Piedra sobre Piedra


El siguiente texto fue escrito en los días posteriores a mi primera experiencia "espiritual". De ahora en adelante, las entradas al blog serán los sucesivos escritos que he ido redactando en estos meses de transición.


Os dejo el primero, un abrazo:



LA SEÑAL:


Me dispongo a relatar lo mejor posible un acontecimiento que experimenté ayer, día 2 de Diciembre, a las 11:45 de la mañana. Pido al Buen Padre que me permita trasladar a un vulgar papel, las emociones que viví. Bien sabe que lo intentaré.

Ayer, como decía, subí a Guadarrama como todos los Domingos, con la intención de ver a mis amigos, como pude comprobar, la Providencia tenía otros planes…

Al ver, contrariado, que mis amigos no estaban, me propuse subir al granítico cerro de Cabeza Líjar, en el Sistema Central y admirar la bella perspectiva.

Aparqué el coche y comencé la ascensión, dificultada por la escarcha, el frío y los hielos típicos de esta época del año. Poco a poco iba germinando en mi interior una idea, disparatada para muchos, ridícula para otros, sin embargo, para mí tenía mucho sentido y como digo, me propuse pedirle a Dios una prueba, una respuesta, sobre la existencia de “un algo más”.

Al llegar arriba, abrí mi corazón a los cielos, clamando con toda mi alma, medité y aunque pueda ser calificada de pueril, pensé en la prueba que le pediría al Buen Padre.

Tenía que ser algo sencillo, que perteneciese al lugar y que, sin embargo, su disposición fuese anómala, lo suficiente para destacar. Finalmente, di con la idea y pedí esto:
“Por favor, dame una prueba de que estoy en lo cierto, que hay algo más, aparte de esta vida corta e imperfecta. Que, cuando vuelva al coche, vea destacada una Piedra sobre otra Piedra, Piedra sobre Piedra.”

No hizo falta nada más, este pobre incrédulo lo dio por bueno. De pronto, nada más pronunciar el Piedra sobre Piedra, sin ni siquiera mover la cabeza, las ví. Ahí estaban, destacadas sobre el mirador.

Me quedé lívido, maravillado y sin más, me eché a llorar.
Llorar de alegría, de emoción y a la vez, llorar reconfortado.

Todo había sido tan rápido, tan maravilloso, todo había sido dispuesto para que, al formular la petición, ya tuviese la respuesta a mi alcance. Por lo que puedo comprobar, nada dejan al azar.

Comprendí, en suma, que la gran obra de la creación estaba basada en los pequeños-grandes detalles, como aquellas dos piedras, silenciosas, inmutables y a la vez, tan maravillosas.

Ahora lo se, estoy convencido, me da igual que me tachen de infantil, al solicitar una prueba, se cumplió. Desde entonces vivo feliz, expectante, esperanzado.

Otros alegarán casualidad, yo creo que las palabras casualidad y azar son un insulto al Buen Padre. Es tan maravilloso y tan grande, que le cabemos en la palma de la mano y sin embargo, nos regala la existencia y la inmortalidad.

Así pues, le dí y le doy las gracias, gracias por ser como Es, por sembrar el mundo de esperanza para los que saben abrir los ojos.

Gracias Señor.

3/12/07

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