Desde el Bauprés

Me pregunto si estarías dispuesta a emprender ese camino juntos, un camino que honestamente no se a donde conduce.

Sólo se que al menos, cariño mío, nos haría visitar lejanas tierras en donde dicen que la felicidad es la carta de presentación, el amor su pasaporte y su testamento, el último beso de los que un día se dijeron “hasta pronto”.

Un camino con fama de retorcido, con curvas que en ocasiones crean malentendidos, con la intención de forjar una vez solucionados, un amor sólido y duradero.

Cuentan los que lo recorrieron que allí no existe el tiempo, que un suspiro dura una eternidad, que la última caricia recibida aún les recorre su recuerdo como si de hoy mismo se tratase.

Es un camino, en fin, que transforma, humedece y que te hace madurar.
Una senda con peligros que le dan ese toque de emoción al viaje.

¿El final de aquel sendero? Su destino final, aquel al que sólo unos pocos privilegiados llegan, es el Amor Universal, Dios mismo en traje de faena y en zapatillas de casa y la pareja, en su palma de la mano dándose un beso fundido en la eternidad.