Degradación


Navidad, hoy es 25 de Diciembre.

Llevo una temporada escribiendo poesía, o al menos lo intento.

Es una época desgarradora, ausente, castiza, llena de recuerdos, de ilusiones perdidas, de reflexiones hundidas.

Paseo por la calle de Toledo y no veo más que tiendas, coches, gente de toda condición afanada por las prisas y por el consumismo acicatado por el qué dirán, por el ser más que los demás, por envidias, por rencores, por una cuestión de celos, por motivos que a todas luces no son ni han tenido nunca relación con la Navidad. Ah, Madrid.

Recorro la cuesta de la calle Imperial con un bocadillo de calamares en la mano, de la misma con Anahí y me pregunto, ¿dónde han quedado el honor, la honra, la valentía, la defensa de uno mismo, la reivindicación de lo personal en detrimento de lo colectivo, lo social, las mayorías, las masas? Ah, España.

Me llego por el paseo del Duque de Alba y los antaño fuertes árboles, testigos mudos de trifulcas y refriegas, de ventas a personas y no a clientes, de en fin, lo personal, han quedado reducidos a meros arbustos al pie de aceras ahora pobladas por gentes de malvivir y peor sentir, por la calaña de toda condición eufemísticamente apelada barrio chino. Ah, Mundo.

Sinceramente, veo con resignación la degradación de nuestra Historia, de nuestra vida poco a poco, paso a paso, inexorablemente inevitable.

Algunos pensarán mal de mí, dirán desde su cosmopolitismo que en la variedad está el futuro y la riqueza cultural, pues yo les digo que el futuro no es más que un ente abstracto e incontrolable y que la riqueza cultural se hallaba en los corrales de comedias, con representaciones de Tirso de Molina, Lope de Vega o Calderón o en las calles donde no era difícil dar con papeles anónimos en donde la poesía servía de instrumento para la crítica. Ah, Vida.

Lo que más me molesta es la degradación de los centros urbanos, a ese fin va dirigido este escrito, las demás interpretaciones sobran, pues no son más que añadidos que no vienen al caso y que a mí, particularmente, se me dan un ardite.
Ladrón de bajos fondos,
Calle desilusión,
Entre los más hondos,
Fulano sin pensión,
Listo con perdón,
Perdido como un niño,
Pero poco más cabrón,
Amargo como el guiño,
Que un día me robó.

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