Nuevas luces acerca de Carlos Fernando de Austria

Transcripción del artículo escrito por mí acerca de la vida del canónigo don Carlos Fernando de Austria (*1639, +1696), publicado el 2 de enero de 2015 en la revista anual "Nieve y Cieno" de Guadix y comarca.
 
NUEVAS LUCES ACERCA DE CARLOS FERNANDO DE AUSTRIA
Por: Marcelo Fernando Miranda Rivas
Carlos Fernando de Austria, canónigo de la catedral de Guadix, había nacido en 1639 fruto de los amores entre el rey Felipe IV y la vizcaína Casilda Manrique de Luyando y Mendoza, Guarda Mayor de las damas de su primera mujer, la reina Isabel de Borbón. A los pocos meses de nacer, y como era costumbre, fue apartado de su madre y enviado a Flandes a cargo de su tío el Cardenal Infante don Fernando de Austria. A la muerte de éste en 1641 fue llamado criar por el Rey y traído de vuelta a la capital de España, en donde fue mantenido y educado en secreto. Sabíamos que había casado con una madrileña de nombre Francisca Díaz Cabantero, de cuyo seno nacieron tres hijos, uno de las cuales resultó ser una niña nacida en torno a 1668 llamada Mariana Fernando de Austria. Conocíamos también que al fallecer su mujer, Carlos Fernando fue ordenado sacerdote por el obispo de Palacio y enviado a ocupar una canonjía vacante en Guadix. Allí, junto a su hija se instaló en 1691, donde tres años después ésta contrajo matrimonio con Juan Manuel de Cea Carvajal. Carlos Fernando continuó sus labores como canónigo hasta su muerte en la misma ciudad en 1696, antes de conocer a su nieta Francisca, llamada así en honor a su abuela, que nacería en 1701 en Guadix e iniciaría la descendencia accitana del linaje. Estos eran los datos que sabíamos hasta hoy, y que ahora completamos.
La vida de este personaje ha sido tratada en el pasado por diversos investigadores, historiadores, escritores o personas interesadas en nuestro canónigo. Cabe citarse, entre otros, a Carlos Asenjo Sedano, Sergio A. Rodríguez Sánchez, Antonio Enrique, Francisco José Fernández Segura y, muy especialmente, Sergio A. Rodríguez Leyva y Carmen Hernández Montalbán, sin cuya labor el relato de su biografía estaría aún dando sus primeros pasos. Todos ellos han ido poco a poco aportando nuevos y reveladores documentos y datos sobre la vida de Carlos Fernando de Austria que, como no podía ser de otra manera, suscitan hoy un nuevo interés entre sus descendientes e historiadores.
El hallazgo hace unas semanas de un documento inédito ha redoblado los esfuerzos por profundizar en la vida de este “pequeño secreto” de Felipe IV. Se trata del testamento ológrafo del propio Carlos Fernando, que abre nuevas vías y posibilidades de investigación. Una casualidad me llevó a dar con el mismo, al encontrarlo referenciado en una publicación cordobesa de 1954. Gracias a la inestimable ayuda de Sergio A. Rodríguez Leyva, conseguimos ponernos en contacto con el archivo que lo custodia en la ciudad de Córdoba. Entonces no lo sabíamos, pero Córdoba se iba a revelar como uno de los hitos más importantes en la vida del canónigo Austria.
El testamento, otorgado ante el escribano de Córdoba, está fechado el día 20 de febrero de 1690 en dicha ciudad y se compone de siete folios manuscritos por Carlos Fernando. En él se detallan tanto sus últimas voluntades como los acontecimientos más importantes de su vida, aportando nuevos datos que clarifican episodios de los que hasta hoy solo teníamos ciertos indicios. Además, del propio testamento se han derivado otra serie de documentos que ayudan a definir la historia del canónigo. Pasaremos pues a relatar su vida apoyados en los nuevos cimientos hallados.
Felipe IV era un rey apuesto, que además de las funciones de Gobierno gustaba del llamado galanteo con las damas. Fruto del mismo ya había tenido sonados deslices que habían provocado los rumores de la Corte, las iras de la Reina y el alejamiento del niño, si lo hubiere, como sucedió con el conocido Juan José de Austria diez años antes, habido con la actriz María Inés Calderón, y apartado a Ocaña; como bien relató Sergio A. Rodríguez Leyva en este mismo medio el año pasado. También explica cómo Casilda Manrique de Luyando y Mendoza, en estado de temprana viudez, terminó siendo nombrada en 1634 Señora de Honor y Guarda Mayor de las damas de la reina Isabel. El Rey pudo fijarse en ella desde el principio, y por el año 1638, ya con dilatada experiencia palaciega, Casilda debió de ir cediendo poco a poco a las finezas del monarca. Fruto de estos encuentros nació al año siguiente nuestro canónigo, a quien se le bautizó con los nombres de los dos hermanos del Rey: Carlos Fernando de Austria.
Ante tal acontecimiento, y siguiendo la costumbre, se tomó la decisión de alejar al recién nacido, encomendándole dicha misión al hermano del Rey, el Cardenal Infante Fernando de Austria quien, según relata el testamento y memoriales, lo llevó consigo a Bruselas, en los Estados de Flandes, siendo como era Gobernador General de los Países Bajos Españoles. Casilda, apartada de su niño, continuaría ejerciendo su cargo en Palacio. Un escenario que no se alargaría. Corría el año 1641 cuando en el día 9 del mes de noviembre, el Cardenal Infante enferma y muere en el transcurso de una batalla. Ante tal situación a principios de 1642, y siempre según el relato testamentario y del de los memoriales, el niño que apenas tendría tres años, es reclamado por el Rey y traído a la Corte con el fin de ser alimentado y educado con el amparo de la Casa Real.
Sin embargo, el feliz encuentro de Carlos Fernando con su madre Casilda duró unos meses, pues a finales de año ésta debe partir a la Corte austriaca en compañía de su hija Francisca, en calidad de Señora de Honor de la emperatriz María Ana de Austria. En la Corte extranjera, Casilda fue los primeros cuatro años Señora de Honor entre las damas españolas de la Emperatriz, pero al fallecer ésta en mayo de 1646, por Real Cédula fue nombrada Guarda Mayor al servicio de la infanta y futura reina consorte Mariana de Austria, de apenas trece años de edad. En 1649 regresó con el mismo cargo a España, acompañando a Mariana en sus esponsales de Navalcarnero con su tío, el rey Felipe IV.
Pasaron los años y Carlos Fernando maduró y creció. Así, declara en su testamento que contrajo un primer matrimonio en Madrid —que debió producirse entre 1657 y 1661— con doña Isabel Garrido Muñoz, hija legítima de don Alonso Garrido y de doña Isabel Muñoz, vecinos de Huete, Cuenca. Declara asimismo que su mujer no trajo dote alguna a su matrimonio, y que cuando falleció le quedaron muy pocos bienes: “como constará por el inventario que hice de ellos en la Villa de Madrid ante Gabriel Pacheco, Escribano de su Majestad y juez de ella”. De este primer matrimonio, entre los años 1657 y 1665 nació su primer hijo, llamado Francisco Fernando de Austria que, andando el tiempo, sería “religioso agustino calzado de la provincia de Castilla”, que a fecha del testamento tenía su “conventualidad” en el colegio de doña María de Aragón, Madrid. Sin embargo, el matrimonio de Carlos Fernando de Austria con su primera mujer duró poco, pues ésta murió antes de 1665 en Madrid. No es difícil imaginar las dificultades que atravesaría nuestro canónigo. No obstante al año siguiente, en 1666 casó por segunda vez. En esta ocasión se trató de doña Francisca Díaz de Lavandero y Córdoba —escrito indistintamente como Díez de Labandero—, pariente del primer marqués de Torrenueva, e hija de don Jerónimo Díaz de Lavandero, natural de las “montañas de Burgos”, Cantabria, del valle de Cabezón de la Sal, y de doña Juana de Córdoba, natural de Toledo, ambos vecinos de Madrid. Carlos Fernando declaró asimismo que doña Francisca Díaz de Lavandero trajo de dote veinte mil setenta y tres reales, “como constará de la Carta Dotal que a su favor otorgué ante Juan Reales, Escribano de su Majestad y juez de Madrid, de fecha en dicha villa en treinta de enero del año de mil seiscientos sesenta y seis”. De esta manera, Carlos Fernando llega al año 1668 cuando tiene un nuevo vástago, que en esta ocasión se tratará de una niña, a la que llamó Mariana Fernando de Austria en honor y sin duda buscando la protección de la Reina Regente Mariana de Austria, quien tenía muy buena relación con Casilda Manrique de Luyando, su madre, desde los tiempos de la Corte austriaca. Aún tendría un tercer hijo, como declara su testamento, que debió de nacer entre los años 1669 y 1671, y que llamó Antonio Fernando de Austria. Con los años también este hijo varón se haría religioso, en este caso trinitario calzado en el convento de la Santísima Trinidad de Calzados de la ciudad de Córdoba.
