Aceras



Tú, sí tú. Pobre mentecato, ya se que eres muy valiente, muy lanzado, quizás hasta inteligente, pero lo del otro día aún me cimbrea en la mente.

Con tu Kia plateado y superpoblado de pegatinas, signo inequívoco de tu propio ser chabacano, campeas la ciudad o como seguramente la llames, la capital. Olvidas quizás, maldito hideputa, que no estás sólo en las calles.

Sin duda te jodió que te adelantase la maniobra y, anticipándome (procura ser precavido) ocupé mi carril de cara a mi próximo desvío. El mismo carril que con la prepotencia y chulería típicas de tu condición, querías ocupar. Y claro, pitaste, diste luces reclamando un derecho abstracto que te otorgas tú mismo, por el cual, los demás debemos dejar paso a vuecelencia.

No contento con patalear como el niño que en el fondo eres, debajo de esa sucia capa de polvo que cubre tu tez sin afeitar, al alejarme de ti me diste de nuevo las luces, con el consabido voto a tal, en mala hora y demás lindezas propias de tu alta estirpe de Mendoza para arriba, lo menos.

Cierto es y no lo niego, que al hacerlo, recibiste el correspondiente gesto airado de mi brazo por el cristal trasero del coche. Claro, eso tu honor y alta nobleza no lo tolera, pardiez, viniste a mí. Como un descosido, fuera de la poca cordura que debes tener y la que la daifa que te parió no te supo enseñar, paraste a mi lado, por el del copiloto claro está, no sea que dieras de bruces con un loco peor que tú.

Excuso repetir las lindezas que de tu halitosa boca salieron, para no dañar tu famosa honra de peña los catetos, demasiado, pues te quiero vivo para la próxima. Porque amigos míos, no contento con bajarse del coche, insultarme y mentar mi virilidad, entre otras, se atrevió a darme toques en el cristal con un anillo dorado, que no de oro.

Y eso, soplagaitas, no te lo consiento. De todas formas, estimado abrazafarolas, querido y mermado amigo, nunca se sabe las vueltas que da la vida ni cuando nos volveremos a cruzar, quien sabe, en un callejón oscuro, lejos de la vista de curiosos, en donde me puedas demostrar con hechos todo lo que dijiste de mí. De todos modos, matarife de medio pelo, matón sin vocación, dudo que ese día llegue, los de tu calaña parecéis hijos de la pérfida Albión, cuando os veis solos y con una cuarta de acero de Vizcaya en el gaznate…

Maricas a fin de cuentas.

-----

Aquí no quedan aceras decentes
Ni hay farolas que alumbren rectas,
Las sucias basuras pueblan abyectas
Las calles de hoy más repelentes.

Hace tiempo, las hermosas ciudades
Por escuela tuvieron insurrectas,
Las más variadas, cultas y perfectas
Clases de lucha, lección de verdades.

Y hoy, como perdidas en el año,
Las costumbres, hábitos y maneras,
Hundidas en un devenir tacaño.

Pueblan, malditas ellas, las aceras,
La masa, el egoísmo huraño,
De prostitutas, o de verduleras.

Posted by Unknown |

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Cagamandurrias de turno, jaleando música imaginaría creyéndose los reyes del mambo, jinetes de caballos de hojalata, tuviste mucha templanza en esa ocasión pero es bajar, detener toda la circulación y antes de que diga esta boca es mía le estas cayendo encima, porqué la chulería y la falta de valores, para la puta que lo pario.