Desde el Bauprés

Hoy soy feliz. Consciente quizá de lo que me rodea y de los que me rodean, veo que algunos de mis mejores amigos se plantean estos temas.

Perciben que hay algo mágico que todo lo controla, que todo lo sostiene, que a todo da sentido, se maravillan, cual niños en día de reyes.

Alguno ha ido más allá, mi buen amigo Carlos.

¡Qué ingenuo era! Supuse que el único que se paró a pensar en lo trascendente era yo, aquella noche en Cabeza Líjar…

Él mismo, también, bajo la aparentemente fría imagen del solitario en la noche, estaba haciendo un “pacto”. Un pacto que se cumpliría, como todos hasta ahora, ¡Vaya que sí se cumpliría!

Lo contenido en aquel pacto y de su cumplimiento no voy a hablar, no es eso lo importante. Lo importante es que ha abierto los ojos a una realidad percibida en el susurro de la intuición, a lo largo de milenios por millones de personas. Pero lo mejor no es eso, es verle feliz, consciente de que algo ha despertado en él.

No lo dice, pero mi intuición, ese ángel mujer que me acompaña, me lo sugiere.

Sin duda, un día para recordar. Aquel palo clavado en la roca fue el testigo directo de su conciencia, ni siquiera yo supe de ello.

Es curioso como los dos, a la vez, nos ocultamos sendas “oraciones” dirigidas al Jefe.

Por otra parte, otro buen amigo, tocayo del anterior, también empieza a intuir. La intuición, la más bella consejera…

Hoy es un día feliz, me alegro por ellos, juntos iremos poco a poco “redescubriendo”…