El año 1670 será sin duda muy triste para Carlos Fernando. Sabedor de la fragilidad de su madre Casilda, que empezaba a dar muestras de quebranto en su salud, y consciente del incierto futuro que podía depararle al ser hijo natural del fallecido rey Felipe IV, y por tanto medio hermano del desvalido rey Carlos II, en el mes de mayo obtiene una reserva de plaza para su hija Mariana, de apenas dos años, en la iglesia de San Nicolás de Madrid, nombrándola en una de las dotes de la memoria que para remediar huérfanas fundó en dicha iglesia don Juan de Herrera, nombramiento que a su favor hizo el licenciado don Gregorio de Anguiano. Además, años después consiguió con la intermediación del marqués del Carpio la posibilidad de entrar como religiosa en el convento de Jesús Crucificado de Córdoba, en la primera plaza que vacase, si así era su voluntad. De esta manera empezamos a ver la preocupación que sentía Carlos Fernando por el futuro de su hija. Llegó el mes de agosto y su madre Casilda Manrique de Luyando muere en Madrid.
En la ejecución testamentaria de su madre, estudiada por Sergio A. Rodríguez Leyva, aparece nombrado Carlos Fernando como criado de Casilda. Se trataría pues de una forma de poder recibir algo de su madre, en concepto de criado, sin que de esta forma pudiera reconocerse su filiación. A este respecto, conviene apuntar que hasta la muerte de su madre, Carlos Fernando firmaba solo con su nombre, sin el propio apellido Austria, como también vemos en la carta dotal que firmó en el año 1666 a favor de su segunda mujer. En ella, para desviar rumores, se decía ser natural de Alemania. No obstante, su delicada letra puesta de manifiesto en su testamento ológrafo, en sus firmas, y en el testimonio que aparece escrito por él mismo detrás del certificado de defunción de Casilda, indica a las claras su esmerada educación. En este último documento deja entrever ya que la finada era su madre, anotándolo con una abreviatura.     
Con motivo de esta muerte, casado y con tres hijos, en el año 1671 se ve obligado a escribir a la Reina Regente un memorial pidiendo acomodo y ocupación en cualquier asunto que dispusiera Su Majestad. Lo pide en razón de haberse criado con el amparo de la Casa Real y por hallarse en condiciones para cumplir cualquier encargo que ésta pudiera hacerle merced.
El año 1675 constituirá otro periodo de cambios para nuestro canónigo. Su mujer muere en Madrid. Pero Carlos Fernando, antes del fallecimiento de Francisca, obtiene un poder de ella para que, en su nombre, otorgase testamento en Madrid, lo que así hizo ante el escribano de Su Majestad don Jerónimo de Espinosa, quien asistía en el Consejo Real de las Indias, con fecha 24 de abril de 1675. En el propio testamento de Carlos Fernando de 1690, declara que la última voluntad de Francisca está cumplida.
Ante su nueva e inesperada viudedad, en el año 1676 se vio por segunda vez obligado a escribir a la Reina Regente un memorial en atención a su mucha necesidad, y “por no haber tenido efecto cuantos decretos hizo a mi favor Su Majestad”. Nuevamente pide ayuda a la Reina para que mande al Mayordomo Mayor que le ocupe en cualquier asunto. A la vista de este segundo memorial y de lo que el propio Carlos Fernando declara en su testamento, en donde dice que el rey Felipe y la Reina Regente continuaron alimentándole y amparándole, se deduce que este memorial surtió algún efecto positivo en la vida de nuestro canónigo.
Después del año 1677 y en todo caso antes de 1685, Carlos Fernando de Austria es ordenado sacerdote por el obispo de Palacio, Antonio de Benavides y Bazán, amigo de su madre, patriarca de Indias y arzobispo de Tiro. Posteriormente fue enviado por una Real Cédula a Córdoba para ocupar una canonjía vacante en la “Iglesia Real y Colegial del Señor San Hipólito”, hoy llamada Real Colegiata de San Hipólito, instalándose en la colación de San Nicolás. Es en esta ciudad en donde se encontraba, como dijimos, su hijo menor Antonio. Sabemos que el 8 de febrero de 1685 otorgó un poder a favor de Martín Gavilán y Tello para que en su nombre cobrase del Consejo de la ciudad de Málaga 200 ducados que por Real Cédula le había hecho gracia el Rey, “sobre los propios y rentas de la ciudad”. Así, en su oficio como canónigo en Córdoba pasaron tres años más, hasta que en 1688 volvemos a encontrar una referencia suya en la renuncia a la legítima paterna y materna que a 8 de abril del mismo, hizo su hijo fray Antonio ante el escribano público Juan de Paniagua en favor de su hermana Mariana, que por entonces seguía viviendo con su padre. Esta renuncia se sumaría a la que en su día hiciera su hijo mayor, Francisco.  
