enturbian el ambiente, siendo éstas cruel símil de la cegada realidad que la sociedad constituye al desayunar cada mañana.

Posted by Unknown | | 0 comentarios

Es la hora


A la diestra una sombra ríe al tiempo que se pone en pie…





…y Malatesta me tiende el acero.

Posted by Unknown | | 2 comentarios

Nothing happens

No pasa nada. Debe de ser algo innato en el ser humano dar más importancia de la necesaria a temas banales. El modo de vida, cultura, acciones, provocan que a menudo se sitúen ciertas menudencias en la cota de lo insalvable. Nos fijamos en chorradas y olvidamos lo sustancial, vivir sin miedo.

No controlar nuestro alrededor genera incertidumbre, y ésta desemboca en el miedo. A menudo, algunos —la mayoría— hacen un mundo de cualquier nimio contratiempo, discusión, o desavenencia. He podido comprobar —yo mismo fui uno de ellos— que las personas se disgustan y sufren por pequeñas cosas secundarias que no deberían ocupar más espacio en nuestro ánimo del que reside entre dos palabras; no importa. Casos que hacen flaquear el aplomo como, por ejemplo, la histeria al descubrir una mancha en el vestido antes de una fiesta, y por ende pensar que van a ser infravalorados si no cumplen los requisitos que la moral establecida dicta sobre lo “adecuado”; o torturarse pensando si el novio ha dicho esto o aquello con sus amigos, obviando el disfrute que supone compartir voluntariamente su vida con él. En ambos casos están desviando la mirada de lo verdaderamente fundamental, que no es sino disfrutar del fin en sí mismo —la fiesta, o la carrera de larga distancia que implica una relación—. Supone visualizar la vida siendo consciente de que el todo es mayor que la suma de las partes. Si pensamos así, sabremos estar por encima de cualquier escollo que se nos presente. Ampliaremos horizontes.

En otras ocasiones vuelven a sufrir —o a pensar más de lo debido— dando significación no ya a algunos contratiempos, sino a “lo que se supone que debe ser”. Me estoy refiriendo a fijar referencias que deben cumplirse para que lo que tenemos entre manos funcione. Pongo por ejemplo otro caso muy común: pensar que una relación sin sexo no se disfruta, y que la falta de éste o su poca presencia implica que “algo falla”. Es evidente que el sexo es valioso y nunca está de más, pero, si inconscientemente marcamos un mínimo, estaremos dando prevalencia al número en lugar de al acto en sí. Dicho de otra manera, erraremos el tiro; no viviremos “la” relación, sino que viviremos “para” la relación.

De igual modo y por alguna extraña razón, muchos de los de antes tienden a mitificar el sexo otorgándole unos atributos que le son ajenos. A un acto de cariño entre dos personas que deciden compartir algo más que un buen rato, se lo engrandece como si fuera tabú, como algo cuasi prohibido en donde las palabras normalidad y natural no pudieran existir. Así mismo y por ese motivo existen infinitas barreras psicológicas en torno a él. Pero eso nos llevaría muy lejos…

Todo lo anterior se trata con ejemplos, pero la idea principal subyace:

— Vive tu vida y aquello en lo que creas como un todo.
— No pasa nada, deja de preocuparte y saborea el ahora.

Pero es igual, porque cada cual obra según su parecer, y así ha sido siempre. Por eso esta reflexión final no puede albergar sino el fomento de la individualidad de las personas, el ánimo al librepensamiento y la condena hacia toda clase de alienación de la voluntad o dogmatización de la conducta.

Por ello, animo a todo aquel que lea estas letras a que por encima de todo sea libre. Pues, como dijo un día Chateaubriand, “son el resultado de mi cambiante fortuna, de la incoherencia de mi suerte. Sus tempestades no me han dejado a menudo más mesa para escribir que la roca contra la cual naufragaba”.





Posted by Unknown | | 3 comentarios

El eco del paria

Hace ya mucho de esta historia. Demasiado quizá para poner nombre al protagonista, ahora que han pasado tantos meses como años. Tanto, que en la mirada arrugada por el desgarro del tiempo ya no asoma ápice de inocencia; mas en él no existe atisbo de olvido ni rémora de conciencia. Cambió, eso es todo.

La huella del neumático recuerda cuando apenas era un joven imberbe de casco en mano y mochila al hombro, en el que en uno de sus viajes y quiebros del Destino fue a dar con el misterio de las relaciones humanas, con la gran aventura que supone parar la moto y decir aquí estoy. Era época de grandes ideales, de —ahora fútiles— esperanzas, cuando bregaba denodadamente convencido del provecho de la palabra y el artículo, cuando en fin, era un idealista. Pensaba de tal modo nuestro personaje que, al fijar la vista en un cabello cobrizo, no hizo más que plantar el sello de otra cicatriz más sobre el lomo. La miraba de lejos en primera instancia, observando como ordenaba sus cosas en el bolso o encendía un cigarrillo sentada al sol, mirando al infinito tras un baño en el río. La imaginaba guardiana de inhóspitos mundos interiores, de crueles dolencias y sutiles vivencias. Se convirtió para él en un reto, un enigma por resolver. ¿Qué escondía esa enigmática y circunspecta mirada, en ocasiones posada sobre él?

Pasó el tiempo y entre viaje y viaje la vio crecer, a la par que él también lo hacía. La muchacha continuaría orillada en aquel río. Cada vez que nuestro héroe visitara la ciudad no podría evitar hacer una visita a donde ella siempre había estado para, de lejos, analizar sus movimientos y escuchar su risa. Se sentía adalid de dos Destinos entrelazados pero nunca unidos.

Leyó, viajó, adquirió experiencias e ideas y perdió otras, conoció terceras orillas del río. Pasados los años y detenido nuevamente sobre la moto, volvió a ver brillar el cabello reflejado en la visera del sempiterno casco. El viejo amigo oculto tras la oscura fachada de un desconocido. Pero ahora todo era diferente. Resultaba imposible buscar en ella a la muchacha de cabello cobrizo. Era irreconocible en su totalidad. Al crecer y madurar, las ilusiones se diluyen en la praxis del ensueño, y él ahora no veía más que una pesadilla abrumadora y violenta en la que —de cuando en cuando, al volver a verla— se adentraba tratando de seguir teniéndola en el olimpo de lo imposible. Todo eso había terminado, ya no quedaban pedestales en los que encaramar su sonrisa. Perdió la inocencia. Tampoco él reconocía al hombre que tras la visera miraba sentado sobre la moto.

Posted by Unknown | | 0 comentarios

Born to be wild

A lo lejos la moto espera entre brumas y silencio, relegada al polvoriento olvido. Sus cromados refulgen al sol con un deje de anacrónico pasado, como si sus destellos acompasados al movimiento del astro rey —el único viaje que hasta ahora conoce— marcaran al diapasón de los tiempos su existencia silenciosa.

Corre una ligera brisa vespertina. Viene del oeste, me pregunto qué vivencias, qué palabras, qué risas y qué silencios trae consigo flotando en la hipnosis del presente memorando. Las cigarras tocan a ceremonia, hace calor. Entro en la característica duermevela —cuasi olvidada— de quien se aproxima a un momento decisivo. Todo parece deslizarse despacio, ralentizado al son del crujir de las piedras del camino, y al llegar a mi destino, esa nueva compañera de doble ventrículo que es la chopper se torna magnánima, casi inocente y virginal.

Deslizo los dedos por su lomo de metal y se dibujan sobre ella mis primeras caricias. La siento delicada, mas su inocente y pacífico aspecto evidencian lo equivocado de tales aseveraciones. En verdad es bella.

Es al introducir la llave cuando revive en mí un pasaje olvidado de la humanidad, el famoso Carpe diem, o el nómada espíritu. Cada clic de la cerradura aumenta las pulsaciones, y un torrente de adrenalina se desborda por mi interior, estremeciéndose. Ha llegado el momento de dar vida al alma de Noa. Dos intentos bastan para atronar conciencias apoltronadas en su conformismo; todo vibra, suena, quema. El viento de poniente ahora azota enfurecido como enojado por esta súbita alteración en su discurrir, y el todo vuélvese ocre. Me ajusto las gafas de sol, ahora no viajará sola aquella enigmática y cegadora luz.

La primera engrana con una sonora coz y todo parece dar vueltas. El faro alumbra el oscuro infinito de la incertidumbre y el valor de los hechos se abre paso. Miro al horizonte y me pregunto, qué nos aguarda, y quién de nosotros volverá algún día para contar que una tarde en mitad de ninguna parte, la razón daba paso a la intuición, mientras la locura y la cordura se abrazaron en la inhóspita aventura de la búsqueda del yo…



Posted by Unknown | | 0 comentarios

Aprender, aunque sea para olvidar

Nunca había conocido a una persona tan ingenua, tan confiada, tan ignorante de las fuerzas oscuras que obraban en el mundo. Unas veces, se preguntaba si no era simplemente estúpida. Otras veces, parecía estar poseída de una sabiduría singular, refinada. Y en algunas ocasiones, cuando se volvía a mirarlo con aquella expresión intensa y obstinada en los ojos, Héctor creía que se le iba a romper el corazón. En eso consistió la paradoja del año que pasó en Spokane. Nora le hacía la vida intolerable, y sin embargo ella era lo único por lo que vivía, el único motivo por el que no había hecho la maleta para largarse.

No habría sido tan terrible si ella no le hubiera gustado tanto, si una parte de él no se hubiera enamorado de ella el primer día que la vio. Y sin embargo siguió acudiendo a su casa todos los martes y jueves por la noche, muriendo un poco cada vez que ella se sentaba a su lado en el sofá y recostaba su cuerpo de veintidós años en los cojines de terciopelo color vino. Qué fácil habría sido extender el brazo, acariciarle la nuca, cogerla del hombro, volverse, y besarle las pecas de la cara.

Pero sabía que por mucho tiempo que pasara con ella, estaría siempre solo cuando estuvieran juntos.

(P.A.)

Posted by Unknown | | 3 comentarios

Regreso al futuro


Voy a acabar emigrando. Para qué seguir, si mis hermanos —los que me rodean— día sí, día también continúan echándose encima las sillas de un pasado que se niegan a aparcar. Un pasado, unos tiempos, situaciones y conflictos que no vivieron, pero de los cuales son tan ilustrados y están tan instruidos que podrían rajar de ellos setenta y dos horas de corrido —en la hora setenta y tres tomarían la salida para embarcarse hacia la próxima tertulia de sabios—.

