Estrellas

Qué hacer cuando quieres y no puedes, cuando no sabes valorar lo que tienes, cuando olvidas por qué vives. Es difícil pensar en la paz que este estado nos brinda, porque entre luz y estrellas tu alma grita. Quién sabe, quién sabe… es la hora o la cerveza, los litros o la espuma que envenena, son los meses o los días, las semanas en las que tu vida meces, o esos amores dorados sobre los que asientas tus memeces, tus paranoias en la noche, esperanzas que adoleces al tiempo que en tu vida se guarecen íntimos deseos de besar, siguiendo en tus trece, placeres. Hombre, mujer, vida y muerte del sentimiento, azote sin escarmiento de mentes impunes, olvidadas en el ayer, y sin embargo recordadas en el tañer de los comunes, de los que nadie, ni el mismo lucifer, escapa de su imparable trascender.

Continuamos, seguimos la senda y qué nos encontramos, es el olvido, el retiro de los que nos rodean, de los que un día amamos y no amamos. Indecisos, oh sí, indecisos, como niños, inmaduros y caprichosos, seducibles con miradas y promesas de noches de cuartos oscuros, dolorosos guiños de soledades anunciadas. Hadas y princesas que desesperan en la vana espera de un príncipe azul de botas moradas y castillos en lejanas tierras bañadas de sol sin nubes, y de noches sin moradores en los albures de la primavera; son estrellas sin rumbo, fugaces, procaces, damas y caballeras se presentan con su halo de misterio, y no son nada, no son más que el improperio que de fondo se oye al son de melodías urbanas, callejeras arrimadas al sol que más calienta, verdes y mundanas rendidas al guiño tintineo en fajos y billetes que vienen y van, ¡como relámpagos en la tormenta!

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