Gotas del río
Esta es la historia de un niño que por crecido que estuviera seguía siendo un crío.
El cuento del desgarro de quien por ignorancia puso la directa lejos de aquel desafío. Del hombre que miró hacia amaneceres diferentes del oeste que habitaba y en el que de miradas bisoñas desapareció, alejándose del calor que lo abrazaba en fiestas decadentes sí, pero que albergaban calores jóvenes.
Y que hoy mira en derredor y solo halla el abrigo en esos calores, que mira al frente y sonríe, siendo el mañana el ayer y el pasado, presente de los atardeceres que aparecen a lo lejos, tras las montañas de la antigua candidez.
Y sueña que sueña el niño y pasa la noche recordándolas, como pasan las gotas del río, cual húmedo presente evocándolas.
Cuando el futuro es una ilusión el niño deja actuar al corazón.
Pero aun si hoy aparece la razón el pasado irrumpe en la intuición. Quiere su atención, volar el puente seguro que brinda pero, si aún sueña, volverá a verla, ¡a ella!
Sabe que depende de él, como adulto que parece ser. Conoce el camino mas todo lo ignora. Y se lanza a recorrer la distancia porque el trecho que lo separa entre él y la memoria es corto. Intuye que de la primera calada a la última median un par de suspiros.
Así que prosigue absorto. Y tirando de valor, se cala el sombrero y mira adelante. Atrás, el hoy. Delante, el ayer. De la mano los sueños.
0 comentarios:
Publicar un comentario