Como el otro día, no hace mucho, en la que un diputado, según la ley de Memoria Histórica de 2007, proponía cambiar el nombre de la base Alfonso XIII de Melilla por —según su inestimable juicio, sapiencia y buen hacer— “exaltar el franquismo”. Ole. Qué a gusto se quedaría su ilustrísima. El Gobierno respondió que, “aunque se han tomado muchas medidas acordes con lo establecido en esa ley, la figura de Alfonso XIII no está incluida en ella, puesto que el abuelo del actual monarca dejó de reinar en España con la proclamación de la II República, que fue anterior a la Guerra Civil y a la dictadura del general Franco”. Y aquí no pasa nada. El amigo diputado callose y siguió a lo suyo.

Voy preparando el petate.

Posted by Unknown | | 0 comentarios

La inocencia


Estimado Sr. Reverte, ¿recuerda usted el momento exacto en que perdió la inocencia en su mirada? Gracias.

Lo recuerdo porque escribí un reportaje sobre eso. Fue el 4 de abril de 1977, en Eritrea, cuando amigos míos a los que admiraba violaron, mataron y saquearon. La pérdida de inocencia se debió a que ni siquiera en esas circunstancias pude dejar de considerarlos amigos míos. Ese día aprendí que lo de los malos y los buenos es un cuento de hadas, y que el ser humano es un individuo complejo, capaz de lo mejor y de lo peor.

Posted by Unknown | | 0 comentarios

El vuelo del fénix

Me siento en medio de la vorágine, completamente ajeno al revuelo de mi alrededor. Ha anochecido y las tiendas de campaña crecen cuales setas en un campo de cemento, siendo único testigo un olivo de cobre. Lo miro a lo lejos, a sus pies —camufladas entre las losetas de granito—, planchas de acero moldeadas con restos de basura, teclados de ordenador e insignias de marcas de automóviles. Paisaje urbano. Triste metáfora de la vida solidificada de sus habitantes.

Chillidos histéricos de quinceañeras obsesionadas. Esperan desde hace una semana —desafiando al viento, la lluvia y el frío— el concierto de su grupo favorito. Modas impuestas y diversión planificada. No tengo claro qué es lo mejor. A un lado los artificiales gustos musicales, al otro, su entretenimiento. Se trata de un debate personal, es posible que sin estas distracciones su vida fuera demasiado gris. Sin embargo, en mi fuero interno imagino otro tipo de plaza, más luminosa, más verde, más humana, menos dirigida… y menos controlada, en donde cada cual tuviera menos condicionantes diseñados para dirigir nuestros gustos de quita y pon; unas necesidades lisiadas —cojean, nunca una vez satisfechas permiten volar plenamente, son hijas bastardas del yo—.

A la luz de la menguante la cerilla ilumina el rostro de este quien escribe, prendiendo el último cigarrillo de la noche. Miro hacia arriba descubriendo algo ya intuido, una cámara me observa pasivamente, con el pálido reflejo de las imágenes procesadas por el ordenador. Y las dudas —una vez más— redoblan su tamborilear en mi corazón: Dentro de lo malo, quizá sea bueno distraer las mentes pero, manteniéndolas ocupadas, tampoco se pueden permitir el lujo de detenerse a cuestionar el por qué de la necesidad de alejarse de la rutina.

Levanto la vista y comienzo a pasear por la plaza de Felipe II de Madrid. Posado sobre nuestro árbol se encuentra un pájaro de colores vivos, que al poco remonta el vuelo perdiéndose tras el relumbre anaranjado de las farolas. Echa a volar tal si se tratase de un fénix renaciendo de sus cenizas color cobre, como una alegoría en la cual se nos enseña mediante guiños que la vida, la pasión, y la naturaleza, están por encima de cualquier obstáculo que el hombre-hormiga trate de interponer entre lo urbano… y lo socialmente humano.

Unos pocos metros más adelante observo otro mensaje inscrito en el pavimento. Reza: “Éste es tu destino”.

¿De veras?

Posted by Unknown | | 1 comentarios

Un contrato conformista

Seis de la mañana, hace una mañana preciosa. Como todos los días te levantas y preparas para la rutina, coincidente en fondo y forma con la de la mayoría de personas. Una vida imbuida en convenciones y en constante trajín.

Al nacer, nos dan la bienvenida una serie de normas y costumbres comúnmente denominadas “sistema”. Ese sistema, ese conglomerado de ideas, creencias y leyes inmutables nos acompañan y orientan en una sola dirección, la productividad. Se trata de un contrato que escribimos con nuestro día a día, y que rubricamos con el miedo a tratar de cambiarlo.

Somos nosotros los que mantenemos este sistema, cumpliendo un contrato que jamás nos hemos parado a pensar o que, de haberlo hecho, probablemente sólo nos haya reportado dudas y cuestiones que nos parecen lejanas, como una nube a la que solo podemos mirar y no alcanzar, o que de hacerlo, se esfuma ante nuestras narices. Craso error.

Tan solo hay que ponerse en pie… y ser valiente.

En líneas generales éste es el contenido:

— Yo acepto la búsqueda del confort como el fin supremo de la humanidad, y la acumulación de riquezas como el mayor logro de mi vida. Cuanto más infeliz sea, más consumiré, y así contribuiré al buen funcionamiento del sistema.

— Yo acepto que la investigación relacionada con mi salud esté en manos de empresas cuya única motivación es generar beneficios.
No me preocupa que las farmacéuticas financien los congresos de medicina y que controlen así la información que les llega a mis médicos.