Llegamos al año 1690. Carlos Fernando debía sentir que le fallaban las fuerzas, tenía 51 años cuando otorgó su testamento en la ciudad de Córdoba el 20 de febrero. En él, hace referencia a su cuidado durante tres años por parte del Cardenal Infante, probándolo con una información que muestra ante “el señor Don Juan del Corral Paniagua, siendo alcalde de la Corte en el oficio de Pedro de Careaga, Escribano de Provincia, y ante Pedro del Pozo, Escribano de su Majestad”. Relata también que su vuelta a España se produjo por mandato del rey Felipe IV y su posterior educación, cuidado y alimentación corrieron por parte del mismo y de la reina regente Mariana. Hace alusión a su fervorosa fe, pide a Dios por la salvación de su alma y manda misas de Réquiem, ordena limosnas, manda cobrar a sus albaceas lo que se le deba, y pagar lo que conste que se debe. Manda también que su cuerpo sea enterrado en la Iglesia de San Hipólito, y que muriendo fuera de la dicha ciudad de Córdoba, se realice allá en donde él tenga cargo u ocupación. Manda además que se digan trescientas misas por su ánima y las de sus dos mujeres, que se manden cien reales para una alhaja que sirva en la sacristía de la iglesia de San Hipólito, que se den tres ducados de limosna a la iglesia donde estuviere, uno a la Fábrica, otro a la Casa Santa de Jerusalén y otro destinado a la redención de los cristianos cautivos en tierras de infieles. En el citado testamento, nombra tutor y curador de la persona y bienes de Mariana Fernando de Austria, su hija, a Nicolás Díaz de Lavandero, oficial mayor de la secretaría de Alcántara y Calatrava y juez de la villa de Madrid, rogando que no se pidan garantías al mismo por constarle a él su calidad, además de ser el tío de su hija. Manda también que, una vez fallecido, se escriba un memorial al rey Carlos II y a la Reina Madre, en el que conste el desamparo y soledad en que quedará su hija Mariana, para que así le hagan merced de dar alguna ayuda de costa para tomar estado. También pide al presbítero canónigo de San Hipólito, Cristóbal Tejero de Almogávar, que cuide de su hija para que esté con la debida decencia en el internado al que se dispone a llevarla su tío. Declara también que deja un libro de “cubierta de pergamino” escrito de su mano y firmado, siendo su voluntad que se cumpla lo que en él se contenga, además de que se cumpla el memorial o memoriales que en su caso y de su mano estuvieren escritos y fueren presentados por dos de sus hermanos canónigos en el plazo de seis días desde su muerte. Ordena que a las criadas y al paje que estuvieran a su servicio al momento de su muerte, se les pague lo debido y dos meses más de ración, además de asignarles ciertos objetos. Para pagar todo lo mandado, ordena a sus albaceas y heredera que dispongan de sus bienes y hacienda, y sobrando algo una vez cumplido, instituye única y universal heredera a su hija, Mariana Fernando de Austria, no llamando a sus dos hermanos a la herencia por tenerla renunciada en su momento. Termina revocando y anulando cualquier testamento, manda o legado escrito con anterioridad a éste. Da fe el escribano de la ciudad de Córdoba, siendo testigos don Antonio de Abendaño, Clérigo Capellán, Alonso de Molina Enciso, Procurador del Número de la ciudad de Córdoba y Francisco Alonso, maestro albardonero, vecinos de Córdoba.
Firma personal de Carlos Fernando de Austria.
Pareciera que nuestro canónigo fuese a morir en Córdoba, sin embargo una Real Cédula de fecha 6 de diciembre de 1690 iba a dar un inesperado giro final a su vida, y con ella se hilvanara su historia en la de Guadix, que no es sino decir, con todos nosotros.
