Aquel Parque


Pues eso. Volvía yo a mi casa cruzando un parque cercano. Era la una del mediodía de un sábado perdido en este frío y turbulento invierno. Las últimas gotas de humedad subsistían matizadas en vestigios del rocío del alba.

Siempre me ha gustado ese parque. Sus altos árboles y su olor a naturaleza en medio del infierno de acero y humo comúnmente llamado metrópoli. Como un oasis de descanso en medio del bullicio, no han sido pocas las mañanas y tardes de paseo al abrigo de sus fuentes. Pero el otro día había algo diferente, distinto, abuelos en máquinas de ejercicio y niños saltando en una orgía multicolor bautizada “fantasía”.

Ya ha llegado aquí también —pensé para mí-. Curiosa forma de afrontar la vida tras los sesenta y cinco. Modas que ya han calado en el olvidado sector de la tercera edad. Han atracado en este barrio en el que hasta hace poco los niños jugaban con peonzas y ahora pelean entre sí por llegar a la cima de color y música en que se ha convertido su “fantasía”. Han llegado puntuales a la cita, la de lo políticamente correcto y su saldo de votos correlativo.

Y claro. Me pregunto qué demonios pensarán aquellos señores dando pedaladas en un palo. Probablemente no quiera saberlo, porque es posible que se consuman en las apáticas mañanas de Enero recordando su pasado. Y yo que me pregunto estas cosas, me debato entre la duda y la certeza de algo que nos supera. La vida y su transcurso, comprendida en ocasiones como una suma de experiencias o en otras como una angustiosa cuenta atrás hacia lo desconocido.

No lo se. Pero aquel parque continuará siendo mudo testigo de vidas sin rostro recostadas al calor de un Sol invernal. Los perros seguirán corriendo por su césped, y los niños jugando mientras la vida pasa de largo ajena a estas reflexiones.

Posted by Unknown |

0 comentarios: