Ángel de la Guarda

Se suele decir que todo lo que sube, tiene que bajar, que todo lo caliente acaba enfriando, si se aleja su fuente de calor.

Supongo que será normal, realmente no lo se, sin embargo mi corazón poco a poco torna de nuevo hacia mi interior, lejos ya de un Norte en donde fue simplemente ignorado.

Vacío de lágrimas y de fuerzas, por un amor imposible, por un bombón agridulce, me veo yo ahora. En su viaje, mis sentimientos endurecieron hacia su destino y es que, lo que vino como el viento, acabó simplemente tirado por los suelos.

La amargura y la soledad poblaron de nuevo mi interior, ese sentimiento de desarraigo predominó de nuevo en mí, auspiciado por doña distancia, hundiéndome en la oscuridad.

Sin embargo, no hay mal que por bien no venga, esta soledad y oscuridad sólo se ven templadas por una presencia, un sentimiento, el cariño y por qué no decirlo, la ternura.

El Destino ha querido cruzármelo en el camino justo a tiempo, no se muy bien con qué intención, pero no es eso lo importante, lo cierto es que gracias a ella estoy consiguiendo olvidar mis penas y soledades en mis momentos de oscuridad.

Disfruto y me siento feliz, intentando ayudarla, hablando con ella. Es un sentimiento nuevo, algo que me anima y que azota el frío de mi interior, quitando unas telarañas que jamás debieron aparecer, y que debido a veinte años de soledad anidaron en los rincones de este ser.

Parezco una montaña, suavemente bañada por los rayos de un Sol en fuga, con sus valles y cumbres, con sus umbrías y solanas…

Sólo puedo daros las gracias a las dos.

A ti, Dama Azul, porque sin querer abriste un camino en mi corazón, el camino del amor más desinteresado y aunque no vuelvas por esa senda, tú has grabado en mi interior la señal indeleble del “lo imposible por ella”

Y a ti, mi muy querida amiga, porque poco a poco me vas sacando de entre los lodos de la soledad. Cada día te aprecio más, porque veo que eres el ángel de la guarda que nos ayuda desinteresadamente en los momentos de desesperación.


No quiero volver a caer en las tinieblas de las noches en vela, de las lágrimas derramadas en pos de un amor imposible.

Quiero creer que puedo ser capaz de alzar el vuelo, de la mano de mi ángel de la guarda que anima y azuza los vientos en mi ayuda.

Gracias por todo, ángel mío, regreses o no a tu destino, me habrás animado y devuelto la confianza en mí mismo y eso es algo que nunca podré olvidar.

Muchos besos, patrona de la mar. Un día te dije que me dieron ganas de abrazarte y transmitirte todo lo que sentía por ti en aquel momento. Hoy, aunque sea en la distancia, lo haré. Nunca había estado tan agradecido, recibe un fuerte abrazo entre las alas del Mirlo Rojo que ayudaste a volar…

"Más vale arrepentirse de lo que uno ha hecho, que de lo que jamás se atrevió a hacer"

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