Como decimos, el 6 de diciembre de 1690 se expide Real Cédula con un destinatario, Carlos Fernando de Austria, canónigo de la Iglesia Real y Colegial de San Hipólito de Córdoba, medio hermano del Rey. Muy posiblemente dicha cédula fuera consecuencia de las influencias que don Antonio de Benavides, obispo de Palacio, tenía en la Corte y en el propio Guadix, con fuertes vínculos familiares. Ante tal nombramiento, Carlos Fernando otorgó un poder con fecha 23 del mismo mes, designando al arcediano de la catedral de Guadix, doctor don Francisco Delgado, para que en su nombre tomase colación y posesión de la prebenda que le había concedido el Rey, que no era otra que la de ocupar una canonjía vacante en el cabildo de dicha catedral. Entre tanto y hasta su instalación definitiva en Guadix, pasaron los meses de invierno en los que se detendría en cerrar los diferentes asuntos que le tuviesen ocupado al tiempo de la recepción de dicha Real Cédula.
Con el mes de marzo, llega el día en que Carlos Fernando de Austria por fin llega a Guadix para instalarse. Era el día 7 de marzo de 1691 y con él trae también a su hija Mariana. Unos días más tarde, el 19, tomaba posesión de su canonjía en el cabildo catedralicio, donde desempeñaría sus funciones con gran diligencia, como por ejemplo su mediación ante los orfebres de Córdoba para la adquisición, por parte del cabildo, de la Custodia para la festividad del Corpus Christi, que había sido diseñada por Alonso Cano. En tiempos de su llegada a Guadix, la catedral estaba aún en construcción, si bien la importancia de dicha sede episcopal era y es máxima, por tratarse de la primera diócesis de España, fundada por San Torcuato en la antigua Acci en tiempos de los siete varones apostólicos, de los que él era el primero de ellos, durante el siglo I d.C. Circunstancia que tal vez ponderaría para decidirse a venir a la, de alguna manera, diócesis “primada” de España.
Tres años después, el 20 de febrero de 1694 su hija Mariana casaría en la catedral con Juan Manuel de Cea Carvajal, nacido el 13 de mayo de 1658 en la misma ciudad, hijo de Gregorio de Cea y de María de Cea, y nieto de Gabriel de Cea y Francisca de Palencia.
Finalmente, nuestro canónigo murió a las nueve de la noche del 31 de marzo de 1696 en Guadix, y su cuerpo fue inhumado en la cripta de la catedral. En su acta de defunción se puede leer: “fue muy ajustado sacerdote y de ejemplar vida y costumbres”, y en el acta de entierro se lee: “En dos de abril de mil seiscientos noventa y seis años. Falleció en esta parroquia mayor de la Ciudad de Guadix don Carlos de Austria canónigo de esta Santa Iglesia. Recibió todos los Santos Sacramentos, testó ante don Gabriel de Freile, dejó trescientas misas, le acompañó su cuerpo el Ilustrísimo y Reverendísimo el Sr. Fray Pedro de Palacios (Obispo) y el Deán y Cabildo. Fue sepultado en sepultura propia, dejó por sus albaceas al Sr. Francisco de Estudillo racionero de esta Santa Iglesia y a Antonio de Molina y a Juan Manuel de Cea, herederos: doña Mariana de Austria, su hija. Firma Licenciado don Juan de Freyle, cura”.   
Termina la vida de nuestro ilustre canónigo, mas no su legado, que ha llegado hasta nuestros días gracias a los archivos tan bien y celosamente custodiados en una labor ímproba por parte de todas las personas que acceden voluntariamente a custodiar, ordenar y ayudar a difundir nuestro pasado. Tampoco terminó su legado familiar, pues la descendencia de Carlos Fernando de Austria floreció en esta ciudad de Guadix y ha llegado documentada hasta nuestros días. Desde Mariana Fernando de Austria que, como dijimos, casó en 1694 con Juan Manuel de Cea, y que falleció en Guadix el 12 de septiembre de 1729, dejando por hija a Francisca de Cea, nacida en 1701, cuatro años después de la muerte de su abuelo el canónigo Austria, hasta doña Elena Rodríguez Navarro, nacida en 1858 en Guadix. Cuya descendencia a través de sus hijos Enriqueta, Avelino y Ángel Cánovas Rodríguez puebla y retoña en, entre otros, el mismo Guadix al que, un 7 de marzo de 1691, don Carlos Fernando de Austria saludara desde la distancia. 
 
REFERENCIAS:
Ø  Aguilar Priego, Rafael. Boletín de la Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes, número 70, año 1954.
Ø  Asenjo Sedano, Carlos, 1979. "Por tierras de Granada". ISBN: 84-85551-14-1
Ø  Rodríguez Sánchez, Sergio Antonio: “Un canónigo de la Catedral de Guadix era hijo de Felipe IV”. Revista “Nieve y Cieno”, opúsculo anual, Guadix, nº 46, año 2001, págs. 111-112.
Ø  Asenjo Sedano, Carlos y Asenjo Fenoy, María Dolores, 2004. “Nobleza y Heráldica en Guadix”. Editorial Port Royal, ISBN: 84-89739-63-3
Ø  Enrique, Antonio, 2009. ”La espada de Miramamolín". Editorial Roca, ISBN: 978-84-92429-77-6
Ø  Hernández Montalbán, Carmen, 2013. "Sangre de Reyes". Periódico "Ideal", Granada. 12/01/2013, página 22.
Ø  Rodríguez Leyva, Sergio Antonio: "La madre del canónigo Austria". Revista "Nieve y Cieno", opúsculo anual, Guadix, nº 60, año 2014, págs. 93-107.
Ø  Rodríguez Leyva, Sergio Antonio: “Antepasados del canónigo Austria: fallecimiento y entierro de su madre”. Periódico “Wadi As”, Guadix. 12/04/2014
Ø  Memoriales de Carlos Fernando de Austria. Archivo: Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional. Signatura: OSUNA, CT.286(BIS), D.7
Ø  Testamento de Carlos Fernando de Austria. Archivo Histórico Provincial de Córdoba, Protocolos, oficio 39, tomo 20, folio 41.
Ø  Poder de Carlos Fernando de Austria a favor de Martín Gavilán y Tello. Archivo Histórico Provincial de Córdoba, Protocolos, oficio 1, tomo 130, folio 49.
Ø  Poder de Carlos Fernando de Austria a favor del arcediano Francisco Delgado. Archivo Histórico Provincial de Córdoba, Protocolos, oficio 39, tomo 20, folio 276.
Ø  Renuncia a la herencia por parte de fray Antonio Fernando de Austria. Archivo Histórico Provincial de Córdoba, Protocolos, oficio 7, tomo 101, folio 9.
Ø  Nombramiento como canónigo de Carlos Fernando de Austria, 19/03/1691. Archivo diocesano de Guadix.
Ø  Acta de defunción de Carlos Fernando de Austria, 31/3/1696. Archivo capitular de la catedral de Guadix, libro 24, número 3009.
Ø  Expediente de defunción de Carlos Fernando de Austria, 02/04/1696. Archivo diocesano de Guadix, libro sexto de bautismos, desposorios y defunciones 1688-1710, parroquia del Sagrario de Guadix.

 
Presente artículo: Miranda Rivas, Marcelo Fernando: "Nuevas luces acerca de Carlos Fernando de Austria". Revista "Nieve y Cieno", opúsculo anual, Guadix, nº 61, año 2015. ISSN: 1697 - 1647
 
 

 
  

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1 comentarios:

Juan Vidal-Abarca dijo...

He visto el apasionante artículo sobre Carlos Francisco de Austria, pero me surgen varias pegas bastante dificiles de sumir
Casilda Manrique de Luyando habia nacido en Sopelana el 24-4-1590, según el expediente de caballero de Calatrava de su hijo Diego. ¿como pudo tenes a Carlos Francisco en 1639, con 49 años?
Si no es esta al fecha real (cosa que dudo) hay otra pega dificil
Casilda casó en 1608 en Vitoria con su pariente Juan Ortiz de Luyando y Ortiz de Mendieta, natural de Orduña, y tuvo su primer hijo en Vitoria, una niña nacida FAusta que murió al poco, y que habia sido bautizada en la paroquia de San Miguel el 13-5-1609 (partida que han visto mis propios ojos)
He visto en Ancestry opiniones en las que se da como bautismo la fecha de 1597 en Ordudña, con lo hubiese tenido 42 años en 1639 al nacer Carlos Francisco dificil, pero no imposible, pero entonces hubiese tenido a Fausta con 12 años, lo cual no es admisible bajo ningun concepto
La existencia del testamento de Carlos Francisco es desconcertante ¿llega a decier que Casilda de Luyando es su madre?
Cualquier aclaración sería muy agradecida
Juan Vidal-Abarca
correspondiente de la Real Academia de la Hisstoria
y de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía