Volando
He soñado que surcaba los cielos, atravesaba las nubes, grácil, cual pluma al viento.
Por encima de las nubes sobrevolaba Madrid, llegando a Cabeza Líjar y cruzándolo.
Poco después sobrevolaba la mar, sus olas, rompían sobre mi pecho. Rompían pero no rompían, uno de los muchos misterios de ese estado.
Luego soñé que visitaba a mi hermana, Murcia aparecía al poco entre las brumas, sentía el viento sobre mi cara, percibía la salinidad del aire, avisándome de la proximidad del Mare Nostrum.
Debajo de mí se apreciaban las prisas de las grandes metrópolis, con sus gentes de un lado para otro ajenas a lo verdaderamente importante, Vivir.
Ajeno a esas prisas, me detuve sobre La Manga, la isla Perdiguera me hizo un guiño, parecía que ella, desde su solitaria majestad, fuese la única que me hubiera visto.
Al poco, fundiéndome con los vientos, enfilé rumbo Noreste, rumbo Italia, sobrevolé Ibiza, Mallorca, aun sin haberlas visitado, eran tan familiares…
Ya en tierra paseé sobre los magníficos viñedos de la región del Chianti, en la Toscana. Sus fragancias eran caricias para mi espíritu.
Atardecía ya sobre los Apeninos, el Sol se acostaba mansamente sobre el horizonte, como ajeno a todo y a todos.
Alguien, desde las alturas, me hizo un guiño, era la señal, no podía demorarme más, sin embargo, en una última incursión, visité a mi hermano en su casa florentina, acababa de llegar de vuelta de España, me sentí feliz y sin más, cerré los ojos para volver a abrirlos, esta vez sobre mi cama, en Madrid. Recordé paso a paso mi aventura.
Todo había sido un sueño ¿o quizá no? Pronto lo sabremos ;)
Por encima de las nubes sobrevolaba Madrid, llegando a Cabeza Líjar y cruzándolo.
Poco después sobrevolaba la mar, sus olas, rompían sobre mi pecho. Rompían pero no rompían, uno de los muchos misterios de ese estado.
Luego soñé que visitaba a mi hermana, Murcia aparecía al poco entre las brumas, sentía el viento sobre mi cara, percibía la salinidad del aire, avisándome de la proximidad del Mare Nostrum.
Debajo de mí se apreciaban las prisas de las grandes metrópolis, con sus gentes de un lado para otro ajenas a lo verdaderamente importante, Vivir.
Ajeno a esas prisas, me detuve sobre La Manga, la isla Perdiguera me hizo un guiño, parecía que ella, desde su solitaria majestad, fuese la única que me hubiera visto.
Al poco, fundiéndome con los vientos, enfilé rumbo Noreste, rumbo Italia, sobrevolé Ibiza, Mallorca, aun sin haberlas visitado, eran tan familiares…
Ya en tierra paseé sobre los magníficos viñedos de la región del Chianti, en la Toscana. Sus fragancias eran caricias para mi espíritu.
Atardecía ya sobre los Apeninos, el Sol se acostaba mansamente sobre el horizonte, como ajeno a todo y a todos.
Alguien, desde las alturas, me hizo un guiño, era la señal, no podía demorarme más, sin embargo, en una última incursión, visité a mi hermano en su casa florentina, acababa de llegar de vuelta de España, me sentí feliz y sin más, cerré los ojos para volver a abrirlos, esta vez sobre mi cama, en Madrid. Recordé paso a paso mi aventura.
Todo había sido un sueño ¿o quizá no? Pronto lo sabremos ;)
Posted by Unknown
|
0 comentarios:
Publicar un comentario