— Yo acepto dejar mi salario a los bancos para que ellos lo inviertan en aquellas actividades que más dinero generen, independientemente de su moralidad o de su impacto ambiental.

— Yo acepto que las autoridades guarden todos los datos sobre mí que tengan. Confío en ellos y no me importa llevar DNI con microchip, ni dar mi huella ocular al entrar en otro país, ni tener que enseñar el contenido de mi ordenador en aeropuertos.

— Yo acepto los paraísos fiscales para que ricos y delincuentes no paguen los impuestos que yo sí pago.

— Yo acepto que los bancos internacionales presten mi dinero a países que quieren armarse para ir a la guerra, y que puedan elegir dónde se libran las mismas. Soy consciente de que lo mejor es financiar a ambos bandos para que el conflicto dure el mayor tiempo posible, no sólo para ganar más dinero sino para que luego puedan hacerse con sus recursos cuando no puedan devolver los créditos.

— Yo acepto que la publicidad me cuente mentiras y que me haga desear cosas, que cuando consigo, me aportan poco.

— Yo acepto que el poder esté en manos de las personas más ambiciosas y con menos escrúpulos.

— Yo acepto que los partidos políticos aglutinen a lo peor del país y que cada 4 años me cuenten lo que saben que quiero oír para llegar al poder.

— Yo acepto que los medios de comunicación estén concentrados en las manos de grandes poderes económicos, puesto que sé que harán un buen uso de ellos. Acepto creerme sólo lo que los medios dicen y pensar que lo que se dice fuera de ellos son bulos para gente inculta y crédula. Yo acepto esta matriz en la que me han colocado para que no pueda ver la realidad de las cosas. Sé que lo hacen por mi bien.

— Yo acepto que las noticias recopilen lo peor que ha pasado en el planeta ese día, para que me sienta impotente y piense que no hay nada que hacer. Sé que alimentar el miedo, la rabia y la desesperación es lo mejor que pueden hacer por nosotros porque creer que se puede cambiar algo es peligroso.

— Yo acepto las versiones de los acontecimientos que me dan los medios y apoyo todas las divisiones entre seres humanos que me quieran contar los gobiernos. De esta forma podré focalizar mi cólera hacia los enemigos diseñados por ellos, y no me opondré a acciones bélicas que respondan a intereses político-económicos.

— Yo acepto que se condene a muerte al prójimo, y se nos aliente a acabar con él, siempre que su gobierno haya sido declarado por el nuestro como su enemigo.

— Yo acepto que se desechen toneladas de comida para que no bajen los precios internacionales. Me parece mejor que ofrecérsela a los miles de personas que mueren de hambre cada año.

— Yo acepto que la libertad es tener dinero para poder satisfacer todos mis deseos.

— Yo acepto que se hagan guerras por motivaciones económicas como el petróleo, reactivar la economía o dar salida a los stocks de armas obsoletas. Hay que hacer lo que sea para mantener el sistema en marcha, porque es sin duda el mejor de los posibles.

— Yo acepto comer carne bovina tratada con hormonas sin que exista obligación legal de indicarlo en ninguna etiqueta. Yo acepto servir de cobaya y comer carne de animales engordados con piensos transgénicos, para comprobar si aparece alguna anomalía a largo plazo.

— Yo acepto pagar el precio más bajo posible por la carne de los animales que compro, por lo que me parece bien que los traten mal, con tal de abaratar su carne. Al fin y al cabo somos una especie superior.

— Yo acepto la política de «revolting doors» (puertas giratorias). Sé que los directivos de organismos internacionales como la OMS, la OIT, el FMI y el Banco Mundial son ex- empleados de grandes corporaciones, que saben que «portándose bien» volverán a esas corporaciones al año siguiente ganando cantidades astronómicas.

— Yo acepto la hegemonía del petróleo en la economía, a pesar de ser una energía costosa y contaminante, y estoy de acuerdo en impedir cualquier tentativa de sustitución, puesto que la implantación de los métodos de energía libre —ya descubiertos y silenciados— sería una catástrofe para el sistema.

— Yo acepto que el valor de una persona dependa de su capacidad para generar dinero y de si aparece o no en público. Tomaré como mis referentes personales las personas que aparecen en la televisión, e intentaré ser como ellos.

— Yo acepto que se paguen fortunas a jugadores de fútbol y a actores, para convertirlos en nuestros modelos a imitar. Me parece totalmente lógico que se pague muy poco a los profesores que se encargan de formar a las generaciones futuras.

— Yo acepto que los mayores sean considerados un estorbo y no sean nunca nuestro modelo, puesto que como civilización más avanzada del planeta —y del universo, ya que es imposible que existan más— sabemos que la experiencia no tiene ningún valor.

— Yo acepto la competencia como base de nuestro sistema, aun cuando soy consciente de que este funcionamiento engendra frustración y cólera para la mayoría. Sustituir la competencia por la colaboración sería un error.

— Yo acepto usar aquello más valioso que tengo —mi tiempo— en hacer un trabajo que no me gusta, para poder comprar muchas cosas con las que evadirme de la vida tan vacía que llevo.

— Yo acepto la destrucción de los bosques y la desaparición de especies naturales.

