Desde el Bauprés

Mi espíritu está tranquilo, jamás, de hecho, lo ha estado tanto.

Las señales se cumplen, las pruebas resplandecen sobre lo demás, la Vida, se abre camino inexorablemente en mi corazón.

Veo a mi alrededor y compruebo que todo es parte y fin al mismo tiempo, de la gran aventura de vivir, de experimentar, de saborear las experiencias, por amargas que sean, siempre, detrás de cada fracaso, veo a Dios subyacer.

Y ahora, que mi mundo y mi contexto social parecen dar vueltas, soy más consciente que nunca de las pequeñas-grandes cosas.

Haz la prueba, déjate llevar en las manos del Padre, no hagas planes, si acaso, pide pruebas…

Pruebas que, dicho sea de paso, refulgen en el corazón al presentarse delante de nosotros. Unas pruebas que cuanto más difíciles mejor, es como si al Padre le gustase jugar. A veces no son evidentes, pero están ahí, es el continuo juego del gato y el ratón, de los claroscuros, del susurro que vela entre la razón y la intuición, en el último lucero, en el último rincón.

Embarquémonos en el velero sin timón que a veces parece nuestra vida. Atrévete, al fin y al cabo, si estás leyendo esto, es que eres un héroe…