Tirando a matar

Un día de página en blanco. O una jornada en gris plomizo. Sin ganas de nada, ni de salir, ni de saber nada de nadie. Lento deslizar de la apatía entre mis dedos, barrunta la desgana sobre la voluntad, negro nubarrón pende cual Damocles sobre el horizonte. El gel de la desidia ante todo yergue los muros que separan mi vida de la de los demás. Sólo me queda una salida, un pensamiento que desgarre esta prisión involuntaria en la que me hayo inmerso desde hace horas. Duermevela.

Martillo pilón que pulveriza cualquier atisbo de olvido. Masa portentosa de futuribles plegados por un Demiurgo en continuo rol de bufón. Gato y ratón de los sentimientos, juez y parte de la duda que sonríe siempre a nuestras espaldas.

Arderá Troya, caerá París, Bruselas, Berlín. Sólo quedarán los restos de naciones nacidas en la cínica postura de la omnipotencia. Por suerte sus cimientos, la gente de a pié, nosotros, renaceremos de entre los escombros de la miseria para lanzar un claro mensaje, el olvido es la mejor de nuestras armas. Ni el bien ni el mal son valores absolutos, ni la verdad o la mentira dependen de algo concreto, sólo existen consecuencias (sic, Abs.).

Ah, las relaciones ¿Qué es eso? Puro cartón piedra.

Mañana será el día del recuento de daños. La fiel infantería no retrocede por un golpe, tan sólo se prepara para el asedio final…

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