— Aunque nuestra historia está plagada de conspiraciones políticas y políticos ambiciosos, yo acepto que ahora todo ha cambiado y que nuestros dirigentes sólo buscan nuestro bien. Las organizaciones secretas de políticos y grandes magnates como el club Bilderberg, la Trilateral o el Comité de los 300 no existen.

— Yo acepto que el sistema actual es el mejor de los posibles. Se ha pasado la época de los grandes ideales. En el mundo deben mandar las personas sensatas y realistas que cuidan por mantener el sistema. Tengo miedo de que las cosas cambien porque los soñadores sólo traen problemas e inestabilidad.

— Yo acepto esta situación y admito que ni yo ni nadie puede hacer nada para cambiarla.

— Yo acepto no hacer preguntas, cerrar los ojos a esto y no oponerme a nada.

— Yo acepto ser una pieza de un sistema, adaptarme a él y enseñar a mis hijos a adaptarse a él. Mi prioridad es mantenerme en el sistema y nunca me cuestionaré si me permite o no ser feliz.


Nosotros mantenemos lo anterior. Cada uno de nosotros tenemos el poder de cambiar las cosas. Uno a uno, podemos detenernos en esta carrera hacia el sinsentido de una humanidad sin humanos, sino de máquinas sumisas, y replantearnos siquiera un segundo si somos felices, si hay algo de lo que nos rodea que valga la pena, o si por el contrario, lo externo no es más que una fachada bien labrada y de aspecto bonito.


Una mente abierta puede cambiar el mundo.


—Gracias en especial a Vik—

Posted by Unknown | | 0 comentarios

El universo conocido

¿Tú qué opinas?


Posted by Unknown | | 0 comentarios

Reivindica lo simple

Las últimas motas de luz escapan por el patio. Todo oscurece y fluye hacia la penumbra. Noche de locos, mundo real, sociedad cansada, ultrajada por los tiempos del qué dirán y por la retorcida maquinaria comercial.

Así estamos, no hay más. A veces me pregunto qué es lo que sacamos en claro de todo esto, unos cuantos placeres diluidos en la rutina, y vuelta a empezar. No hay manera, supongo que debe ser así, y aunque es bello vivir en una urbe cosmopolita y moderna, a veces dejamos escapar de entre nuestras trajinosas manos cosas tan simples como, por ejemplo, el olor a tierra mojada, el roce de la arena entre nuestros dedos, o el milagro de la sonrisa del niño que ve partir hacia los cielos al pajarillo que persigue.

Es mucho más sencillo de lo que aparenta, tan solo basta con detenerse y mirar la gastada suela de nuestros zapatos.

Lo más grande… en lo más pequeño.

Por eso reivindica lo simple.

Posted by Unknown | | 0 comentarios

Eventualidad

Pues eso. Que estoy hasta la gola. Escribir es llorar, y salir es escapar, es romper los grilletes para fluir en ríos de pensamientos que, como en una pesadilla abrumadora y violenta, sólo revierten en taciturnas soledades.

Conduzco durante tres horas sin rumbo, evocando recuerdos y vivencias pasadas, visitando antiguos parajes que quedaron marcados de una u otra manera en la retina, y aún así, ahora que he vuelto tras cientos de kilómetros, sigo preguntándome ¿qué estoy haciendo con mi vida? Solitaria y silenciosa es la respuesta a dichas cavilaciones.

La única verdad es que todo es mentira, porque al cambio, la transgresión y la libertad se contraponen la monotonía, el conformismo, y la subyugación del yo en aras de la masa, solapamiento de un futuro inalcanzable y utópico que nos pierde en nuestro ahora.

Pronto el orto alumbrará este páramo anidado solo por los cuervos y los zorros.

Vivo con esa esperanza.

Posted by Unknown | | 0 comentarios

Es tan largo el olvido

Dedicado a
PiToFLäuTiKä,

quien me enseñó que aún quedan estrellas en la noche.

Posted by Unknown | | 2 comentarios

Nombres de paso (II/II)

A la vocacional brasileña sin nombre,
que en una locura de verano apareció,
y entre risas al niño que fui espabiló,
en la tarde que despertó a este hombre.
Quién lo diría el día antes a ese pobre,
rapaz que jugaba en moto en carretera,
con amigos de a tanto la carrera.
Se le ocurrió tirarse a la tarima
de besos sin más, y hoy escribe la décima
que le recuerda a ella, anónima de bandera.

A las extrañas Any, Paty, Estefanía,
con sus muchas virtudes y defectos,
con las que hacía grandes proyectos,
con las que soñé despierto un día.
Al llegar el final, en sus senos moría
la esperanza y muchas promesas.
Flores de lis que idearon empresas
que por delante Inmaculada se llevó.
Lucía con sus manos los restos enterró,
fiel recuerdo… ¿por qué no regresas?

En el nacimiento de un nuevo año
Ainhoa se presentaba como quien dice,
de improviso y sin ambages, cómplice
de húmedos momentos entre el rebaño.
Pasaban las horas y concurrido era el baño,
Tania en esas de reojo y con lápiz de labios,
retocaba la máscara de seducción con el Larios,
profanando sus virtudes entre el público,
haciendo amigos de barra y amor impúdico.
Momentos de fiesta para ferroviarios…

Entre los trazos de Ivy, su vestido
parecía flotar como lo harían
dos gotas perdidas, y saltando morían
de placer, en el vacío del beso perdido.
Y la luz Áurea en la noche ha salido,
rozando en sus doradas manos el final
de una historia digna de merecer una señal
que nos guíe, en esta confusión de imágenes
veloces y fugaces, escalofríos dando de bruces
con la realidad, contumaz verdad universal.

La llamaba caótica, por nombre Sara.
Hoy es el mañana tanto como el ayer,
y resecas las heridas, me fui por no volver
a escuchar palabras nunca dichas, cara
afición de vacíos y silencios, para
suicidarme cada día bajo su dirección.
Aprendí el placer de saborear mi corazón,
y bebiendo mi propia sangre desgarro
los momentos juntos, he aquí mi despilfarro,
con estos versos lo muestro sin más dilación.
Si pretendo salvar mi vida, de destruirla
a un paso debo estar; no sería tan terrible
si no me hubiera gustado tanto, incomparable
sensación de saber que una pequeña esquirla
enclavada en tu interior, tus noches birla.
Ahora ya no hay más sueños que robar,
ya no son con ella; comprendí en el mar,
que ya no estaríamos más tiempo solos
cuando por azar estuviéramos juntos.
Le digo adiós a este amor, no volverá a matar.
Au revoir, mi amor no te volverá a rondar.

Alicia, ignorante de las fuerzas oscuras
que obraban en este ingrato mundo,
donde se vive sin pensar en lo profundo,
y se apuesta al azar con uno mismo,
quería echarnos el guante a dos ya mismo.
Mi amigo envainó la espada y dio su adiós,
y yo, tras dudarlo un momento dije rediós,
corre mientras puedas, o en serios problemas
nos veremos; ¡cuidado! a veces obsesionas
para mal, y no verte es mejor para los dos.

Nombres de paso que marcaron mi vida.
Para bien o para mal apelan a momentos,
a imágenes de uno mismo como retratos,
en etapas de niebla del pasado confundida.
Jéssica, Aroa, permanece la llama encendida,
como vestigio perdido en la lluvia vespertina,
que ignorado en el lago de los sueños anima
a seguir adelante y a no bajar la guardia,
porque de qué sirve sembrar la discordia,
entre tú y yo, que nos une y separa esta rima.

Si la historia empieza desde el principio,
tengo mucho en qué pensar,
y es que el porvenir dará que hablar.
Depravado furibundo y monje solitario,
el de rígida planta, todo lo secundario
quedará en la memoria de mis coetáneos.
Como Adriana, cruel juego de foráneos
penetrando en su vida, su yang es ramera,
queriendo olvidar su futuro en la espera
de los plácidos vapores del presente.
¡Siéntelos! No existe opio más potente.

Nombres que sin duda vendrán, Celia,
entre ellos puede que Mónica
sea a fin de cuentas la auténtica.
O ellas no, y de la mano de Victoria
hagamos juntos la metáfora aleatoria.
Sandra puede materializarse una mañana
mientras tú tomas un café servido por Ana,
o conduces tu vida presto a la factoría,
ignorando que tu nueva compañera es María.
Incierto y mágico futuro… ¿qué nos deparas?


Posted by Unknown | | 0 comentarios

Se olvidó

Prisionero del desierto
solitario como un Tuareg.
Maltratado, humillado,
siente el miedo de poder sufrir.
Las estrellas le acompañan en silencio al anochecer.
Heredero de un legado escondido solo en la fe.
Se pasa el tiempo mirando al sol.
Ya su ceguera no puede parar.
Fría su alma, todo le da igual.
No existe razón, no ve solución,
él ya no tiene valor.
En su rostro reflejadas
las arrugas de la libertad.
El estigma de su alma
lleva el sello de la humildad.
Mira de nuevo a la luna
en su instinto por sobrevivir.
Está frío como el hielo
presintiendo que puede morir.
Pero un día todo le cambió,
Y en su tristeza a lo lejos sintió,
la mano de Dios le quería ayudar.
Sintió que era un sueño,
que no era real,
esclavo de su soledad.
Se olvidó
la alegría al despertar.
Se olvidó
el calor de la amistad.
Se olvidó
darle al tiempo su lugar.
Se olvidó
ver que todo no es maldad.
La locura es su sentencia
caminando solo en su verdad.
Maldiciendo con desprecio
todo lo que le pueda salvar.
Encerrado en su frontera
muere solo en su pedestal.
No hay lamento, no hay tristeza,
ni siquiera alguien llorará.
Y aquí se acaba esta historia fatal.
En algún pueblo, en alguna ciudad
puede haber alguien sufriendo así.
Se encierra en su mundo
y no quiere salir,
es la cruda realidad.
Se olvidó
darle al tiempo su lugar.
Se olvidó
ver que todo no es maldad.

A morir

Saratoga, 2003

Posted by Unknown | | 0 comentarios

Nombres de paso (I/II)

Sólo son varios nombres
sin sentido ni buscado azar,
nombres que buscaron jugar
a las damas, guerreras de noches.
Turbulentas las más veces,
reposadas en otras,
la mayoría animosas.
Surgió de sus labios la amistad,
o dieron paso a la intimidad,
recorriendo sendas tortuosas.

Comienza esta serie de décimas
por el alfa de los tiempos,
cuando por falta de tormentos,
no eran familiares las lágrimas.
Azules e inocentes las miradas
de Elena, Marta, Clara, tal vez
jugaban partidas de ajedrez,
siendo peones de este juego,
con el que prendimos el fuego,
que relegara al olvido la niñez.

Entre luces y sombras añejas,
voy abriendo la tapa de los años,
y contemplo a esos niños,
en portales, tras puertas complejas
separando los besos de las quejas.
Se llamaban Carlota y Cristina,
y de nosotros recelaba Sabina,
pues clavando en tierra la rodilla,
con ambas a explorar su espinilla
jugamos, y ella quedaba sin propina.

En estas del norte Aby aparece
por carta escribiendo,
las tardes me alegra leyendo.
El mañana no la conoce,
vuela en cartas el romance.
Queriendo un día conocernos,
pasaron los meses y los años.
Hoy sólo quedan las brasas
del recuerdo y sus letras;
apartados fueron los besos.

A las peligrosas femme fatal,
que del alfa al omega sus cuerpos
recorría, bebiendo los vientos
un rato, navegando sin igual.
A ellas, Carmen, Raquel, mortal
caricia la suya de madrugada.
Sin dudar si estaba enamorada,
accedía a imaginarla de mujer,
disfrazarla de nada al oscurecer,
y al Alba adiós, espero tu llamada.

A Paloma, a Marina, a Jennifer,
que buscaban al gato y al ratón,
sin importar si hallaban garrafón,
al averno bajaban, según lucifer,
si con esas encontraban el placer.
Como Irene, Ester, o Nieves,
resueltas a llegar a ser felices,
encontrándole a él, el pretendido,
sin buscarlo que es muy sufrido,
para al final, comer perdices.

Silvia, Laura y Andrea
por el túnel de los corazones,
se colaban casi a trompicones,
pillándote en baja la marea.
Para terminar con esta verborrea,
por hoy digo ¡ya basta!
Es duro encestar en la canasta.
Es la brecha del recuerdo,
sé fuerte y da un buen muerdo,
deja huella, hunde tu asta.

Posted by Unknown | | 0 comentarios

La estación

¿Cómo se retoma el hilo de toda una vida? ¿Cómo seguir adelante, cuando en tu corazón empiezas a entender que no hay regreso posible, que hay cosas que el tiempo no puede enmendar, aquellas que hieren muy dentro, que dejan cicatriz?

Esta noche he visto al infinito perdiendo la mirada sobre sí mismo. Hace pocos minutos que has llegado inesperadamente entre brumas y silencio. Hoy he mirado tu foto otra vez. No tienes cara, lo sé. Te tomo entre mis manos y te veo sin vida, vacía como trozo de papel en blanco desechado. Eres un ser sin rostro, pero aún así te conozco, simbiosis perfecta de la resignada desolación. Estás arrugada, quizás por mí, quizás por él, o quizás por el tiempo. En realidad poco importa, porque te tengo de nuevo frente a mí fijando el vacío sobre mi ser, y cualquier razón que arguya para justificar tu regreso se me antoja vulgar y ante todo, estéril. Lo que importa no es ya tu presencia, ni el tiempo transcurrido, ni tú, ni siquiera yo mismo; intuyo la razón de tu presencia, mas antes de razonar lo inevitable voy a columpiarme de la mano de la intuición —ese ángel mujer que como un chispazo nos habita apenas un segundo antes de emprender el vuelo hacia lo desconocido— para poder remontarme al sentimiento primitivo. Ese calor que invadió mi ser nada más verte.

El problema se presenta cuando tratamos de racionalizar las sensaciones para ponerlas negro sobre blanco, piedra sobre piedra. Me balanceo en el divagar de la memoria y del corazón, y con cada latido vuelo más alto, cada vez más lejos del suelo, más inmaterial y más etéreo. ¿Cómo describir ahora lo que siento? Clavo los ojos a través de mis palabras y te veo de nuevo, pero son palabras inertes, en todas direcciones precipitándose ingrávidas como yo en este momento. Tan solo me rodean embriagándome con el aroma de la lluvia. ¿Qué decir? Vuelo cargado del más verdadero de los sentimientos, pero de qué sirve éste si no es para otorgarlo a los demás. Desgraciadamente estoy solo, y el saco continúa repleto, ansioso por ser vaciado para entregarte lo más grande, en lo más pequeño.

Desde lo alto todo semeja verse más sencillo, como si nada aquí arriba tuviera importancia. Realmente me gusta estar aquí, pues al menos flotando parecen los problemas menores de lo que son, y relativamente más llevaderos, porque sólo aquí arriba importan dos palabras, tú y yo. Continúo flotando en esta duermevela, se acerca la hora dorada. Aunque sólo eres un recuerdo arrugado en forma de foto estoy convencido de que sabes a qué me refiero. Es una lástima que no puedas verlo, algún día quizás subamos de nuevo hasta aquí arriba, y llegado el momento en lugar de darle la mano a una foto sin rostro pueda dártela a ti. Ese día, créeme, todo habrá merecido la pena, porque más allá de la distancia pasada nos cobijará la brisa del futuro…

Empieza a oscurecer, y las noches aquí en lo alto se vuelven melancólicas si el que las contempla lo hace en singular, por lo que comienzo el descenso. De vuelta al mundo real, de vuelta a ti sin ti, de sentarnos juntos y mirar al frente, más distantes aún de lo que podamos estar a cincuenta kilómetros. Me niego a renunciar, porque ahora sentado de nuevo con tu foto delante, caótica resignación, veo más claro que nunca que aquella vez que te besé sentí que no quería volver a besar otros labios que no fueran los tuyos, y la experiencia me ha demostrado cuán vacíos me resultan los demás si éstos no portan tu calor, la suavidad de tu piel, ni el brillo de tu mirada.

