Amor = T x D


La ecuación Diofántica, aquella que responde al A = T x D, o lo que es lo mismo, Amor = Tengo porque Doy.

Puede parecer una contradicción, pero, en verdad, sólo tenemos cuando damos. Esto es así porque sólo el Amor reside en nosotros cuando otorgamos.

-Regalo una sonrisa, con Amor y ¡O sorpresa!, esta me es devuelta multiplicada.

-Me aproximo al amigo, con Amor y ¡O sorpresa!, me entrega sin pedir.

-Me instalo en la noche, con Amor y ¡O sorpresa!, me regala un benéfico silencio.

-Miro al desvalido, con Amor y ¡O sorpresa!, alguien más grande que yo besa mi corazón.

-Escucho al desconocido, con Amor y ¡O sorpresa!, parece un amigo de toda la vida.

-Imagino al Padre, con Amor y ¡O sorpresa!, estoy en sus rodillas, feliz, seguro y transformado.

-¿Cómo ha sido? –Es la Ley. [J.J.B.]

Así pues, sólo cuando sembramos el Amor, recibimos los frutos de la dicha.

El Amor, con mayúsculas, es el Alfa y el Omega de todo lo que nos rodea.

Eso es el Amor, el auténtico. (Aunque sólo percibamos un destello del auténtico Amor subyacente detrás de cada átomo)

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