Desde el Bauprés

Esta mañana he experimentado una serie de “casualidades” que me han llevado a reafirmarme en mi idea de que todo está regido por un Plan.

Esta historia trata de cómo me reencuentro con una amiga, a la cual no veía desde hace casi dos años.

Todo comienza unos pocos días antes. Mi madre, se encuentra a Marta por la calle y me lo cuenta al llegar a casa.

Anoche, sin saber por qué, me acordé de ella y ya en la cama, recordé las vivencias que tuve con ella hace ya muchos años. Con estos pensamientos, caí rendido al mundo onírico, durmiéndome.

Exactamente a las 5:46 de la mañana, me despierto e incomprensiblemente, me regocijo pensando que todavía me quedan “dos” horas de sueño. Me vuelvo a dormir…

En teoría debería despertar a las 7, pero (primer suceso extraño) el despertador no suena. Me despierto a las 7:46 (dos horas después y 2º) y me lanzo a vestirme lo más rápidamente posible para llegar a tiempo a clase.

Por el camino hacia al metro, me vuelvo a acordar de ella (tercer suceso).

Ya en el vagón, me vuelvo a acordar de ella, empiezo a pensar que sería fantástico a la par que imposible (iluso de mí), encontrarme a Marta debido a mi cambio de hora.

Debido al viaje, se me olvidan estos aparentemente absurdos pensamientos y me dispongo a salir del vagón, una vez llegado a mi destino.

En el andén, empiezo a “sentir” (las palabras me limitan, llámalo intuición) que algo va a pasar. De pronto, a lo lejos, alguien me hace señas, era Marta…

Mi corazón me da un vuelco y aún pálido me acerco a ella, mientras sonrío para mis adentros, el Jefe se ríe de las casualidades. Todo encaja…

Lo hablado con ella es otra historia, lo importante para mí fue la cadena de sincronicidades ocurridas hasta ese momento y con el único objetivo de encontrarnos.

Y Marta, probablemente sin ser consciente de la magnitud de sus palabras, añadió, hundiendo la daga hasta la empuñadura: “Yo también me he acordado de ti durante estos días…”