Así, en este umbral del adiós sin adiós, en esta noria de los pasos perdidos, en este punto y aparte en el que nos encontramos, me siento y miro al frente, pero sé —y sé que tú también lo intuyes— que nada acaba aquí, que sólo por lo conseguido hasta hoy por ambos, esta historia no merece terminar así, con tu foto arrugada y cada uno por su camino, sino que todo en esta vida que vivimos tiene bifurcaciones y cambios de vía.

Estoy montando en mi nuevo vagón; lo siento cálido, acogedor, pero sólo es apariencia. Aún así me siento en él y acciono la puesta en marcha. Es un paso necesario, difícil, pero bueno para ambos. Parto ya, pero antes de alejarme demasiado…

…Te invito, resignado recuerdo, a poner en marcha la locomotora. A separar para volver a unir —bajo el cartel del futuro— algo que nos ha traído hasta aquí. Esto no es más que una estación intermedia a la que hemos llegado sin percatarnos juntos. Salta del andén y sube rápido a tu tren, a fin de cuentas todos los caminos llevan a Roma… Allí estaré, siempre me ha gustado adelantarme a la hora prevista para poder verte llegar en primera fila. Me reconocerás rápido, sólo pregunta llegado el momento al ángel de antes, la intuición, y me verás al pie de la estación con una pizza bajo el brazo…

Recibe mi beso en este metafórico hasta pronto y se feliz en tu viaje.
Mañana tendremos mucho por vivir…

(Espero que la pizza no se enfríe :P )

Posted by Unknown | | 1 comentarios

Marla

Sol de día
y oscura de noche,
luz acompañada,
curiosa en el coche,
no le dolía,
no se la oía,
soñar enamorada…

Que hoy está escondida,
que mañana soy yo,
que el ayer es ella.
Que se llamaba Marla,
de segundo, furtiva.
Que se fue
como llegó,
que llegó,
como se fue,
sin ser una doncella,
con el don.

Adicta al jaque mate,
de varias partidas
de ajedrez, sin empate.

Y es sombría la vigilia.
Paras en la duermevela,
te tumbas, no sin ironía
apagas la vela,
y despides tu conciencia.
Anhelas compañía,
olvidas la inocencia,
izas nueva vela.
Empieza tu feria
con ella, ¡quién lo diría!

Sé que voy a diñarla
en breves instantes.
Ser testigos, pero antes,
recordar su nombre:
se llamaba Marla,
y “no durmió”
con este hombre,
sino que sólo nació,
de noche su hambre.

Adicta al jaque mate,
de varias partidas
de ajedrez, sin empate.

Y pasó, como pasan
los años, y me atrapó
como nunca se atrapan,
el gato y el ratón.
Es el alcohol y la música,
sutil abrazo
e infernal muestra.
La tomé del brazo,
y sin arte ni retórica,
dos almas como la vuestra,
sin duda ni práctica
dijeron, esta es la nuestra.

Adicta al jaque mate,
de varias partidas
de ajedrez, sin empate.

Adicta al jaque mate,
de varias partidas
de ajedrez, sin empate…





Posted by Unknown | | 0 comentarios

Imagina

Imagina por un momento que somos —la humanidad en su conjunto— un bebé que apenas ha comenzado a gatear. Imagina ahora que el mundo que lo rodea y en el —y por él— que está comenzando a experimentar y a descubrir, es el universo. Probablemente cuando crezca olvide estos momentos de asombro ante lo desconocido, pero ahora todavía es capaz de sorprenderse con el simple brillo de una bombilla, y por supuesto ignora todo de la electricidad y de quien acciona el interruptor que da luz a su felicidad. Imagina por último, que esa bombilla cálida y brillante es una estrella, una galaxia, una nebulosa, o un planeta. ¿Quién mueve los hilos que en ocasiones parecen mostrarse ante nosotros como casualidades del Destino, como destellos de lucidez? ¿Qué da luz a éste bebé que lo hace intentar erguirse y alcanzar lo inalcanzable? ¿Qué o quién nos motiva a soñar?

Ahora el bebé duerme tranquilo, pero nosotros ¿para qué irnos a soñar, si hablando aquí podemos imaginar el mejor de los sueños?

¿Dónde acaba el infinito de la imaginación; dónde comienza el coto de lo posible?

Posted by Unknown | | 0 comentarios

¡Ánimo!

Lucha por lo que quieras y trata de dejar huella.

Es excitante entrar poco a poco en la mente de alguien —o en su corazón— y ver que en ocasiones responde. Dejar huella es importante; hace sentir vivo y a su vez que lo que haces tiene una trascendencia, porque piensa en ti alguna vez sin estar tú delante. Hay que marcar, que por lo que vivas sea un noble ideal, y permanecer. Se trata de una permanente lucha por aquello en lo que crees, y por no caer en el olvido. No quieras pensar que la vida solo te ha servido a ti, sino que has contribuido a hacer de la de los demás algo por lo que estar orgulloso.

Y si tras haber peleado por ella no consigues nada, en realidad lo habrás conseguido hace mucho tiempo.

Vivirás en ellos, dormirás con ella…

Posted by Unknown | | 0 comentarios